La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Para garantizar su entrada al paraíso los emires no se bajan del camello
El próximo domingo, se llevará a cabo la inauguración de la Copa Mundial de la FIFA Catar 2022 y, a pesar de los enormes recursos que manejan los catarís, tienen dificultades para integrar el show inicial, varios artistas han declinado las suculentas ofertas.
La razón: en dicho país no se respetan los valores democráticos, la equidad de género no existe, la comunidad LGBTIQ+ es perseguida, los extranjeros se tienen que someter a las reglas religiosas locales y otras ‘lindezas’ por el estilo.
Además, la trama en la que se asignó la sede, estuvo plagada de corrupción, en los hechos, el mundial iba a realizarse en los EU, pero, a funcionarios de la FIFA y delegados con poder de voto, les ‘untaron’ la manita con carretadas de dólares, lo que al final provocó que Joseph Blatter dimitiera, sólo se salvó de ir a la cárcel, por su avanzada edad.
Ya elegidos, las autoridades del emirato, echaron la casa por la ventana y levantaron fabulosos estadios diseñados por despachos extranjeros, sin embargo, para la construcción, utilizaron la fuerza laboral de los trabajadores migratorios.
Estos migrantes, procedentes de Bangladés, India, Nepal, Pakistán y Sri Lanka, trabajaban en condiciones inhumanas, se les decomisaba el pasaporte y recibían salarios irrisorios.
Justamente, las condiciones laborales denigrantes, provocaron, de acuerdo a una investigación del diario The Guardian, la muerte de un aproximado de 6 mil 500 obreros y, en la mayoría de los casos, sus familiares no recibieron ninguna indemnización.
Lo más increíble del asunto es que, con todas estas circunstancias, el Mundial no haya cambiado de sede, lo cual nos indica que, de facto, la corrupción quedó institucionalizada.
Lo anterior confirma, que la tranza no es exclusiva de los gobiernos, los organismos multilaterales y la IP, también tienen su ‘corazoncito’.
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