Horizonte de los eventos.
Me han preguntado si Andrés Manuel, treinta años después, está haciendo lo que iba a hacer Colosio. No pretendo ser exhaustivo, apenas me referiré a un par de cosas -que ciertamente, diferencian sustancialmente métodos y visiones.
El lector, posteriormente, podrá diferenciar análogamente, respecto de otros temas, tales como: desarrollo regional, trabajo en equipo, respeto y apoyo en la ciencia y en los científicos. Visión del hombre en la economía, la mujer, el valor de la militancia y el Estado de Derecho.
Colosio nos enseñó muchas cosas, una de ellas fue a integrar mayorías. Las integrábamos en la sociedad, tras los votos. Integrábamos entre los grupos partidistas. Las integrábamos en los legislativos locales y en las HH Cámaras de Diputados y Senadores:
“INTEGRAR LA MAYORÍA SOCIAL”, fue un concepto-instrucción suya, que recibí cuando me hizo su Delegado Especial del CEN del PRI, en Durango, para el proceso local electoral (3 de enero, 1992): Allí aplicamos los resolutivos de la XIV Asamblea Nacional del PRI, que cambió el criterio de selección de sus candidatos, que se regía por cuotas (corporativismo), como lo hacen todos los Partidos en México, actualmente, por la Estructura Territorial.
Con ese fundamento e instrucción, le quitamos a los caciques durangueños -y todavía no nos lo perdonan- sus candidaturas de cuotas (diferencia sustancial de Colosio con la 4T y el señor presidente, que impone a sus candidatos, o hijos), para hacer prevalecer nuestra normatividad priista interna: El que sumara más firmas de adhesión de los presidentes de los seccionales (base de la estructura territorial priista) era el candidato.
Pongamos el ejemplo de los Ayuntamientos, que se eligen por Planilla. Esto es, que el candidato a Presidente Municipal va en la misma fórmula con los regidores y síndicos y son electos todos en conjunto:
Toda vez que el cacique sumaba el 30% de la votación, pero a veces más, aunque a veces menos, incluso, el 15, y pese a ello, pulverizaba al resto de los contendientes y sus grupos, pues estaban atomizados, divididos en 6, 7 o más, el cacique, con su 15 %, ganaba fácilmente.
Hasta que estos se fueron a la oposición, entonces (1988 fue la lección) el cacique ganaba la interna pero el Partido (PRI), perdía la elección.
El propósito de la 14va. Asamblea, y de Colosio, era integrar a los grupos políticos que sumaban la mayoría, porque estaban divididos, incluso, enfrentados, se les integraba en el mismo proyecto del Ayuntamiento, programáticamente y se repartían las posiciones en la Planilla que sería votada, logrando con esto SUMAR A LA MAYORIA SOCIAL, con lo que efectivamente alcanzamos el triunfo en los 39 municipios del estado, con reconocimiento de la oposición. Ese era EL PROYECTO DE COLOSIO -aunque creo, nadie lo ha dicho.
Así pues, el Alcalde, no se llevaba todo, como es típico en el sistema de cuotas -o corporativismo-, prevaleciente desde la muerte de Colosio, que se reinstauró ese sistema.
Que dicho sea de paso, había debilitado al PRI hasta la sorpresa de Cuauhtémoc y tras la muerte de Colosio, a su cuasi desaparición (Alito va a votar por AMLO, porque lo tienen agarrado de los bajos, por sus irregularidades en Campeche, pero todos tienen tan sucia la cola, que nadie pide su salida: ¡Están de acuerdo!
Con el nuestro (el sistema colosista) se acordaban así las posiciones: de forma proporcional a las posiciones del Ayuntamiento, el candidato a Presidente Municipal, integraba a la planilla que él encabezaba, al segundo lugar (en tener firmas de adhesión de los presidentes de seccionales del municipio), como Secretario del Ayuntamiento. A los siguientes, Regidores y Síndicos. Pero también la Secretaría Particular del Alcalde, entraba a la negociación. Negociábamos con los contendientes precandidatos también, las posiciones del Comité Municipal del PRI. Y ASÍ SUMAMOS A LA “MAYORÍA SOCIAL” EN FAVOR DE LOS CANDIDATOS DEL PRI.
Pese a tener el aparato gubernamental, Pepe Ramírez Gomero, hijo del entonces cacique del estado, Pepe Ramírez -colaborador de Fidel Velázquez cuando se shingaron a Lombardo Toledano- no pudo evitar el avance y triunfo democrático del PRI colosista.
