Por: Ricardo Burgos Orozco
El domingo 17 de marzo pasado se presentó el primer debate entre los candidatos al gobierno de la Ciudad de México entre Clara Marina Brugada Molina, de Morena, PT y Verde Ecologista; Santiago Taboada Cortina, del PAN, PRI y PRD, y Salomón Chertorivski Woldenberg, de Movimiento Ciudadano, en un escenario acartonado, en una mesa redonda y con dos conductores muy limitados: Blanca Becerril y Víctor Hugo Michell.
Brugada habló de las “utopías” como si todo el mundo las conociera, estrategias que utilizó cuando fue alcalde de Iztapalapa, que dice le funcionaron muy bien, aunque la mayoría de los capitalinos nos quedamos con cara de what porque no sabemos lo que eso significa y si realmente tuvieron éxito o no.
La palabra utopía significa sistema ideal que parece muy difícil de realizar. Sin embargo, lo que no explicó Clara Marina Brugada Molina es que su proyecto en su demarcación significa algo muy distinto, es el acrónimo de una estrategia llamada Unidades de Transformación y Organización para la Inclusión y la Armonía Social (Utopias). Ella dice que han funcionado de maravilla en Iztapalapa, hogar de casi dos millones de personas cuyos indicadores socioeconómicos son muy desfavorables.
Además de referirse a las casi desconocidas utopias (así sin acento, aunque ella las denomina con acento) la exalcaldesa tuvo otros lapsos en donde denotaba nerviosismo como cuando habló del chilango moment, del cual tampoco nadie supo que quiso decir. Lo curioso es que volteaba a ver a Taboada como su buscara su aprobación o quisiera ver en el rostro del exalcalde de Benito Juárez una mueca de dolor o enojo por lo que le estaba señalando.
Se ve que Taboada se aprendió sus textos casi de memoria; sólo bajaba la mirada dos o tres segundos para recordar lo que seguía en su intervención. No se inmutó cuando Brugada le mostró una primera plana del periódico Reforma donde se leía que él iba a ser el próximo a la cárcel como responsable del llamado “Cártel Inmobiliario”. Seguro ya esperaba ese golpe. Él respondió acusando a Clara de hacerse de un inmueble por 339 pesos; ella no le contestó sobre eso en ese momento; al día siguiente reconoció que fue un error en su declaración patrimonial.
Casi ignoraron al tercero en discordia, Salomón Chertoviski Woldenberg, quien hacía sus propuestas, sobre todo una muy loca de mover el Aeropuerto de la Ciudad de México a otro lado por saturación, pero no dijo adónde ni cómo. El exsecretario de Economía capitalino no es un mal candidato, pero me da la impresión que a final de cuentas, como miembro de un partido esquirol, va a declinar por Morena; al tiempo.
En este primer debate Clara Marina Brugada Molina y Santiago Taboada Cortina estuvieron muy parejos. La exalcaldesa está en mayor desventaja porque la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo ha exhibido varios desplantes contra ella; no la quiere, aunque en público se muestre lo contrario. No le perdona que hayan bajado a su favorito Omar García Harfuch por su causa, aunque Andrés Manuel López Obrador lo haya ordenado.
Por lo que respecta a los debates, ojalá que el segundo no sea tan acartonado, que le den oportunidad a los capitalinos de hacer preguntas o de participar de alguna manera y hacerlo más dinámico. Como sea, todos los habitantes de la Ciudad de México tenemos la obligación de verlos y enterarnos quién nos va a gobernar los próximos seis años.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político