Por Ramsés Ancira
Sin música la vida sería un error. Friedrich Nietzsche
Hay una escena de la película Coda, transmitida a través de Netflix que dura apenas segundos; pero que representa toda la filosofía de esta cinta canadiense a la que también se ha titulado para su difusión en Europa con el nombre menos afortunado de La Vida con Música: es una pintura en la que de repente un elemento se anima, tiene un ligero movimiento. Así es toda la obra, sutil, en cada detalle.
Dirigida por el todavía insuficientemente afamado Claude Lalonde, y escrita por Louis Godbout, muy poco conocido aún en el mundo latino, la película descansa en la actuación de Patrick Stewart, mundialmente conocido por su actuación como el capitán Picard, en La Nueva Generación de Viaje a las Estrellas y por la hermosa Katie Holmes.
La pista musical, siempre puntual y acorde a la trama está integrada por fragmentos de las Sonatas de Scarlatti, K.1, K.8 y K.87; la Balada 4 de Chopin; el tercer movimiento de la Sonata Apasionada de Beethoven; el Estudio de Scriabin, opus 8, número 12; Escenas de Niños número 10 de Schuman, pieza subtitulada también en alemán como “Fast Zu Ernst” que se traduce al español como “Casi demasiado serios” y el Preludio Número 8 de Bach, con algunos acordes de Carmen, de Bizet.
El solo hecho de ver a un hombre que tenía 80 años al momento de realizar esta interpretación, y que hace largas caminatas, rema, nada y anda en bicicleta, es motivo de inspiración. Agregue que, antes de empezar la filmación aprendió a tocar el piano y tendrá más motivos para encontrar inspiración en este largometraje, con un guion de escenas cuya gramática visual y edición de sonido, da para que el espectador pueda reflexionar sobre múltiples temas relacionados con el sentido de la vida y del arte.
Sobre esta película sobria y musical, que lejos de caer en el drama, destaca la bondad innata de los seres humanos se ha escrito:
- “El regio Patrick Stewart es una elección perfecta (…) en la sombría, intelectual y bastante agradable ‘Coda, que tiene el ritmo sutil y la angustia existencial de un drama escandinavo de los 70” Richard Roeper: Chicago Sun-Times
- Hollywood Reporter la reseñó así “ CODA es un corazón radiante y profundamente satisfactorio que más que abraza la fórmula; localiza el placer y la pureza en él, recordándonos las gratificaciones reconfortantes, incluso catárticas, de una historia agradable bien contada”.
A quienes no les ha gustado el guion, les diríamos que el canon establece que en toda obra dramática hay un antagonista. En esta película se rescata la bondad de todos los seres humanos: la del niño que sin palabras, quiere acompañar y hacer reír a un hombre melancólico; la del representante artístico que lejos de buscar ganancias, privilegia la coda; el fragmento final de la vida de un artista; la periodista especializada, y muchos más.
Coda fue seleccionada para el prestigiado festival Sundance que fundó Robert Redford, pero hay que tener cuidado de no confundirla con otra de igual nombre en la que participa Eugenio Derbez.
Sin premios, sin la propaganda que merece, aunque sí respaldada del ingenio de un pianista, Serhiy Salov que ha tenido el talento de interpretar casi todas las obras musicales cuyos fragmentos están en la película, Coda (término italiano que significa literalmente “cola” o sección musical al final de un movimiento, a modo de epílogo), es una obra maestra que deberá convertirse en un clásico, a menos que las nuevas generaciones de espectadores se conviertan en analfabetas e insensibles.