Dice la leyenda que una vez que se sentó en el mando de la Confederación de Trabajadores, Fidel Velázquez, le preguntó: “Pepe, ahora sí dime ¿qué secretaría quieres?” A lo que Pepe Ramírez le contestó: “Yo soy ranchero, Fidel ¿qué voy a hacer en el DF? A mí concesióname mi rancho.” Y de qué manera lo habría apoyado, que de premio don Fidel le concesionó su Estado, Durango.
Cuando llegamos Juan Burgos Pinto y yo a Durango, en enero de 1992, Pepe Ramírez había puesto a los anteriores 6 gobernadores, y el séptimo, el que estaba en funciones, era su hijo.
Ahora bien, el país ha cambiado mucho. Luis Donaldo, como presidente del PRI, tenía mucho más poder que el actual presidente de la República, pues el sistema oficial, y me refiero al PRI y a todo el Sector Productivo que pagaba impuestos, más 2 millones de burócratas, o más, tenía los hilos efectivos del 80% de la población del país. De modo que sus determinaciones impactaban y se lograba que aceptaran todos.
El PRI convocaba, nomás a través de los sindicatos y la CNC, directamente, al 80% de la Población Económicamente Activa (PEA): hoy en día, todos los sindicatos, que ya no son de la CTM ni la mitad y muchos otros ya son de otros Partidos, más la burocracia del Estado adelgazado, que será como un millón, más el Sector Productivo, apenas convocan a un 45% de la PEA.
Esto fue posible gracias a lo permisivo que se ha sido con el comercio informal (incluido el narcotráfico), por el propio gobierno de esas administraciones bien llamadas neoliberales -aunque se deja fuera a Miguel de la Madrid, el verdadero introductor de esa escuela administrativa a México-: el sistema oficial paga al 45% de los trabajadores de México: a la mayoría clara, por lo que los alcances del presidente, son de menos de la mitad de la población.
El gobierno y todo el Sistema: los demás Partidos, los Gobiernos Estatales y el Sector Productivo, todo el “formal”, no logran pagar los salarios ni al 50%.
Sencillamente, el Presidencialismo Mexicano, lo sigue siendo en facultades pero no en capacidad operativa y conductiva.
Todo ese 65 o más % de la población restante, está sostenido en la Economía Informal y no tiene ningún tipo de derechos clínicos, ni psicológicos, ni ISSSTE ni IMSS ni INFONAVIT, ni servicios funerarios, ningún servicio, ninguna atención social o institucional.
Hacia 1994 me platicó mi padre, luchador social, nacido en un pueblo que hoy tiene 300 habitantes, poblado de un municipio, Santa Rosa de Yécora, Sonora, que conoció el poder y los acuerdos del Estado, metaconstitucionales. Que fue también mi principal mentor hasta la última vez que hablamos. Siempre:
El 94, ya muerto Luis Donaldo, hablábamos de la política como materia, de la especialización que requería, de los costos de la improvisación -ya habían muerto además, José Francisco, por no mencionar al Cardenal. Me comentó, que, “tu padrino, el Lic. Biebrich, le había comentado que Camacho (Solis) sostenía que “Al político lo hace el Poder”.
Guardamos silencio (sabíamos bastante bien nuestras opiniones) hasta que pregunté “Y tú ¿qué le dijiste?” “Pues sí -contestó con la firmeza habitual de su vozarrón-: ya se lo acabaron (el Poder).”
Eso, en 1994, todavía quedaba tanto por desmantelar.
32 años después, los que mataron a Luis Donaldo y los que trabajaron ¿o trabajan? para ellos, nunca se dieron cuenta de esa verdad, ni cuando perdieron el Poder, ni cuando lo recuperaron -que lo volvieron a perder- ni aún ahora, que ya no tiene ningún sentido.
Hasta que ni asociados con el PAN, pudieron siquiera, semiconservarlo y propiciaron inevitablemente perder el control del país, que el PAN no podía poner pilares donde el PRI los había descuidado, desprendido, regalado, cobrando una mínima comisión millonaria, o de plano, se las autovendieron, tanto que más de un expresidente trabaja para alguna de las empresas que vendió.
A ello se refirió el Sr. Presidente hace apenas unos días: “… porque lo que buscaba el neoliberalismo (en México), los corruptos, era destruir -desmantelar el Estado, dije yo- las empresas públicas. Privatizarlo todo. Convertir lo público en privado. Es, socializar pérdidas y privatizar ganancias. No les importaba el pueblo (eran y son apátridas). El propósito era saquear, robar. Hacerse grandes” -en Sonora decimos ¡no hay chaparro que no haga daño! Afán por superar el síndrome de inferioridad.
La posible comparación entre AMLO, con su 4T y Colosio y el PRI colosista, no tiene proporción.