Hace ya varias décadas tuve el enorme privilegio de conocer y tratar con cordial afecto y respeto a un policía de optima calidad, Primer Comandante de la Policía Judicial Federal, Director de INTERPOL México y quizá de los más congruentes, valientes, decentes, sólidos y cabales de su camada generacional. Sin dubitación alguna me refiero a Florentino Ventura Gutiérrez.
Debía al Comandante Ventura no sólo una nota, ni un artículo, ni una columna, sino una enciclopedia novelada de agradecimientos a nombre de México, por la virilidad con la que combatió al narcotráfico desde su sitial de policía judicial federal de la que fue la gran Procuraduría General de la República, por su toral, definida y definitiva intervención en el combate al narcotráfico, que hoy pone de rodillas a nuestras instituciones que por obligatio constitucional deberían de combatir.
En inolvidable época, aún la Drug Enforcement Administration no sólo lo respetaba, sino se plegaba a sus instrucciones, ordenes o mandatos; el que escribe estas líneas fue testigo presencial de ello.
Florentino Ventura –lamentablemente desaparecido– era respetado por policías y narcotraficantes, despreciaba la corrupción en el medio de procuración de justicia, a ese fenómeno canceroso le lanzaba epítetos ofensivos, cada vez que tenía oportunidad. Pobre de aquél ministerio público, juez o político que incurriera en actos de corrupción con narcotraficantes.
Con absoluta seguridad ello se debía a una muy definida virilidad, honorabilidad, temperamento y educación, pero sobre todo al hecho de que de alguna manera –directa o indirectamente– sabía encontrar en el quid la responsabilidad, no importándole para ello que el delincuente fuera afecto o amante del Presidente de la República en turno, ni aún así conseguían impunidad.
Errold Chávez quien fuera agente especial de la DEA en México, así lo reconocía, él mismo refería: “con el Comandante Ventura no se juega, su misión es importantísima y Estados Unidos se lo agradece, lo único que lamentamos es que no nos de chance de acompañarlo en sus operativos”.
Obviamente, aquellos hechos no pueden compararse con los actuales, con aquellas intensas labores de investigación y desvelo motivadas por las indagatorias de no corrupción, donde no cabía ni un ápice de indignidad.
Don Florentino Ventura jamás fue traidor a la Constitución.
Jamás estuvo a las ordenes de la narcopolítica, ni de la indignidad. Sino todo lo contrario.
El comandante Florentino Ventura Gutiérrez, no fue un ambicioso. Jamás se benefició en lo personal con dinero procedente de la delincuencia del narcotráfico, nunca le solicitó a ella contribución para nada, ya que siempre se atuvo a sus propios recursos económicos. Fue de una honestidad y virilidad ejemplar.
Florentino, jamás hubiera aceptado someterse ni hincarse ante el narcotráfico, como lo hicieron posteriormente cierto narcoprocurador y García Luna.
Para el Foro Independiente de la República y la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A.C., es indispensable que la policía recupere la dignidad perdida, para ello, sólo hay que recurrir a las palabras de Ortega y Gasset, expuestas en su obra “Las Atlántidas”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Tercera Edición 1952, cuando en lo conducente dijo: “El reconocimiento de un error es la posesión de una nueva verdad”.
Lic. Alberto Woolrich Ortíz
Presidente de la Academia de Derecho
Penal del Colegio de Abogados de México, A.C..