DE LINDES
El gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua siempre parece estar metido en alguna clase de polémica, ya sea porque aparece en las listas de los gobiernos con mayores problemas en temas de derechos humanos, o porque expulsa de su país a todos los opositores, o porque encarcela a los candidatos de la oposición, y ahora porque ha decidido congelar las cuentas bancarias de la iglesia de dicha nación centroamericana, levantando una oleada de críticas y de polémica que parece no terminará.
Es que en días pasados el gobierno de Ortega, comenzó una serie de detenciones en contra de altos mandos eclesiásticos, para posteriormente iniciar una investigación por lavado de dinero en contra de la Iglesia Católica, por supuestamente hacer uso de fondos para favorecer a la oposición, por lo que incluso se les está acusando por traición a la patria. Lo que evidentemente ha provocado que dicho tema llegue hasta el Vaticano quien rechaza tajantemente las acusaciones, y exige al gobierno de Ortega se retracte, y con éste nuevo enfrentamiento, se hace evidente que no hay forma de subsanar las relaciones iglesia-gobierno, porque si bien en meses pasados ya se había anunciado una suspensión de relaciones entre ambos, algunos tenían la esperanza de que esto se pudiera resolver, sin embargo las cosas han alcanzado el punto más critico, por lo que se espera que este conflicto no haga sino escalar en los próximos días, y se espera puedan aumentar el número detenidos.
Y mientras esto sucede, el país pide respuestas, evidencias, pero nada de esto llega, porque si algo ha caracterizado al régimen de Ortega es que sus movimientos y decisiones suelen no presentar sustentos, y parecen mas los impulsos de un dictador que al ver como su imagen va decayendo, comienza a actuar de forma visceral y a decir de muchos hasta peligrosa, porque sin importar las posibles consecuencias, se mete en situaciones que de un momento a otro pueden cambiar, sellando así el destino de un país agotado ante tanto problema y suplicante de soluciones que siguen sin llegar, y hoy más que nunca muchos se aferran a las palabras dichas por Juan Pablo II; “Por más poderoso que sea un dictador, solo es un hombre. No tengas miedo”.
JESSICA WOOLRICH