Está científicamente comprobado que el aparato gubernamental y el manejo de la economía nacional ya entraron en un callejón sin salida. La feria de bastonazos de ciego es de antología. No respetan el viejo refrán que aconseja “asegurarse que el cerebro está conectado antes de poner la lengua a funcionar”.
Es como un barco sin timón, donde todo mundo quiere señalar la ruta y dar órdenes, cuando el problema es que quienes van arriba no saben ni de dónde vienen ni hacia dónde van. Nadie tiene la hoja de navegación, ni la brújula, ni una peregrina idea sobre alguna de las circunstancias del inminente naufragio.
Ya no hay forma de avanzar y existen todas las posibilidades de fracasar, determinadas de antemano por la población que sufre las consecuencias de los desórdenes y desatinos, así como por observadores objetivos y ajenos que no comulgan con las ruedas de molino, ni con los tragaldabas que creen sabérselas todas y comérselas crudas.
Desbarrancan sus fantasiosas proyecciones del PIB
Cada quien tiene su visión del desastre. Pero nadie atina a señalar ni las causas, ni las consecuencias, porque todos los que tratan de opinar sobre el grave percance han contribuido a construir un monstruo sin pies ni cabeza que amenaza con tragarnos a todos.
Los chichimecas hacendarios, quienes tienen la obligación de dar la cara mientras el titular se esconde tras los bastidores, desinflan todas las fantasiosas proyecciones del PIB que habían boletinado para el presente año. No lo desinflan, perdón, lo desbarrancan.
Dice Fernando Aportela, subsecretario a quien Vi(rey)garay utiliza como al enano del tapanco: “El factor más importante que justifica la modificación en nuestro rango de crecimiento es la situación económica en Estados Unidos; se están ajustando estimaciones a la baja, pasando de 2.5 a 2%”.
Esto, después de que hace apenas quince días nos vendieron el cuento del chamarilero, consistente en que la nave estaba preparada para cerrar 2016 con un crecimiento mayor al tres por ciento.
Alicia Bárcena: “es el mercado interno”, estúpidos
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina, la CEPAL de la ONU, quien conoce de cerca el manejo de los tecnócratas de petate desde hace muchos años –trabajó para ellos desde la extinta Secretaria de Programación y Presupuesto– estima algo radicalmente distinto.
Dice que cuando se presenta una crisis del tamaño de la mexicana, ”el mercado interno puede ser el motor del crecimiento, pero –¡aguas!– requiere de capacidad de compra, aumento de salarios, incremento de la productividad”.
Es decir, que si no hay pollo, no puede haber caldo de pollo. Es algo de lo que usted y yo venimos comentando en esta columna desde hace tres años. Una economía que no reactiva su mercado y su consumo interno, ni aumenta sus niveles de capacitación y competitividad, nunca podrá crecer arriba del 2%. Ha sido un estigma para los desvalidos chichimecas.
Una economía como la mexicana estará forzosamente impedida no sólo de crecer al ritmo que su población demanda, sino de ofrecer el menor número de empleos que se requieren para más o menos sortear la situación, para ofrecer empleos con salarios remunerativos, para reducir la pobreza, para recuperar el ingreso en los hogares.
Si a ello se aumenta la consideración que hace el paniaguado INEGI, que siempre hace el papel del payaso de las cachetadas –pero se espanta de las carcajadas del respetable– “ha aumentado la corrupción en los últimos dos años”. Parco, pero certero como un balazo en el pie.
Las reservas, al caño por el pago de intereses
Continúa la CEPAL: ¡el endeudamiento externo alcanzó los 12 mil 462 millones de dólares, tan solo en el primer trimestre del 2016, la más alta en los últimos 21 años y conste que en el 2015 aumentó en 69%! Y nos faltan de contar tres trimestres para acabar el año.
Para acabar de regar el tepache, el Banco de México contribuye a aumentar el horror, de por sí desbordado: ” El costo financiero de la deuda alcanzó el monto de 5 mil 900 millones de dólares (pago de intereses) en este primer trimestre, el mayor monto pagado desde 1995″.
