Fue una noche de junio que la tercera revolución tamal finalmente estalló. Habitantes de ciudad tamal no habían querido esperar hasta que amaneciese para poder así salir a las calles y comenzar a luchar por su país, por su chingado y soberano país. Era el año 3010, un año que desde ahora y para siempre formaría parte en la memoria de todo ciudadano tamal, un año que jamás nunca podrían olvidar; EL AÑO QUE ESTALLÓ LA TERCERA REVOLUCIÓN TAMAL. La lucha finalmente había comenzado.
Afuera, aquí y allá, por todas partes, todos los luchadores tamales no dejaban de gritar, tratando de esta manera de enfundarse valor y coraje. Podíanse escuchar todo tipo de gritos, desde un “QUE VIVA TAMALVILLE”, hasta un “LUCHAREMOS HASTA MORIR POR NUESTRO CHINGADO PAÍS”.
Todos y cada uno de los luchadores tamales habían logrado prepararse de la mejor manera posible. Para luchar, habían logrado armarse hasta las hojas. Podían verseles casi todas las armas existentes, desde cuchillos hasta bazucas que podían muy bien derribar a un helicóptero.
¿En dónde las habrán conseguido?, alguien se preguntará. Fácil. Las habían conseguido con sus vecinos, en BURGERVILLE, ciudad hamburguesa.
Alguna hamburguesa imbécil había accedido a verderselos, obvio que, de manera ilegal. Y los tamales no dejaban de estar contentos… al saberse y sentirse preparados con semejante armamento. VENCEREMOS, pensaban en sus entrañas llenas de carne, unos de cerdo, otros de pollo, otros muchos simplemente no llevaban carne de ningún tipo; éstos eran los llamados pobres.
Mala suerte si hubiesen sido tamales para vender un sábado por la tarde en cualquier puesto tamalero. Mala suerte para el que los hubiese comprado, no llevaban carne dentro. Y los tamales no dejaban de gritar: Tamales, valientes, ¡JAMÁS SERÁN VENCIDOS! Tamales, calientes, ¡JAMÁS SERÁN VENDIDOS! Y los tamales revolucionarios pobres, al escuhar esto, rogaban en sus interiores sin carne porque ninguno de los otros tamales se diese cuenta de que ellos eran los tamales sin carne.
LUCHAREMOS HASTA VENCER, gritaban los tamales, al tiempo que alzaban y blandían sus cuchilos, machetes y… celulares. Era el año 3010, el año de la tercera revolución tamal, sí, pero también el año de la revolución tecnológica. Así que, todos llevaban un teléfono celular, ¡hasta los tamales sin carne! ¡Y todos los tamales se tomaban fotos así mismos para enseguida subirlos a CARATAMAL, un sitio cibernético en donde podían exponer todas sus miserias, intentos de grandeza, vanidades y un sin fin de cosas más. ¡Cómo amaban aquella cosa rara, donde podían exibir en tiempo real todas y cada una de sus chingadas! Y esta vez no era la excepción, por nada dejarían pasar la oportunidad de mostrar en sus cuentas de CARATAMAL que estaban y luchaban EN LA TERCERA REVOLUCIÓN TAMAL.
Luces aquí y allá, ¡por todas partes! Luces que significaban cientos de miles de fotos, fotos que enseguida presumirían en sus cuentas de caratamal. YO ESTOY EN LA REVOLUCIÓN, escribirían en sus tamalperfiles. ¿TE REPUGNA ESTO? Dale “ME REPUGNA”. Y todos los tamales se darían clicks en el ícono que decía “ME REPUGNA”. Y todos los tamales se pondrían contentos al checar sus cuentas de caratamal para enseguida descubrir así los muchos “ME REPUGNA” que otros o todos sus amigos tamales les habían dado. Pero volvamos a la revolución tamal, ¡maldita sea!
Como decía… Todos los luchadores tamales blandían sus armas en el aire, con aires de desposeídos. Unos tenían cara de furibundos, otros de dementes… ¡todos parecían estar locos y desesperados por defender y luchar, como jamás lo habían hecho en toda sus chingadas vidas! Luchar por su chingado país: TAMALVILLE. Y no se les podía culpar. ¡POR FIN HABÍAN SENTIDO ALGO!, HASTA ENTONCES DESCONOCIDO PARA ELLOS: EL CORAJE Y LA VALENTÍA. Cualquiera que los hubiese visto habría podido asegurar que todos esos chingados tamales estaban drogados. Porque aquellas muestras de coraje y valor, la verdad, rebasaban en mucho los límites de lo normal, establecido por la sociedad tamalera. Increíble, pero cierto. Habitantes de ciudad tamal por fin luchaban ¡como jamás se habían atrevido a hacerlo, DESPUÉS DE MUCHÍSIMOS CHINGADOS SIGLOS! A.S.