Horizonte de los eventos.
En marzo de 1989, Colosio aportó para la primera reforma electoral, con el concurso de todas las fuerzas políticas constituidas, las figuras centrales de nuestra democracia liberal en transición con alternancia: Los Consejeros Ciudadanos, han servido para incorporar al escenario político electoral, a quienes tuvieron el tamaño esperado.
El primero, cuya aportación es innegable: los cimientos de nuestra alternancia, el maestro Pepe Woldenberg, y el anterior, Lorenzo Córdoba, que transformó al IFE, en el gran Órgano Electoral, que aportó profesionalismo, experiencia y autoridad ética a los estados de la República, “descentralizando” la experiencia nacional de certidumbre en los procesos locales electorales, en el INE. Ambos investidos en la figura concebida por el genio demócrata de Colosio Murrieta, ente típico de la sociedad civil, y simultáneamente, político de Estado.
Debo destacar que el Servicio Electoral de Carrera, si bien, distinto de la propuesta colosista, se transformó en una entidad burocrática técnico profesional, con personal apartidista, comprometido con el Servicio y con el Instituto, soporte eficiente que realiza las tareas técnicas y que permite a los Consejeros atender de lleno la conducción política de las elecciones.
Lamentablemente, el proceso parlamentario controlado por los PP, desvirtuó la naturaleza propuesta de dicho Servicio Electoral y se arrogaron la facultad de sus nombramientos: Todos los Partidos, su sistema, al ver que podía crearse una instrumentación jurídica que desarrollara otra representación política y que integrara el órgano electoral, en este caso, todos los Partidos, o mejor dicho, el régimen de Partidos, votó por su reconstrucción.
Se le reflexiona, se le cuestiona, amenaza, cambió su nombre, no se entiende bien qué significan, pero aquí están los Consejeros Electorales (todavía ciudadanos): esa es la propuesta de Colosio, que pervertida y contenida, sigue dotando de legitimidad al nuevamente mermado sistema electoral mexicano.
Los PP olvidaron su carácter intermediario, conductor y se arrogaron ser el pueblo, la ciudadanía y el Gobierno, al mismo tiempo. Convencidos de ser en sí mismos, Eje y la legitimación de su propio Régimen. Dueños de todo lo posible: Los Soberanos: concentraron el Poder, en virtud del monopolio de la postulación de candidatos. Con el out fit de representación legislativa, concentraron las decisiones en el voto mayoritario y la negociación parlamentaria, atomizando la autonomía de toda entidad pública, despojando la decisión, el presupuesto y todo fundamento legal, los Poderes de la Unión, inclusive.
¿Y DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA CON CAPACIDAD DECISORIA? Reclamo cúspide y ambición superior de Colosio, con que pensó mutar al sistema revolucionario. La oposición exigía su abolición, como garantía para poder platicar; Luego de su muerte, oposición y cocodrilos del sistema, neutralizaron su PRI, transformaron el sistema electoral, rigiendo los PP desde el eje mismo y sofocaron el desarrollo de la ciudadanización. No obstante, el órgano electoral “ciudadanizado” -apenas-, es y ha sido la única contención del imperio y tiranía de nuestro régimen de PP, ya convertido plenamente en una “partitocracia”.
El hambre de participación social, exacerbada por el desatino de la clase gobernante, una y otra vez contra los fundamentos del régimen revolucionario: la insensibilidad y reacción apática y estática del 85, el rigorismo ortodoxo e inoportuno de Carpizo, el revanchismo desproporcionado contra el hijo del Tata, la imposición del sucesor antipático y soberbio, y en lo político, el Poder sordo y abusivo con el pueblo, terminó por socavar sus pilares en el desprestigio y la deslegitimación… Aquel sistema ya no existe, pero 30 años después, el sistema creado por los PP, como fue previsible desde aquel 1988, sofocan nuevamente la participación ciudadana, pese a que el monólogo partidista ni representa ni satisface los derechos políticos ciudadanos y todo lo público, la planificación, prioridades y compromisos públicos y sociales, tienen un solo fundamento y alcance, el determinado por la voluntad de los PP.
De la misma forma que todo esfuerzo paralelo, que pretenda actuar y participar de lo público y acceder al Poder, que no sea por la vía de su régimen, es rechazado, no se debate, mucho menos prospera. Aun obligados los PP a crear herramientas jurídicas para dar vías de acceso a los ciudadanos a la competencia electoral, sobre regulan con parcialidad, complicando hasta la asfixia, todo intento ciudadano por acceder legítima y legalmente al Poder.
No obstante, está claro que el régimen de PP ha agotado su rendimiento. No se desarrolla más que el 60% del electorado como máximo, desde hace décadas.
Debemos reconocer que no convoca más de lo que el régimen “perfecto dictatorial” priista, convocaba.
Es hora por fin, de atender ese otro gran universo inobservado, mitad en realidad del universo mismo, del México total: 45 millones de electores que no eligen, porque todos los PP en su conjunto, no lo representan y el régimen que se construyeron no logra su legitimidad ¡¿De la mitad de la nación?!
Es hora de nuevo, de reformar el sistema o sustituirle y dar cauce al abstencionista, a entablar diálogo con los ciudadanos que no votan y crear herramientas jurídico-públicas CIUDADANIZADAS y APARTIDISTAS, que integren esa enormidad ajena y parte del Estado y sumemos su fuerza a la acción pública y legitimemos a plenitud los mexicanos nuestro Estado.
Es hora que el régimen de PP despliegue el universo del Poder contenido y de cabida natural a los ciudadanos como les plazca, PARTIDISTAS O APARTIDISTAS, como verdaderos anfitriones de la soberanía constitucional e histórica de México y que dejen de usufrutuar la soberanía del Estado en su totalidad, cuando sólo convocan a la mitad, que terminan con su ILEGÍTIMA SOBRERREPRESENTACIÓN.