La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Sin necesidad de gas lacrimógeno, el Cui nos hace llorar, o sea, reprime con el ejemplo
Fiel a su estilo, en su conferencia del miércoles, Cuitláhuac García habló sin reflexionar sus dichos y reveló una situación muy grave: cuando a la policía se le indica aplicar un operativo ‘Código Rojo’, los uniformados disparan ‘sin esperar órdenes’.
Lenguaraz, el mandatario precisó que, por eso, los gendarmes accionaron sus armas contra los manifestantes de Totalco matando a dos campesinos y, también, contra dos estudiantes que persiguieron la madrugada del pasado miércoles en Xalapa, cuando no se detuvieron en un retén y se llevaron de ‘corbata’ a dos elementos en motocicleta, por fortuna, los jóvenes y los policletos, sólo resultaron heridos.
Histriónico, el Cui afirma que en una situación de ‘emergencia’, los jenízaros no pueden consultar con sus mandos, sino, aplicar ‘protocolos’ y, suponemos, que estos consisten en disparar y después averiguar.
Sin ser expertos en seguridad, nos preguntamos: ¿los ciudadanos que protestaban en Totalco estaban armados? ¿no era suficiente con dispersarlos con otros mecanismos?
En la Ciudad de México, hay ejemplos de cómo controlar a las y los anarquistas en las marchas sin balearlos ¿acaso Seguridad Pública de Veracruz desconoce estos modelos para minimizar la efervescencia en las multitudes?
Sobre el caso de los chavos, que no se detuvieron en el retén (todos sabemos que de esos retenes no se puede esperar nada bueno), inquirimos: ¿dispararon desde su vehículo? ¿no bastaba con inutilizar los neumáticos y revisarlos?
¿En manos de quiénes estamos?