DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
La amenaza se mantiene latente y Marcelo Ebrard reta al destino y al partido gobernante y amaga con su salida del partido y con él, supuestamente, una larga fila de militantes que se sumarían a su movimiento.
Todavía no define si irá como candidato presidencial, dejando un mar de confusiones, aunque solamente podría hacerlo por la vía de un partido político y de acuerdo a la situación actual, únicamente le queda el Movimiento Ciudadano como opción.
Marcelo sigue la ruta que alguna vez transitaron otros personajes que creyendo que contaban con el respaldo suficiente renunciaron al partido gobernante, para presentarse como opción de otra agrupación política que no les rindió de acuerdo a lo explorado.
No son muchos los políticos mexicanos que se atreven a retar al poderoso partido gobernante y enfrentarlo en las urnas, en el caso de elecciones presidenciales.
De esos pocos personajes, ninguno de ellos consiguió siquiera poner en jaque al partido gobernante, ya que quedaron muy distantes de la copiosa votación recibida por el candidato oficial.
La única excepción ocurrió en 1988, cuando Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano le movió el tapete al entonces invencible PRI, aunque sus cinco millones de votos quedaron lejanos de los nueve millones del candidato oficial, Carlos Salinas de Gortari, aunque quedó latente la duda de un fraude electoral.
Antes de la irrupción de Cárdenas Solórzano en una organización ajena al PRI, el michoacano había ganado elecciones para senador y gobernador, con el emblema del Revolucionario Institucional.
Sin embargo, antes de ello, en 1946, Ezequiel Padilla Peñaloza, dejó las filas del padre del PRI, para competir por otro organismo (Partido Democrático Mexicano) con su compañero de gabinete, Miguel Alemán Valdés. Padilla había sido senador y miembro del gabinete del partido tricolor, por lo que hubo de renunciar a la secretaría de Relaciones Exteriores, de la que era titular.
El resultado de los comicios fue decepcionante y se situó muy lejano del victorioso Miguel Alemán.
Seis años más tarde, Miguel Henríquez Guzmán, un divisionario cercano al afecto de Lázaro Cárdenas, decidió renunciar al PRI y reunir una Federación de Partidos que lo postuló candidato presidencial, con una votación de más de medio millón de votos. La diferencia que tuvo con Adolfo Ruiz Cortines llevó al general a denunciar fraude y aunque un gran contingente de generales en retiro se sumó a su lucha no pasó nada grave.
Un miembro importante del gabinete presidencial de 1988-94 y que fue relegado de la nominación presidencial decidió separarse del partido gobernante un sexenio después, fundó su partido (Centro Democrático) y se presentó a la contienda presidencial del año dos mil, donde ni siquiera arribó al uno por ciento de los votos y perdió el registro. Camacho Solís es el gran maestro de Marcelo Ebrard Casaubon cuyos pasos sigue el hoy crítico del sistema usado por MORENA.
Otros personajes dejaron sus partidos para incursionar en la aventura de la candidatura presidencial, aunque no provenían de partidos gobernantes: Cecilia Soto por el PT, Porfirio Muñoz Ledo, compitió por el PARM, Roberto Campa Cifrián, PANAL y Margarita Zavala Gómez del Campo que fue registrada como independiente.
Ahora no queda más que esperar el plazo lejano dado por Marcelo para saber el destino de quien sigue la ruta de su maestro.
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