Por Aurelio Contreras Moreno
El pan-yunismo se ha terminado de quitar la máscara en Veracruz y sin el menor pudor, al más priista de los estilos, le da la vuelta a la legalidad para ir en pos del que, queda claro, es el único objetivo que se trazaron para estos dos años de gobierno: mantenerse en el poder, sin miramiento alguno.
Bajo esta lógica, incurren en los mismos vicios que antes criticaron a sus antecesores, dejando al descubierto su ausencia de ética política y de respeto a la ley, así como la engañifa de su discurso de renovación. Las prácticas son las mismas. No se diferencian en nada de los peores priistas.
Valga como ejemplo la gira de este fin de semana del presidente municipal de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez -el “orgullo del nepotismo” de su padre, el gobernador de Veracruz- por el norte del estado. Publicitada por el edil en sus redes como un ejercicio para “compartir experiencias”. Pero que en realidad fue el arranque de su campaña proselitista adelantada para buscar la gubernatura del estado bajo las siglas del PAN, partido que fue reducido a su mínima expresión en la entidad por la familia “reinante”, que ya no tiene ningún adversario interno de peso.
Pero Yunes Márquez no sólo fue a hacer campaña adelantada disfrazada de nada (¿o bajo qué excusa un alcalde de Boca del Río encabezaría reuniones políticas públicas en el norte de Veracruz?). También afianzó la alianza del yunismo con otra familia, los García Escalante, caciques de Pánuco y saltimbanquis consumados, que han pasado del priismo al panismo, del alemanismo al fidelismo, del duartismo al yunismo, con escalas o sin ellas, sin escrúpulo que valga.
Con ellos como avanzada –mas el cascajo que recoja en el camino, como el cascarón de lo que se hace llamar perredismo y en una de ésas hasta el dantismo reciclado-, Miguel Ángel Yunes Márquez se ha abierto de capa y, bravucón como acostumbra ser –el sello de la casa-, advierte que las críticas no lo van a parar, pues los fines de semana “tengo derecho a hacer lo que sea”. Hasta a burlarse de los veracruzanos, le faltó decir.
Yunes Márquez no es el único en esa dinámica de jugar al borde de la legalidad electoral. En Xalapa, otro panista se mueve en sus límites también. Se trata del coordinador del grupo legislativo blanquiazul en la LXIV Legislatura del Estado, Sergio Hernández Hernández quien, valga decirlo, ya nos demostró que está acostumbrado a pasar por encima de las normas al usurpar la Presidencia de la Junta de Coordinación Política del Congreso local.
De un día para otro “aparecieron” en varios puntos de la capital del estado de Veracruz anuncios espectaculares con la imagen del diputado plurinominal del PAN. Unos, de supuesta promoción de sus casas de enlace dispuestas por la ciudad. Otros, que simulan ser publicidad de medios de comunicación que, por algún retruécano del “destino”, decidieron que una fotografía del panista acusado de violentar la normatividad interna del Poder Legislativo era la “mejor” manera de promoverse ante su público. En todos los casos, presentando frases electoreras. Claro. Hernández Hernández aspira a la reelección.
Las mañas del pan-yunismo resultaron ser tantas como las de lo peor del fidelismo y el duartismo. Pero en cuanto al descaro y cinismo, los últimos parecen unos meros aprendices ante aquellos.
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