Hoy se presenta la última oportunidad para Dominique Pelicot y los otros 50 acusados de declarar ante el tribunal de Aviñón, antes de que se emita el veredicto sobre las graves acusaciones de violación que han sacudido a Francia.
Este caso, que ha capturado la atención nacional e internacional, involucra a Pelicot y a un grupo de hombres acusados de haber abusado sexualmente de Gisèle Pelicot durante más de una década, mientras ella estaba bajo los efectos de somníferos administrados por su exmarido.
Un juicio sin precedentes
Desde el inicio del juicio en septiembre, Gisèle Pelicot ha optado por un proceso a puerta abierta, con el objetivo de que «la vergüenza cambiara de bando». La fiscalía ha solicitado penas que van desde cuatro hasta 20 años de prisión, siendo esta última la máxima por el delito de violación en Francia, y es la pena requerida para Dominique Pelicot, quien ahora tiene 72 años.
La mayoría de los acusados, cuyas edades oscilan entre los 27 y 74 años, han adoptado posturas variadas, desde negar las violaciones hasta justificar sus acciones alegando que contaban con el consentimiento del propio Dominique. Este punto ha generado un intenso debate sobre la noción de consentimiento en la legislación francesa.
La declaración final de Dominique Pelicot
En su última intervención, Dominique Pelicot reconoció su culpabilidad y extendió esa responsabilidad a los demás acusados, afirmando: “Todos somos culpables”. Durante el juicio, se ha argumentado que él manipuló a los otros hombres para que participaran en los abusos. Los expertos psicológicos lo han descrito como un individuo «manipulador» y «perverso».
Gisèle Pelicot ha declarado que las heridas abiertas por más de 200 violaciones nunca se cerrarán. Convertida en un símbolo del combate feminista, su testimonio ha sido fundamental para visibilizar la gravedad de la violencia sexual y la sumisión química.
Impacto familiar
Los tres hijos de Gisèle, David (50), Caroline (45) y Florian (38), han respaldado a su madre durante todo el proceso y han criticado duramente a su padre. Caroline incluso ha acusado a Dominique de haber sufrido abusos similares a los que vivió su madre.
Los hechos que se juzgan ocurrieron entre julio de 2011 y octubre de 2020, primero en la región parisina y luego en Mazan, donde la familia se mudó al jubilarse. Dominique contactaba a desconocidos a través de una plataforma en línea y los invitaba a su hogar tras sedar a Gisèle con grandes dosis de ansiolíticos.
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