Fuera de Todo
Denise Diaz Ricárdez
Claudia Sheinbaum y su reciente ascenso a la presidencia está rodeada de expectativas, especialmente en materia de seguridad. La violencia y la criminalidad han sido temas persistentes en el país, y la forma en que Sheinbaum aborde este desafío será crucial para su legado. Su estrategia de seguridad, que combina tecnología, prevención y participación comunitaria, se presenta como una propuesta ambiciosa, pero también enfrenta críticas y escepticismo.
Dado que uno de los aspectos más destacados de su enfoque es la incorporación de tecnologías avanzadas para la vigilancia y la prevención del delito, como lo hizo durante su gestión como jefa de gobierno de la Ciudad de México, impulsó sistemas de cámaras y herramientas de análisis de datos que prometían mejorar la capacidad de respuesta ante situaciones delictivas.
Sin embargo, la transición a la presidencia implica que estos esfuerzos deben escalarse a nivel nacional, un reto monumental dado el tamaño y la complejidad del país. La eficacia de esta estrategia dependerá de la implementación adecuada y de la capacidad para gestionar un sistema que no solo sea efectivo, sino también respetuoso de los derechos humanos.
La prevención del delito ha sido otro pilar en su propuesta. Sheinbaum ha abogado por programas que busquen abordar las causas profundas de la criminalidad, como la pobreza y la falta de oportunidades. Este enfoque, que incluye la promoción de la educación y el desarrollo social, es esencial para crear un entorno más seguro a largo plazo.
Sin embargo, la realidad es que estas iniciativas requieren tiempo y recursos, y los resultados no siempre son inmediatos. Los ciudadanos desean ver cambios tangibles en su seguridad y, en ocasiones, pueden ser impacientes ante la lentitud de estos procesos.
La participación comunitaria es un componente adicional de su estrategia. Fomentar la colaboración entre los ciudadanos y las autoridades puede resultar en un sentido de responsabilidad compartida en la seguridad. Sin embargo, esto plantea el desafío de cómo movilizar a las comunidades y garantizar que realmente se escuchen sus voces. La confianza en las autoridades es un factor crítico, y construirla llevará tiempo y esfuerzo.
A pesar de su enfoque integral, Claudia Sheinbaum enfrenta un contexto complicado. La violencia en México es multifacética, y las organizaciones criminales tienen un poder arraigado que no se desmantela fácilmente. La presión para obtener resultados inmediatos puede llevar a decisiones que prioricen la reacción sobre la prevención, lo que podría comprometer los principios de una estrategia más holística.
Ha esto habrá que sumarle el correcto desempeño de la Guardia Nacional y su puntual vigilancia para que no sea un reflejo de la militarización del país; la estrategia de seguridad de Claudia Sheinbaum como presidenta de México representa una oportunidad para abordar uno de los problemas más apremiantes del país.
Su enfoque en la tecnología, la prevención y la participación comunitaria tiene el potencial de transformar la manera en que se aborda la seguridad. Sin embargo, el éxito de esta estrategia dependerá de la implementación efectiva, el compromiso a largo plazo y la capacidad de generar confianza entre la ciudadanía y las instituciones.
La seguridad no es solo un asunto de cifras y estadísticas; es una cuestión de calidad de vida para millones de mexicanos.