No Pasa Nada
Por: Jesús Solano Lira
A poco más de una semana de los hechos sangrientos que dejaron dos muertos y tres heridos en la cervecería “Chelastoc”, en Ecatepec no hay resultados de las investigaciones iniciadas por la Fiscalía de Justicia del Estado de México. Mmmmm que raro.
Pese a los hechos de violencia, los dueños de esos antros mueven sus hilos y reabren regularmente dos o tres semanas de los sucesos. Sus dueños pagan multas, promueven amparos y vuelven a abrir después de que se calman las aguas. Para ellos aplica a la perfección la política de No Pasa Nada.
La proliferación de cervecerías, chelerías, como el “Chelastoc”, y antros de mala muerte no son exclusivos de Ecatepec, sino de toda la zona oriente del Valle de México, donde las autoridades cierran uno y los “emprendedores” de estos ilícitos negocios abren 4.
De acuerdo con fuentes judiciales, el “Chelastoc”, es propiedad de uno de los socios de la Unión de Sindicatos y Organizaciones Nacionales (UNSON), considerada una de las once organizaciones criminales que operan en el Estado de México, y cuyo líder Guillermo Fragoso Baez, con todo cinismo, asegura que son unas blancas palomitas, perooo traen varias carpetas de investigación abiertas por lesiones, homicidio, extorsión e invasiones de predios, que no avanzan por los compromisos de los gobiernos en turno con finísimo personaje.
Durante las administraciones del PRI, PAN, PRD y Morena, los antros no han dejado de multiplicarse en zonas marginales, parques industriales y avenidas principales de Ecatepec, Nezahualcóyotl, Los Reyes, Chimalhuacán, Ixtapaluca y Texcoco, entre otros municipios, y siguen operando sin restricción alguna, así como con graves violaciones al uso de suelo, a las normas sanitarias y de protección civil.
Esos establecimientos se instalan sin regulación, sin salidas de emergencia, a través de una cadena de corrupción y moches entre sus propietarios y funcionarios de medio pelo de los ayuntamientos.
Al interior de esos centros de “entretenimiento” se permite el acceso a menores de edad, regularmente adolescentes del tercer año de secundaria y de bachillerato, ávidos de aventura. Se les permite inhalar solventes y hasta consumir drogas sintéticas y fumar mariguana, sin prohibición alguna.
Las denuncias de vecinos, padres de familia y diversas organizaciones no tienen eco en las autoridades. Esos antros representan toda una renta para jefes policíacos y “comprometidos funcionarios” municipales y estatales.
El gancho para que corra alcohol adulterado y drogas, son las llamadas tocadas en locales pequeños que son abarrotados por los frenéticos jóvenes.
En muchos de ellos, las dimensiones de los inmuebles no superan los 100 metros cuadrados, y son caldo de cultivo para diversos ilícitos, como la prostitución, la trata de personas y la corrupción de menores, además de punto de reunión de cabecillas de bandas de delincuentes.
Y aunque el Operativo “Atarraya” impulsado por el gobierno del Estado de México ha permitido el cierre de cientos de antros y chelerías clandestinas, no ha sido determinante para contener y erradicar su instalación.
Se requiere más de espectaculares operativos. Urge una verdadera regulación y control, para contener la proliferación de antros en la Zona Oriente del Estado de México, así como una recuperación del tejido social. Lamentablemente ya no hay capacidad de asombro, ante los constantes hechos de violencia que vivimos día con día.