Por Aurelio Contreras Moreno
En la anterior entrega de la Rúbrica dimos cuenta de tendencias consultadas con anterioridad y de una encuesta reciente que coinciden en colocar al candidato de Morena a la gubernatura, Cuitláhuac García Jiménez, al frente de las preferencias en Veracruz.
Más allá de los cuestionamientos que simpatizantes y militantes de uno u otro bando puedan hacer a estos estudios demoscópicos, que de suyo no definen las elecciones, lo cierto es que en general las tendencias, en Veracruz y otros estados, sí favorecen a varios de los candidatos de Morena a los diferentes cargos de elección popular en juego. Pero también es un hecho que muy poco –o nada- han hecho para merecerlo.
Desde que se postuló por primera vez a la Presidencia de la República y hasta la fecha, la figura de Andrés Manuel López Obrador ha sido un imán de votos que, si bien en las dos ocasiones anteriores no le ha permitido a él conseguir su objetivo de hacerse de la Presidencia de la República, sí ha beneficiado decididamente a los candidatos de los partidos que lo han apoyado.
De no haber sido por López Obrador, el Partido de la Revolución Democrática jamás habría logrado la representación legislativa que obtuvo entre 2006 y 2012, mientras que otros como Movimiento Ciudadano –antes Convergencia- y el Partido del Trabajo, probablemente hasta habrían perdido su registro y desaparecido –felizmente- de la faz del presupuesto público.
A partir de la obtención del registro como partido político del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) hacia 2015, el mismo efecto se replicó: los candidatos postulados por este instituto político obtuvieron sendas y en muchas ocasiones insólitas victorias, gracias al posicionamiento de la marca López Obrador, de la cual se “colgaron” con uñas y dientes.
En la propaganda de los candidatos morenistas a prácticamente todos los cargos de elección popular, siempre suele incluirse una imagen de su líder, aun cuando éste no contendiese por ningún puesto en los procesos electorales anteriores. Con mayor razón ahora que busca por tercera ocasión la Presidencia de México. Incluso, el Instituto Nacional Electoral acaba de ordenar la suspensión de la difusión de spots de radio y televisión de candidatos de Morena en los estados de Puebla, Chiapas, Morelos y Veracruz por una “indebida sobreexposición” del abanderado presidencial.
Este uso y abuso de la figura y el innegable carisma de López Obrador han propiciado que a congresos y alcaldías lleguen personajes de la peor calaña cobijados por las siglas de Morena, que terminan mostrando el “cobre” a la menor provocación. En Veracruz hay varios ejemplos, particularmente en la Legislatura local, que se “vendieron” por “lentejas” a sus adversarios políticos y hoy hasta baños de pureza se dan.
A ello hay que sumar la estrategia de “cachar” y regalarle candidaturas a cuanto impresentable se quisiera unir a la “causa” que el lopezobradorismo puso en práctica en este proceso electoral, los cuales, independientemente de que gane o no los comicios Andrés Manuel el próximo 1 de julio, en cuanto asuman sus cargos los que se alcen con la victoria, se mostrarán tal cual son y saltarán del “barco” de Morena, pues lo único que los motivó a subirse fue la más vulgar ambición. Nada más.
El pragmatismo en el cual Andrés Manuel López Obrador ha cimentado el crecimiento de su partido sin duda puede hacer que ganen elecciones y que él mismo cumpla su cometido de finalmente llegar a la Presidencia de la República.
Pero los medios que se están ocupando para alcanzar ese objetivo, al final se pueden volver en su contra.
Y ejemplos sobran.
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