El uruguayo Horacio Quiroga describió perfectamente en su texto de La gallina degollada publicado por primera vez en 1909, como la idiotez no es de resaltar sino es por el grado de imitación que esta conlleva.
Es seguro que muy diversos significados externos puede arrojar la lectura de La gallina degollada dependiendo del lector, pero sin duda que mucho tiene que ver con el comportamiento social.
El relato narra la situación y comportamiento que viven los cuatro hijos varones del matrimonio de Bertha y Mazzini; quienes nacen idiotas y así se convive en una crisis cíclica que se repite y ahonda con cada uno de los bebés que nacen sanos pero tras una convulsión pierden su esplendor para convertirse en seres inertes e imitativos.
Pese a la crisis del matrimonio entre Bertha y Mazzini quienes ya han llegado al extremo de culparse uno a otro por la situación de sus hijos; los esposos conciben una hija que nace sana y logra pasar la línea del tiempo en que los chicos pasaban al retraso mental.
Sin embargo, la distracción de los padres en el cuidado de la niña permite que esta se encuentre con sus hermanos quienes la degollan al igual que se hizo con una gallina en la cocina de su casa apenas la mañana del mismo día del desastre familiar ahora más exaltado.
Los humanos llegamos a pensar que haciendo las mismas cosas de siempre podemos terminar con aquello que como sociedad nos va dañando hasta llegar incluso al estado de pudrición.
Si algo funciona fuera del estándar –sin cartabones de lo malo o lo bueno–, es seguro que cualquier cosa, ruta o estrategia que nazca sana, llegará a contaminarse por aquello que opera fuera de la norma o la legalidad.
Bertha y Mazzini deseaban la felicidad de su matrimonio y perpetrarla a través de sus hijos, sin embargo no entendieron que tras el nacimiento de su primogénito habrían tenido que cortar de tajo ese camino para lograr lo que deseaban.
Eso mismo es lo que debemos hacer los mexicanos como sociedad. Buscar los caminos que nos permitan no repetir los esquemas que nos tienen en el hoyo.
No creo sinceramente que el sistema de partidos “a la mexicana” nos permita tomar las decisiones que nos competen a la mayoría de quienes vivimos en este país. ¿O acaso hay alguien quien tras vivir sexenios y gobiernos con dirigentes distintos aún tenga la esperanza de que sólo eso operará el cambio positivo?
Como en La gallina degollada de Quiroga, los mexicanos nos desangramos por imitación poco a poco y así logramos que el sistema recreado para los del poder, no se pudra por completo.
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