Joel Hernández Santiago
Así como quien no quiere la cosa, en la mañanera del 5 de julio el presidente de México deslizó algunos nombres de quienes pudieran ser candidatos de Morena a la presidencia en las elecciones de 2024. En realidad también quería era apagar el fuego ocurrido el 1 julio de este año, a tres años de su triunfo electoral…
Esto es, que con motivo del informe que dio en Palacio Nacional de poco menos de una hora, y para celebrar el acontecimiento triunfal de 2018, los Morenistas se reunieron en masa en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México para tronar cohetes, sonar las maracas y los tambores.
No era para menos. Hacía tres años habían ganado la elección con la ayuda de sus amigos el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido del Trabajo (PT) en una alianza denominada “Juntos haremos historia”. Más de treinta millones de mexicanos dijeron “sí” a Andrés Manuel López Obrador. Y fue presidente.
Pero la política es como los ríos: fluye y corre, no para, no se detiene, busca sus cauces y sube o baja la intensidad, pero siempre está ahí, a veces con aguas transparentes, pero muchas otras con aguas turbias y hasta peligrosas. Pero ahí está, siempre.
Así que al mismísimo día en el que tomó posesión el actual Ejecutivo, las aspiraciones políticas de algunos integrantes de su gabinete y dirigentes de partido, gobernadores o legisladores afines a su partido y a su poder, comenzaron a pergeñar sus propias posibilidades.
En adelante, cada uno por su cuenta ha hecho lo posible por hacerse notar a ojos del buen cubero supremo; han incursionado en tareas propias y han metido su cuchara en otras, con tal de ser vistos y observados y señalados con el dedo flamígero del poder…
De tal forma lo ha hecho el canciller Marcelo Ebrard Casaubón, quien no oculta sus terribles aspiraciones presidenciales y, lo dicho, en momentos ha dejado por ahí arrumbada la cancillería para ocuparse de otros menesteres; negociar con fuerzas contrapuestas; comprar vacunas; garantizar su distribución… y tal. “Misión cumplida, señor Presidente” dijo en algún momento que quiso parecer triunfal…
Está Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, quien es la figura más preciada por el presidente y quien ha hecho de su gobierno un homenaje a la 4-T presidencial, aunque ha tenido contratiempos serios como la caída de los vagones del metro el 3 de mayo de este año, con la pérdida de vida de 27 personas y muchos heridos; y luego la pérdida electoral para Morena de más de la mitad de la Ciudad de México… No importa. El presidente lo ve de otra manera.
Días antes de la celebración trianual del triunfo electoral de AMLO, el presidente brindó su apoyo incondicional a la señora Sheinbaum. A las críticas por lo ocurrido en el Metro y su empeño por mantener en la dirección del mismo a la señora Florencia Serranía, se respondió con el apoyo presidencial.
Fue ella la que acudió a Palacio Nacional a la reunión del presidente con el empresario Carlos Slim, para negociar la reconstrucción de la línea 12 del metro; y ella cedió los trastos al presidente para informar lo que habría de ocurrir en un tema que le era propio a ella…
Los Morenistas captaron las señales y por eso, el 1 de julio en el Auditorio Nacional se desgranaron en gritos y mensajes estruendosos de apoyo a “¡Claudia-Claudia-Claudia!-Presidenta!”, clamaban. Y el mundo político de México percibió el hecho como una forma de destape a lo priista…
Marcelo Ebrard guardó silencio pero no estaba contento. Ricardo Monreal, quien se siente con piernas de jinete para ser presidente y quien ha sido el brazo ejecutor de los deseos presidenciales en el Senado también. Luego diría que sea como sea él iría en las boletas electorales de 2024.
Así que el lunes 5 de julio el presidente quiso tranquilizar al honorable pueblo de México, pero sobre todo a quienes creyeron que Claudia sería la ungida desde ya. Ese día dijo:
“Acá no hay eso, eso ya es historia [el dedazo-el tapado-el destape]. ¿Quiénes pueden sustituirme? Bueno pues primero hay que tomar en cuenta que va a ser el pueblo el que va a decidir. Del flanco progresista, liberal, hay muchísimos, como Claudia (Sheinbaum), como Marcelo (Ebrard), como Juan Ramón de la Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, bueno, muchísimos, afortunadamente, hay relevo generacional”, afirmó.
Y ahí está. La guerra comienza. A partir de ese momento, quienes fueron nombrados se sienten presidenciables y habrán trabajar para conseguirlo. Caiga quien caiga. Tope en lo que tope. Máscara contra cabellera. Para ellos la función actual podría ser lo de menos, lo que sigue es lo que importa.
Y por debajo del agua se lanzarán pullas; se pondrán los pies para propiciar el tropezón del otro; se saludarán y se sonreirán, pero a la manera del dibujante Morillo español, sus sombras se darán piquetes de ojos, se jalarán el copete y se lanzarán bofetadas. Anular al adversario a la candidatura por Morena es la consigna propia y de su gente… Se sienten fuertes. Se sienten protegidos. Se sienten triunfadores.
¿Y la oposición? De rositas…, al cabo el mundo “gira-gira…”