KAIROS
Francisco Montfort
Las buenas encuestas no mienten. Las noticias diarias sobre el desastre que es el país tampoco. Recientemente el diario El País y Mitofsky publicaron resultados de encuestas que otorgan a la señora Sheinbaum una ventaja de intención de voto de aproximadamente 20 puntos sobre su rival la señora Gálvez.
El cúmulo de noticias sobre inseguridad, sobre la destrucción del Poder Judicial, sobre las dificultades de las finanzas públicas después de la fiesta de pensiones sin respaldo en el crecimiento económico, más los subsidios en las grandes obras de este sexenio y a PEMEX y la CFE, sobre los actos de corrupción y el desastre en salud son discordantes con el supuesto apoyo a la candidata oficial.
¿Cómo explicar esta aparente disociación entre respaldos a una candidatura y los problemas enormes que produjo el señor López? Parece que la campaña de la candidata oficial se desarrolla en una burbuja, aislada de la realidad cotidiana de millones de personas.
Es perceptible una especie de continuidad de la buena fama entre la nueva candidata y el viejo presidente.
Esta situación es paradójica. Personalmente la candidata carece de los atractivos personales de su progenitor político. No tiene el aura de los líderes populistas.
Tampoco una carrera de luchas políticas, ni experiencias de gobierno, ni la agilidad mental del señor López. Por el contrario: la señora Sheinbaum adolece de atractivos para la lucha política que exige un liderazgo populista.
La decisión de colocar a la señora Sheinbaum como candidata parece una calca de la decisión de Hugo Chávez en relación con Nicolás Maduro. El sucesor no tiene atractivos para las masas, pero en cambio es fiel hasta la abyección, es ortodoxo comunista, es disciplinado en su trabajo y muy perverso políticamente.
Este pequeño retrato de la señora Sheinbaum Maduro es una razón más para que, los hasta ahora resultados favorables de las encuestas, resulten inexplicables.
Desde luego, habrá que recordar que la campaña no oficial de ella inició propiamente desde aquella visita que hizo al señor López al hospital militar cuando éste se recuperaba del infarto que estuvo a punto de costarle la vida.
Casi tres años de “precampaña” explican el buen posicionamiento de la imagen de la señora Sheinbaum. Y por supuesto la elección de Estado que consiste no sólo en emplear todos los recursos públicos que hagan falta para apoyar su propaganda y giras de proselitismo. En esta elección el presidente de la república figura como su jefe de campaña y la promociona (más de 320 alabanzas para Claudia) casi diariamente desde su conferencia mañanera.
No sólo eso. Cualquier desliz de la candidata es corregido y protegido por el presidente quien, además, se encarga de criticar a Xóchitl Gálvez (más 100 epítetos groseros en su contra) y contener a los medios que puedan presentar críticas o datos adversos sobre ella y el mismo presidente.
La parte más delicada es que el presidente está jugando como actor central de la campaña. La figura del señor López estará en la boleta como memoria activa de su movimiento político debido a su intensa y eficaz propaganda.
En esta propaganda toda realidad es manejada como símbolo. Los problemas muy graves provocados por las ineptitudes del señor López son convertidos en afrentas duras e imaginarias hechas por sus adversarios. La victimización cotidiana ha construido en parte del imaginario colectivo a un redentor que sufre para otorgar a su pueblo los frutos de su bondad y generosidad personal.
“El populismo parte de una exaltación del pueblo como fuente originaria de las bondades del líder, quien se erige no solamente como su representante, sino también como su protector o benefactor” escribe Roger Bartra en Regreso a la Jaula. El fracaso de López Obrador (Debate, México, 2021).
Esta conexión implica que existe una parte de la sociedad mexicana que cree en ese líder, lo acepta como su guía, lo idolatra e inclusive estaría dispuesta a dar la vida por él. Este fuerte vínculo no puede ser destruido por la racionalidad y la demostración de la existencia de problemas reales porque se sitúa más allá de la realidad, en el imaginario colectivo como símbolo de un ideal.
Existen millones de mexicanos formados en la ideología del nacionalismo revolucionario priista que creen ciegamente en las bondades de un régimen autoritario. La señora Sheinbaum será la encargada de construirlo y corregir las enormes torpezas de su mentor. Esa labor la hizo Maduro en Venezuela y se ha mostrado más ortodoxo que Hugo Chávez.
No es ella la que tiene el respaldo que reflejan las encuestas. A ella le corresponde construir el nuevo presidencialismo autoritario, caprichoso, intocable. No dejemos que este retroceso suceda. Los votos deben ser para Xóchitl Gálvez, a pesar de sus limitaciones, y así impedir el retroceso de México.
francisco.montfort@gmail.com