Agrega en un boletín el Banco Central que debemos observar que los pagos más bajos de intereses de la deuda externa, son los que se cobran por los financieros mundiales en el primer y el tercer trimestre de daca ejercicio anual. ¡Pa’ colgarlos! ¿Qué sigue?
Por eso se han fugado ¡130 mil millones de dólares!
Dice la CEPAL, a través de su principal vocera: aunque las remesas son mayores a todo el monto de la inversión extranjera directa –integrando las petroleras de las “reformas estructurales”– (y los esfuerzos de los mexicanos desplazados al exterior son inauditos) ¡se han fugado en los últimos años 130 mil millones de dólares!
Remata Carstens –el mismo que junto a Vi(rey)garay tienen sustraídos los cuatro mil millones de dólares en barras de oro que compraron con nuestros impuestos y esconden en algún refugio fiscal paradisíaco, esperando sea la base monetaria de una campaña presidencial irrisoria– que:
“Aún y cuando la economía presenta un crecimiento favorable (?), es necesario seguir impulsando las fuentes de crecimiento interno, de modo que se alcancen mayores tasas de crecimiento de la economía sostenida… la implementación de las reformas estructurales es de gran importancia” (recontra sic). ¿Qué perro puede roer ese hueso?
Aumento al salario mínimo, inconcebible en sus cabecitas
Cifras internacionales dan a conocer que una de las economías menos boyantes de Occidente, la haitiana, paga el salario mínimo en 88 pesos, mientras que en México, sigue estancado en 73 pesos. ¡Hágame usted el refabrón cavor.!
¿Así es como quieren los chichimecas aumentar el consumo, para reactivar el mercado interno? ¿O es sólo una pose de tecnócrata para impedirse reconocer que llevaron al país al fracaso total?
Las voces que se levantaron desde hace tiempo, entre ellas la tonante del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, exigiendo la elevación urgente del salario mínimo, fueron desautorizadas por los mercachifles financieros, tachándolas de inflacionarias y atentatorias contra la estabilidad macroeconómica.
¿Qué entienden por macroeconomía estos ineptos? ¿Sólo las jugadas artificiales para inflar el valor del dólar, para acudir en rescate del peso y robarse las comisiones que se desprenden de ese artilugio?
Son voces de corruptos e ineficientes. Son las voces de depredadores, cebados en la molicie y la rapiña, cerebros desconectados, en un callejón sin salida. ¡Les falta poco para recoger las varas de tantos cuetes reventados!
Mientras, el pueblo que se muera de hambre… ¿O no?
Índice Flamígero: “Todo pagamos el pato”, me dice don Alfredo Álvarez Barrón en referencia a la anterior entrega en la que el escribidor narró el bochornoso espectáculo que debió soportar la señora Angélica Rivera en el Auditorio Nacional, hace unos días, mientras su hubbie se esconde entre sus faldas: “Lamento disentir, una vez más, de sus palabras, pero los que en realidad pagamos el pato (y los lujos de la primera dama), somos los millones de mexicanos que a duras penas sobrevivimos día con día. Por cierto: ¿cuándo se va a organizar en México esa especie de referéndum que están llevando a cabo los venezolanos para pedir la revocación de mandato de Nicolás Maduro?, tal vez así nuestros honorables políticos entiendan que el mal humor social está llegando a límites peligrosos, (ya que resulta) difícil entender el discurso oficial, pues mientras el nivel de vida de millones de mexicanos se sigue deteriorando día con día, desde las alturas del poder tratan de convencernos de que a todos nos está yendo bien y de que el país sigue avanzando. Es cuestión de enfoques, pero de algo no queda la menor duda: por conformistas y agachones nos ‘toca pagar el pato’, como diría el gran Jaime López; o en otras palabras: el estigma de la roque-señal, aquel gesto vulgar y canallesco, nos va a perseguir hasta la muerte”. El Poeta del Nopal se suma al reclamo: “La inteligencia desprecian / con su engañosa oratoria / y esconden, tras de su euforia, / un grave caso de amnesia; / mientras la crisis arrecia, / lo mismo que el descontento, / se aprecia en el firmamento / la infame roque-señal / que tiñe el humor social / ¡de vil encabronamiento!”.
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