La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El lugar común tiene su excepción: no siempre se puede
Ahora, que vivimos la fiebre de los Juegos Olímpicos, de nueva cuenta resurge el cuestionamiento: ¿por qué las y los mexicanos no ganamos más medallas?
Somos testigos, del esfuerzo de los atletas y vemos, con frustración, que en varios casos se quedan a un tris de ganar una presea, así pues, en ese momento, vienen los cuestionamientos y lo asertos: ¿es un problema de actitud?, ¿los jueces juegan en nuestra contra?, ¡eso sólo nos pasa a nosotros!, ¡ya ni a raza de bronce llegamos!
En sí mismo, el origen de los resultados no es una cuestión racial, sino, de políticas públicas. Mientras el deporte, al igual que la cultura, sean vistos como un asunto ‘cosmético’, nunca habrá grandes resultados en las justas deportivas. Veamos.
Hasta fines de los años ochenta, los cubanos y soviéticos obtenían un magnífico cúmulo de medallas y, por lo contrario, la República Popular de China mostraba modestos logros y hoy, en 2024, el panorama es diametralmente opuesto ¿por qué pasa esto?
La respuesta es sencilla: el flujo de recursos destinados a la práctica deportiva.
En este contexto, si en México, la CONADE, padece un recorte significativo de su presupuesto, es complicado que las y los atletas puedan obtener un mejor rendimiento.
Desde luego, no todo es cuestión de aumentar los recursos, sino, verificar en que se aplican, destinarlos a viáticos para funcionarios, no mejora en nada las circunstancias.
Un equilibrio, consensado, entre los recursos públicos y la participación de la Iniciativa Privada, puede traer un impulso interesante al medio, claro está, es cuestión de prioridades.