José Luis Parra
Ufff… cayó del caballo. No en el camino a Damasco, pero sí rumbo a Hermosillo.
Luis Donaldo Colosio Riojas ha sido tocado por la gracia de la iluminación política y, entre revelaciones, acaba de anunciar que no buscará la gubernatura de Sonora.
¡Amén, hermanos!
En un país donde los políticos se apuntan hasta para el club de jardinería del ISSSTE, Colosio Jr. decidió bajarse del caballo antes de montarlo. Es decir, dice que no, que gracias, que muy honrado por la encuesta, pero que mejor se queda en Nuevo León. Que Sonora merece a alguien más… “atento a sus realidades”.
¿Será?
La explicación suena bonita. Tan bonita como los discursos del padre. Pero en política no hay iluminados, hay cálculos. Y los de Colosio Riojas parecen decirle que donde puede sumar es en Monterrey, no en el desierto sonorense donde su apellido pesa, pero para abajo.
Porque seamos claros: en Sonora se honra la memoria del padre, no la del hijo. Menos la del espíritu naranja.
Y ahí está el problema. En Sonora, la figura del padre sigue atrapada en una urna. No hay misa sin que se mencione, ni encuesta que no lo ponga arriba… al muerto, claro. Pero el hijo es otra historia. Mucho marketing, poca pólvora.
Si algo dejó claro esta renuncia anticipada es que Colosio Riojas se quiere guardar para 2027 y, si se puede, apuntarse para 2030. Gobernar Nuevo León es el trampolín. El Palacio de Gobierno en Monterrey como escalón al Palacio Nacional.
Tiene sentido. En Movimiento Ciudadano lo quieren de carta fuerte. Lo cuidan. Lo barnizan. Y lo esconden de los pleitos de barrio como los que hay en Sonora, donde los grillos están más broncos que el narco.
¿Y Durazo?
Pareciera que su gente se entretiene impulsando encuestas fuera de toda lógica.
Bien, el propio Colosito ha dicho que considera a Durazo como de la familia.
Hay confianza, lazos familiares.
Por eso no debemos dudar que el proyecto Colosio Presidente es asunto de familia.
Por lo pronto, podriamos pensar que el proyecto doméstico actual, el de Lamarque, no tiene la marca de Durazo. Y eso pondría las cosas sumamente interesantes. Lo mejor estaría por venir. Pese a que el gran Tlatoani quiere al cajemense como candidato a gobernador.
Colosio, hay que admitirlo, sí sabe a dónde mover sus fichas. Y si en el camino le hace el favor a su propio legado, qué mejor. Porque eso sí, en política los simbolismos pesan, pero sólo si traen votos en la maleta.
Por eso Luis Donaldo se quedó en su zona de confort regiomontano. Allá tiene historia, reflectores, y un partido dispuesto a empujar su imagen como si fuera la nueva Coca-Cola.
En cambio en Sonora…
En Sonora se juega otra cosa. Aquí se hace campaña con el ataúd del padre.
Y eso, ni con encuestas a favor, es terreno santo.