Por Aurelio Contreras Moreno
Mientras toda la opinión pública y publicada en México se mantenía entretenida con el “affaire” Evo Morales, en el Senado se consumó el fin de la farsa pseudodemocrática del régimen lopezobradorista.
Contra lo que anunció horas antes el presidente de la Junta de Coordinación Política y coordinador de la bancada de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, en el sentido de que se repondría el proceso de votación de la terna a la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ante las claras irregularidades cometidas la semana pasada, la propuesta, “casualmente”, “no pasó”.
O más bien, nunca hubo intención alguna porque pasase, ya que no cumplía con un requisito básico de la política legislativa en tiempos de la autodenominada “cuarta transformación”: obedecer y doblar la cerviz ante los deseos –o mejor dicho, órdenes- del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Así que para no contrariar al “héroe internacional” –como fue llamado López Obrador en un jocoso y servil hashtag que su red de bots y trols convirtió en trending topic-, los senadores se echaron para atrás –aunque queda la impresión de que más bien se trató de una mera simulación para ganar tiempo en medio del show boliviano- y rechazaron repetir la votación de la terna, con todo y la evidencia del amaño en el que se cantaron 114 votos cuando en realidad fueron 116 los legisladores que sufragaron el jueves pasado.
La negativa a volver a votar la terna confirma que en aquella oportunidad Rosario Piedra -quien además no cumple con los requisitos de independencia y autonomía respecto del poder para ser ombudsperson, pues es militante y hasta hace poco cuadro dirigente del partido gobernante- no obtuvo la mayoría calificada de senadores que exige la ley para ser elegida titular de la CNDH. Y corrobora también que no la obtendría de haberse repuesto el procedimiento. Así que Morena y sus aliados decidieron, simplemente, imponer a como diera lugar a quien el presidente eligió para el cargo, en vez de elegir a quien obtuviese la representación requerida con legalidad y legitimidad.
Y como no había tiempo que perder, Rosario Piedra Ibarra –a quien no le importó tirar por el retrete el legado de su madre con tal de obtener un “hueso” que no merece- rindió protesta fast track esta misma noche de martes 12 de noviembre, mientras se escribían estas líneas. Fecha que bien podría considerarse como la del asesinato de las instituciones en México.
Porque ya no hay duda que harán lo mismo con los organismos autónomos que quedan. Las baterías de la “4T” están enfiladas con dirección al Instituto Nacional Electoral, de donde pretenden remover antes de concluir su periodo a su actual presidente para en su lugar, colocar a otro pelele que les permita controlar por completo los procesos electorales venideros, aplastando la pluralidad, pisoteando la democracia y sumiendo a México en un retroceso político de 50 años. Y sin la engorrosa necesidad de fingir que respetan el disenso y la crítica, sino todo lo contrario.
Exactamente, como cuando en Morena se llamaban PRI.
PRI y PVEM: los idiotas útiles
Y hablando de corruptos y miserables, lo antes descrito no hubiese sido posible sin los votos de los nuevos idiotas útiles del sistema: el mafioso y acomodaticio Partido Verde y el otrora omnipotente Partido Revolucionario Institucional, en donde también se quitaron la careta de opositores para asumir el vergonzoso papel de “patiños” y paleros de quien ahora gobierna.
Al final, no hay diferencia alguna entre ellos. Se merecen.
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