“En el vientre de nuestras mujeres está el futuro de nuestra comunidad en Estados Unidos” fue más o menos la profética respuesta que el activista y defensor de los derechos de los campesinos, César Chávez -norteamericano con raíces mexicanas-, dio al periodista Ricardo Rocha en una entrevista que le hizo hace 30 años. Eso contaba el periodista en alguna narración que le escuché hace años y por lo que me interesé en la figura del hombre de origen mexicano que logró que el gobierno de Estados Unidos reconociera los derechos de los campesinos.
Hoy, en la oficina oval de la Casa Blanca hay un busto de dicho personaje, colocado ahí por el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y esa decisión además de llena de simbolismo está también cubierta de un fin práctico. El Presidente Biden, al igual que los miembros de su partido, sabe muy bien la importancia y peso específico de los trabajadores mexicanos nacidos y no nacidos en Estados Unidos. En 2015 lo que esos mexicanos producían representaba el 8% del Producto Interno Bruto (PIB) de EE. UU. y para este año ya representa el 12% y eso, en cualquier país del mundo, pesa.
Los más de 30 millones de mexicanos en Estados Unidos conforman la mayor minoría dentro del país vecino, de manera que, como visionariamente lo dijo el defensor de los derechos de los campesinos, la conquista de más derechos ha estada basada en su crecimiento demográfico.
Dentro de las primeras medidas que Biden ha comprometido es la tan esperada reforma migratoria que permita a más de 8 millones de mexicanos poder regularizar su situación en ese país. Son hermanos y hermanas mexican@s que han dejado su país, su hogar, su familia, su corazón en búsqueda de una mejor vida para los suyos. Al ser hijo de una migrante, he vivido en carne propia el sacrificio, el trabajo y las tristezas de quienes dejan atrás vidas para buscar un sueño que cuesta sudor y lágrimas.
El anuncio del Presidente Andrés Manuel López Obrador de empujar para que esa promesa de Biden se haga realidad, es una deuda que el gobierno mexicano tiene con aquellos que en los últimos años han sido la mayor generación de divisas para México. Y si en Estados Unidos la producción de origen mexicano ha crecido de manera importante, aquí las remesas se han convertido en un verdadero salvavidas, y más en estos momentos de la crisis por covid-19 cuando los ingresos por el petróleo y el turismo se han caído.
Enhorabuena, entonces, por la fuerza mexicana que sigue creciendo en influencia en el vecino país. Para ejemplo está precisamente Julie Chávez Rodríguez, nieta del activista, quien durante la administración del presidente Barack Obama estuvo muy involucrada en el programa DACA para proteger a los infantes recién llegados. Ella ha sido nombrada por Biden como directora de Asuntos Intergubernamentales de la Casa Blanca, siendo la latina de mayor rango dentro de ese gobierno con derecho de picaporte, convirtiéndose en el ejemplo vivo de que esa profecía de César Chávez se está cumpliendo.
Y a los extraterrestres, primero investiguen, después opinan.