Horizonte de los eventos.
Próximos a una conmemoración más del doloroso deceso de Colosio Murrieta, a quien arrebataron la vida pero no su propósito, ni su legado integracionista del universo ciudadano,* en la participación activa de las decisiones públicas, ejerciendo el voto, para la legitimación plena del Estado Mexicano, decido rendirle homenaje, recuperando una de sus más avanzadas propuestas, la más fina, quizás, desde el amplio espectro de su compromiso democrático y de su naturaleza de ente típico de la sociedad civil, concepción también, menos comprendida, de tan poderosa evidencia, que fue adoptada constitucionalmente por unanimidad de los PP y que sostiene en gran medida, desde su origen, la legitimidad del mayor pilar de nuestra edificación democrática, al INE: los Consejeros Ciudadanos.
Concepción necesaria, exigida por la evolución política de la sociedad política y necesaria por el obsoleto sistema electoral del Estado Revolucionario -cuyo principio de legitimación carecía de reconocimiento ya, por las potencias de las democracias liberales. Su hallazgo o concepción, constituye una nueva aportación constitucional al mundo, para lograr la expresión de la totalidad del electorado de las naciones, y en México, que el nuevo régimen de PP, ya agotado, no logra convocar: el electorado que no vota.
Aportación mexicana concebida para resolver la falta de comunicación e identidad del Poder Público y sus interlocutores, los PP, con poco menos y poco más, de la mitad del electorado. Una nueva aportación al mundo, propuesta en su nombre, en el marco de la reforma electoral de 1989, convocada por la Cámara de Diputados, hace 35, precisamente en marzo, que su muerte impidió que él le diera tangibilidad gráfica, pleno vigor, la comprendiéramos y viviéramos sus consecuencias.
Más el libertinaje despótico y tiránico de los PP, que no pudieron evitar su nacimiento e incorporación institucional, pero que lograron pervertir y apropiar, entre ellos mismos y sus negociaciones, dentro del proceso parlamentario, el andamiaje propuesto para mantener pura su naturaleza ciudadana, conservando para sí y al régimen de PP, el monopolio de su elección, a través del voto legislativo, desaseando aun más su pulcritud ciudadana, atribuyendo al Ejecutivo la nominación en terna de las propuestas de los Consejeros Ciudadanos: todo entre ellos. Todo para el Club de Toby. No ven más.
Hoy en día, los mismos PP, a lo largo de estos 30 años de reformas, han logrado arrancarle hasta el nombre, a los hoy, Consejeros Electorales. Pero la razón , así es que de forma inédita, explicaré aquello que dio origen a los Consejeros Ciudadanos, arquetipo de la ciudadanización, así como del Servicio Electoral de Carrera, útero de los mismos, como explicaré más delante.
Leo especialistas que en los anteriores 35 años, siguen cuestionando el significado verdadero de la “ciudadanización”. Sigue siendo incomprendido (César Cansino, dixit), porque es más fácil comprender desde la visión “egocentrista”, única y de supraordenación incuestionable, que desde el deber que explica al Estado Moderno, el ciudadano es el soberano y a quien hay qué complacer. Entonces los PP rechazan todo lo que no es a través de ellos: “ciudadanización: fushi” y es que la avaricia de los PP es tal, que tanto asumen el monopolio de la postulación de los candidatos a puestos de elección popular, como la votación o nominación de los integrantes de los organismos autónomos, incluido el Órgano electoral.
En marzo de 1989, Luis Donaldo Colosio Murrieta, Presidente del CEN del PRI, plantó la semilla de la ciudadanización, al percibir con claridad objetiva, que ese aproximado 50% del Padrón Electoral abstencionista, debía ser integrado a la Voluntad Nacional electoral, por la solidez del Estado mismo, reconociendo que el régimen de PP, pese al impulso con que se redactó el Código Federal Electoral, era “incompatible” con el abstencionismo. Y no cerrándose a considerar al régimen de PP, única opción de la República -otro enemigo.
Con la Modernidad termina la voluntad soberana del monarca y el pueblo, antes súbdito, ahora es la esencia de la soberanía, debe decidir, todos por igual. Además, lo hará por mayoría ¿Cómo saberlo? Según Rousseau, una única y primera vez, hubo unanimidad y a ese Pacto le llamó “El Contrato Social”. Consistió en que las decisiones para todos, las dictaría, la Mayoría. Dando origen al voto universal. Y acaso sea también, el origen del abstencionista, que una vez que votó y aceptó la decisión por unanimidad, como único método posible en el nuevo régimen, pero no convencido del todo, decidiera cumplir su deber ciudadano, acatando a la Mayoría sin tener el deber -en rigor- de votar otra vez.
El sistema priista incorporó a la legislación electoral, la mayoría de los elementos e instituciones jurídicas, que rigen y son pilares de nuestra democracia. A los PP se les otorgó la calidad de entidades de interés público, con personalidad jurídica y patrimonio propio, asimismo, se elevo a rango constitucional su existencia.
Se les otorgó el monopolio del registro de candidatos y fortalecimos a los PP grandes, para evitar su atomización y que la contienda electoral se convirtiera en un mercado ¿Lo evitamos? El punto es que llegamos a tal grado, que la lucha intra partidista nos cega con su alegato irreflexivo y prefabricado, que sujeta nuestra imaginación y pensamiento, convenciéndonos que el todo político, es su monólogo entre PP, pero hay mucho más. De hecho hablan de muy pocas cosas, todas inherentes a sus intereses parciales y particulares.
El debate verdadero no es qué color va a gobernarnos, sino cómo resolver la crisis de legitimidad del sistema de representación. Eso vio Colosio desde el 88, lo previó, pero nuestros políticos no son hombres de Estado, sino voraces rapaces que viven de lo inmediato. De aquello del “presente prestado por nuestros hijos”, ni para los suyos piensan en el futuro de la Patria.
En 1989, Colosio abrió el debate desplegando “otra” representación -y no se dieron cuenta-, lograda con instrumentos de democracia directa, a partir de la participación ciudadana con capacidad decisoria: Los Consejeros Ciudadanos en los organismos electorales y la creación del Servicio Electoral de Carrera, de cuyo padrón emanarían y serían elegidos los Consejeros. Y fueron creados.
*A la nación mexicana, Colosio, a cada momento y circunstancia, la veía tangible y gráficamente. Y así la compartía, tangible y gráfica, más allá de la naturaleza y esencia de su visión, su concepto. Sobra decir: nada vago: sus conversaciones, de metodología y consistencia científica, eran películas con la riqueza de la novela escrita ¡Hasta el olor transmitía!
Colosio, a la nación mexicana la vivía en lo electoral, como fundador del sistema político que rige a occidente: el propietario del voto. También veía a los que se negaban de él -tan constantes, tan claros en no “convalidar”, y para ellos también tenía un plan (no para él: ¡para el Estado Mexicano!); Ese mismo colectivo humano, simultáneamente comerciaba, trabajaba, se integraba socialmente para distintos fines, en aquellos de liderazgo, relaciones de representación tras la consecución de fines comunes, la sociedad en la cosa pública social, en términos políticos, él indicó “sumar la mayoría social” -y la sumamos, vía la integración. En su materia profesional: “el centro de la economía, es el hombre.”