La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Afeitando sus colmillos el político murmuró: o sea, sí, pero nomás tantito
El abrumador rechazo de los ciudadanos chilenos, para la redacción de una nueva Constitución, es un tema que debe motivar a una profunda reflexión: ¿qué tipo de cambio quiere la sociedad?
El fenómeno es intrincado, porque la Carta Magna que rige la vida de los paisanos de Neruda, proviene del régimen del dictador Augusto Pinochet, por lo tanto, llama la atención que alrededor del 62% del electorado, haya repudiado la propuesta que, entre otras cosas, se planteaba establecer un nuevo abanico de derechos sociales.
No obstante, el panorama se hace más complejo de analizar, ya que, apenas en diciembre de 2021, el joven izquierdista de 35 años, Gabriel Boric, ganó la presidencia con un porcentaje de casi el 56% de los votos. Es decir, se concluía, por inferencia, que la gente quería una transformación radical, al inclinarse por un millennials con ideología progresista, pero no, la percepción fue errónea… ¡fail!
Aunado a lo anterior, la administración precedente, de Sebastián Piñera, padeció serios disturbios, ante la carestía de la vida y la pretensión de subir el pasaje del Metro. Los tumultos fueron de tal magnitud, que el conservador mandatario se vio en la necesidad de pedir perdón ‘por la falta de visión’, lo que lo impulsó a prometer una serie de reformas sociales.
Justamente, la constante de las movilizaciones populares dio pie a que, varios grupos políticos, lanzaran la iniciativa de un plebiscito para diseñar una nueva arquitectura constitucional, sin embargo, la respuesta fue un NO rotundo.
¿Cómo carambas se debe interpretar el resultado? ¡Trompo a la uña!