Fuera de todo
Denise Díaz Ricárdez
Hubo un tiempo que hablar del cambio climático era un tema recurrente por moda y por la necesidad de actuar ante la inminente llegada de los desastres naturales, la extinción de especies o cambios de temperatura extremos.
Hoy el cambio climático nos alcanzó, ya vivimos los estragos de lo que en su momento se quiso evitar; muy poco los ciudadanos de a pie podemos hacer ante la inherente producción y al consumo desaforado que, solamente por esas razones centrales debiera ser una atención central de las sociedades.
Persuadir a gobiernos de derechas e izquierdas a tomar más que en serio la deforestación, la contaminación de suelos, aires, ríos, océanos que llevan inevitablemente al calentamiento global.
Sobre todo ahora que hay una tendencia a proteccionismos económicos por encima de globalización y como se ve el poco caso que hacen al privilegiar el uso indiscriminado de hidrocarburos por encima de energías limpias.
Es menester encontrar una auténtica disposición de quienes tienen a su cargo los gobiernos en amplia comunicación con los sectores fuertes de la economía y acercarse más a los científicos para revertir los daños que el crecimiento actual ha generado.
Vale recordar que durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre cambio climático, en Cancún, se reactivó el Protocolo de Kyoto los países industrializados volvieron comprometerse a limitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aunque parece que ya como que no le han dado la relevancia que tiene esta realidad y la contaminación sigue.
Y en México está la Ley General de Cambio Climático, la cual establece que los tres órdenes de gobierno han de compartir esfuerzos por lograr la reducción de contaminantes y buscar el uso de ciencioa y tecnología en energías limpias.
Es una realidad, se insiste, muy importante hacia las nuevas generaciones, por lo que cada quien ha de aportar su granito de arena y los gobiernos por supuesto que su parte fundamental.