Joel Hernández Santiago
Ya es una cantaleta cotidiana entre estrellas, estrellitas o asteroides del análisis político en México: ‘Las ideologías ya no existen’; ‘Ya no hay el viejo dibujo de los contrastes del pensamiento, de doctrinas o proyectos de nación’. ‘El izquierda o derecha, y sus variantes, ya es demodé, cutre, primitivo, y sin cepillar’…
Y que sí hay propuestas de gobierno pero en base a lo pragmático y la identidad; en base a lo que la sociedad exige y no en base a ideales de justicia desde perspectivas distintas…
Y para reforzar el argumento se acude a la revisión de los partidos políticos –en el caso preciso de México- que son organizaciones de políticos o aspirantes a serlo, sin una necesaria semejanza de pensamiento o ideales o estructuras teóricas y prácticas entre ellos: La praxis pura; la política por la política, hedonista; el aquí y ahora, que mañana será otro día… El utilitarismo rampante.
Y la pregunta inmediata ¿Para qué sirve la ideología en un país sin ideologías definidas, con un gobierno sin identidad propia, con partidos integrados por distintas formas y con ciudadanos indiferentes? ¿Y los partidos políticos en México son, en verdad, partidos políticos en el sentido estricto e histórico con aquello –antes dicho- de la identidad particular, ideología, doctrina, proyecto de nación e, incluso, líderes a la altura del arte?
Pues nada, que ya desde hacer rato queda claro que eso de las ideologías ha terminado (ya lo decían en 1992, cada uno por su parte, Daniel Bell y Francis Fukuyama); eso de las identidades irrestrictas ya no existe en nuestro país y, por tanto, los políticos pasan de un partido político a otro sin solución de continuidad en la medida de sus propias ambiciones, que nada tienen que ver con los valores de la democracia y del servicio público o lo que quiere y demanda la ciudadanía: Son los famosos chapulines que brincan de un lado para otro…
Y los partidos políticos que, como institutos, lo mismo integran al agua con el aceite para dar forma a un envase único pero que dentro de sí se mueven aguas distintas y distintas turbulencias…
… Como ya queda claro en el caso del Movimiento de Reconstrucción Nacional (Morena) que nació de los residuos del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que integró a disidentes priístas decepcionados del gobierno de Peña Nieto y ambiciosos por seguir en “el servicio del pueblo”…
… (Véase cuántos integrantes del gabinete son egresados de las filas del priísmo, incluyendo al presidente López Obrador); es el partido que incluyó gente de la derecha-izquierda-centro-agnósticos-ultraderecha y más: todos ellos, por lo mismo, hoy en pugna interna aquietada por órdenes presidenciales, y que aún se define como de ‘izquierda’
Y ahora la novedad en el frente es que con miras a las elecciones de junio de 2021, distintos partidos políticos, antes enemigos acérrimos, confrontados por aquellos ideales que los caracterizaban y que todavía en 2018 aparecieron en las boletas electorales mirándose feo unos a otro…
Pues resulta que ahora se proponen a ir juntos en contra de ese mosaico de colores como es Morena, al que suponen que lleva las de ganar porque es gobierno y porque es mayoría legislativa y porque el presidente tiene la más firme determinación de que Morena sea ganón en 2021, lo que le daría el impulso para seguir considerándose como favorito del pueblo mexicano.
Así que en el marco de la polarización a la que se ha inducido al país, los partidos PRI, PAN y PRD han dicho que crearán coaliciones en distintos estados en donde se disputarán las 15 gubernaturas, así como para conseguir mayorías legislativas o municipales… Los tres grandes fracasados en las elecciones de 2018 y cuyos gobiernos tampoco tienen mucho de qué presumir.
De fructificar estas coaliciones –dicen- harían lo mismo para la elección presidencial de 2024. Por lo pronto 2021 está en la mira y, como ya se dice: ¿Quién lo iba a decir?: PRI con el PAN… y de colita el PRD diluido en sí mismo por sus luchas internas-tribus-ambiciones.
Pues eso: que eso de las ideologías es lo de menos; lo de los compromisos de partido e identidades particulares con las que consiguieron el registro como Partido Político es pasado, es otro momento y es estorboso para lo que quieren en este momento: ganar gubernaturas, mayorías legislativas, municipios. Será bueno saber cómo se repartirán las candidaturas, las estructuras de gobierno, y los cargos y abonos…
Pero este mismo ‘desdibujo’ ideológico obliga a reflexionar sobre una revisión del sistema de partidos en México; el sí y el no de estos institutos.
Porque a fin de cuentas la idea misma de un partido político no es lo que está mal, lo que está mal es el manoseo, la manipulación y el desdoro en su composición, ruta y ambiciones políticas; y lo peor es que los mexicanos de a pie, los que votaremos en junio de 2021 dejamos que así sea; y pagamos por ello con nuestro trabajo.
El presidente ha descalificado esta coalición PRI-PAN-PRD… Se burla de ella. Aunque olvida que precisamente también llegó a la presidencia con una coalición de ‘agua y aceite’ y que Morena, lo dicho, es un “rehilete que engaña la vista al girar”…
Ya veremos qué sigue a esto. Pero lo que es cierto es que en todo el mundo existen estas coaliciones, pero tienen un sentido único con identidades específicas y propuestas concretas para los electores. No aquí. Pero ya veremos en qué termina esta ‘feria, y su jugada’.
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