La situación de los norcoreanos deportados desde China a su país de origen revela un sombrío panorama de abusos y torturas. El caso de Kim Cheol Ok, una mujer norcoreana que vivió 25 años en China y fue repatriada, arroja luz sobre los peligros que enfrentan quienes son forzados a regresar a Corea del Norte.
El 9 de octubre de 2023, Cheol Ok realizó una angustiante llamada telefónica a su familia informando sobre su inminente deportación. Ese día, ella y otros 500 norcoreanos residentes en China fueron repatriados por la fuerza. La historia de Cheol Ok, quien vivió en reclusión en una provincia china durante décadas, destaca el destino incierto de aquellos deportados.
Cuando Cheol Ok llegó a China a la edad de 14 años, fue casada por un traficante con un hombre 30 años mayor que ella. A lo largo de los años, vivió sin un permiso de residencia chino, trabajando en el campo y restaurantes. Sin embargo, todo cambió este año cuando fue detenida por la policía china, aparentemente durante un intento de escapar del país.
El temor de su familia se basa en testimonios de norcoreanos deportados anteriormente. Kim Yu Bin, otra hermana mayor que escapó y ahora vive en Londres, comparte la angustia de su experiencia anterior. Relata que su hermano murió bajo custodia norcoreana, describiendo un trágico final de golpizas y abandono en un saco de arroz.
La pandemia de COVID-19 cerró las fronteras entre Corea del Norte y China durante más de tres años. Tras la apertura, ambos países acordaron la repatriación de norcoreanos, un proceso que ha llevado a más de 1,000 testimonios de abusos documentados por Korea Future, una organización dedicada a los derechos humanos.
Los deportados enfrentan brutales interrogatorios en Corea del Norte para determinar sus motivos para abandonar el país, con la fuga hacia Corea del Sur siendo considerada un crimen especialmente grave. La tortura posicional, que implica largas horas sentados en condiciones extremas, es una realidad para muchos detenidos.
A pesar de las crecientes denuncias y llamados internacionales, China continúa deportando norcoreanos, negándoles la protección de la Convención de Ginebra sobre los Refugiados. La atención internacional puede ofrecer alguna esperanza, pero el oscuro destino de aquellos deportados sigue siendo incierto.
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