Claudia Rodríguez
No sólo el discurso ahora inacabado de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato a la Presidencia del Revolucionario Institucional y de Carlos Salinas en un primer momento, sino muy seguramente otras acciones de Gobierno en manos de Colosio Murrieta, habrían logrado el inicio de la democratización de su partido, y tal vez hasta del país, en aquellos años finales del siglo XX.
Carlos Salinas de Gortari nunca permitió que Colosio despejara como candidato priista; no le dio espacio ni lucimiento como el rey que sustituiría al que le quedaban apenas meses en el poder.
Colosio también transitó en una campaña electoral personalmente muy difícil por la enfermedad de su esposa Diana Laura Riojas y claro, por el abandonó real no tanto de su partido, sino de la cúpula del mismo, incluido “el innombrable”.
La irrupción en el sureste del país, del Ejército Zapatista de Regeneración Nacional (EZLN), liderado por el llamado subcomandante Insurgente Marcos, quien declaró la guerra al Gobierno mexicano y la presencia mediática de Manuel Camacho Solís como el nombrado comisionado para la paz, por Salinas de Gortari; quitaron foro y peso al candidato priista, que en otros tiempos era tratado como el digno sucesor del poderoso en turno.
Curiosamente, tanto Colosio como Marcos, en las arengas de cada uno desde su particular trinchera, hablaban de desigualdad, de discriminación, de los desposeídos, de la urgencia de un Gobierno con sensibilidad social.
Sabedor Colosio de que necesitaba un impacto comunicacional en su campaña, se atrevió a enfrentar a los de casa con un discurso retador el 6 de marzo del mismo 1994, empezando con la llamada a Salinas de que los que decidirían sobre su candidatura serían los ciudadanos y la base y militancia priista, además de que el jefe del Ejecutivo, tocaba la resolución sin interlocución de un asunto como la insurrección zapatista: “Aquí está el PRI con su fuerza. Aquí está el PRI con sus organizaciones; está con su militancia, está con la sensibilidad de sus mujeres y de sus hombres.
Aquí está el PRI con su recia vocación política. Aquí está el PRI para alentar la participación ciudadana. Aquí está el PRI para mantener la paz y la estabilidad del país, para preservar la unidad entre los mexicanos. Aquí está el PRI en pie de lucha. Aquí está el PRI celebrando un año más de intensa actividad política”, acotaba en sus primeras líneas discursivas el candidato priista.
A Colosio lo siguió la muerte 19 días después del discurso que cimbró a las estructuras económicas y políticas. Autoridades advirtieron de un asesino solitario confeso, del que ahora mismo se conocen de manera pública sus declaraciones, y en ellas se dibuja la sombra del complot.
Ni Camacho, quien había peleado la candidatura presidencial con el mismo Colosio, y había toreado el asunto del levantamiento en armas que parecía más montaje que cierto; resultó el beneficiado del crimen.
Ernesto Zedillo Ponce de León retomó la candidatura de Luis Donaldo, pero no el furor democratizador que ya exigían los tiempos.
Acta Divina… “Proponemos la reforma del poder para que exista una nueva relación entre el ciudadano y el Estado. Hoy, ante el priísmo de México, ante los mexicanos, expreso mi compromiso de reformar el poder para democratizarlo y para acabar con cualquier vestigio de autoritarismo”; Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato priista a la Presidencia, 1994.
Para advertir… Cuánto hubiera ganado el PRI de ahora, si hubiera permitido la ruta de la democratización de sus estructuras.
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