MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Maestro y dueño del registro de la industria de la protesta que por lo menos en las últimas tres décadas le permitió vivir desahogadamente como un vulgar neoliberal y aspiracionista, hasta encumbrarse y vivir en Palacio, Su Alteza Serenísima Andrés Manuel ha sido como la humedad, filtrándose en todos lados mediante el engaño, la mentira como verdad absoluta.
Así se hizo del poder que, desde el máximo cargo de elección popular del país, ejerce como un solo hombre.
El Duce, el guía de la mediocridad y el hartazgo, el Santo Niño Fidencio que vendió espacios en el cielo a los desprotegidos que llegaban, en interminables peregrinaciones, a la añosa estación del ferrocarril de Espinazo, una localidad en el municipio de Mina del estado de Nuevo León, y los mantiene pobres con el regalo de dinero, como una mala broma contraria al proverbio chino porque aporta el pez mas no enseña a pescarlo.
Andrés Manuel López Obrador miente con la verdad y desde el púlpito mañanero soluciona sin solucionar, agrede e insulta y niega el hecho, provoca impunidad y sostiene que eso es herencia del pasado, ofrece pasajes de historia patria y su auditorio a modo le aplaude y festeja con carcajadas que agreden al sentido común.
El Duce. Busque usted una imagen del dictador fascista Benito Mussolini, y observe el parecido que escupe soberbia e ironía en la mueca del dueño del poder, el mortal que transitó por los terrenos de la protesta y repartió bilimbiques a sus seguidores y se embolsó millones cuyo destino está severamente encriptado. Nadie sabe, nadie supo.
O, ¿dígame de dónde los vastos recursos para vivir sin problemas económicos y mantener un tren de vida sin dar golpe desde esos días en que decidió echarse a los brazos del Frente Democrático Nacional y renunciar al PRI?
Hoy, el licenciado presidente insulta a los abogados y los califica corruptos. Con esa ligereza verbal, se atreve a descalificar a ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y los convoca a renunciar al cargo. Dice que son corruptos, incluso sus cuates.
Y es que, todo aquel que haya ocupado un cargo en pasadas administraciones federales, estatales y municipales, le merece sospecha sin distingo. Bueno, bueno, usted disculpe, los hay como estos personajes del rango del prístino y demócrata Manuel Bartlett Díaz y otros no de suyo famosos como el ex secretario de Gobernación premiado por Carlos Salinas de Gortari con la cartera de la Secretaría de Educación Pública y el gobierno de Puebla.
Sí, Su Alteza Serenísima (SAS) que aprendió a hacer política en aquellos días del echeverrismo, cuando ocasionalmente acudía a clases en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, tanto que no recuerda que su generación fue 1973-1978 pero presume haber terminado la licenciatura dos años antes.
Y qué decir de los espacios del lopezportillismo en los que abrevó y fortaleció su amistad con el entonces joven Ignacio Ovalle Fernández, que transitó de la secretaría particular de Luis Echeverría, a la Subsecretaría de la Presidencia, la dirección del Coplamar y luego del SAM, la embajada de México en Argentina y luego director de la Conasupo, designado Carlos Salinas de Gortari. Sí, Nacho Ovalle que se convirtió en mecenas del tabasqueño que avanzaba como la humedad y se filtraba en la política henchido de patriotismo.
¿Sabrá el Duce lo que es una jornada de ocho horas ganándose la chuleta en la oficina de alguna dependencia pública? Porque cuando estuvo en esos espacios, por ejemplo del Plan de la Chontalpa, era jefe. Y en su carrera priista fue jefe y cuando renunció al tricolor fue jefe y cuando se hizo del control del perredé fue jefe. Arropado por personajes a los que luego traicionó.
Sí, SAS filtrándose mediante el engaño y la mentira, como lo conocieron puntualmente Los Chuchos que hoy han apostado a la alianza con el PAN y el PRI en ese ánimo de volver por la reputación que Andrés Manuel logró hacer trizas y se llevó a los cuadros de zonas como Iztapalapa, al redil del Corporativo Morena.
Sí, maestro y dueño de los derechos de la industria de la protesta que utiliza desde el Poder Ejecutivo para seguir en la grilla que no en la praxis de la política. No, el licenciado presidente que engaña y divide, que miente con la verdad y teje espejismos con la misma promesa de aquellos días del partido hegemónico.
Seguramente recordará usted la promesa de campaña de sacar a los militares de las calles y regresarlos a los cuarteles. Incluso, cuando Presidente electo en entrevista con reporteros de La Jornada, sostuvo que si de él dependiera, desaparecía a los Secretarías de la Defensa Nacional y de Marina Armada de México.
¿Qué ocurrió? Todo lo contrario. Como la humedad se ha metido en el ánimo de los militares y les he entregado lo inimaginable. Les abrió el cofre del Presupuesto de Egresos de la Federación.
Y preguntaría si los altos mandos de las Fuerzas Armadas han perdido el rubor o se han convertido en socios y aliados del licenciado presidente que está en vías de enviar una iniciativa de reforma constitucional para que la Guardia Nacional pase a formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, es decir, se convierte en un cuerpo de élite encargado de tareas de seguridad pública, policías militares.
Por supuesto, soldados y marinos tienen una alta calificación entre la sociedad mexicana que los considera confiables. Vaya, en la zona de Aguililla, en el estado de Michoacán, sus habitantes demandan la presencia de la Guardia Nacional porque están hartos de vivir bajo fuego, en la permanente inseguridad.
Pero, he aquí el juego de intereses, la respuesta ha sido nula. El secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González, respondió en un momento que ahí estaban acantonados unos 200 soldados. Sí, pero no operaban. Y todo indica que ello obedecía a la perversa decisión presidencial de ofrecer al gobernador Silvano Aureoles Conejo como un demagogo incapaz de gobernar.
El ejército y la marina como entes políticos, involucrados y utilizados para hacer política a favor del interés del Duce que los sedujo, o más crudamente, los sobornó con largueza presupuestal e incluso determinó aportar 50 mil millones de pesos más para la Guardia Nacional que, de acuerdo con sus objetivos personalísimos, será un cuerpo militar dirigido por militares, un año antes de entregar el cargo. Bueno.
–¿Y cómo controlar la entrada de las armas?—preguntaron a Su Alteza Serenísima, en la mañanera en Ciudad Juárez, Chihuahua.
–Bueno –respondió Andrés Manuel–, ya las aduanas van a estar manejadas por el Ejército. Las aduanas terrestres, fronterizas y las marinas van a estar manejadas por la Secretaría de Marina, todo el control de las aduanas para evitar este contrabando de armas.
¿Los militares vacunados contra la corrupción? Las Fuerzas Armadas no se han caracterizado por airear sus asuntos en público, así que la corrupción se castiga o perdona en lo doméstico. Pero de que hay casos, los hay incluso en estas obras que se construyen en el Estado de México y en la Península de Yucatán.
Pero…
“Lo que queremos es que la Guardia Nacional no quede suelta, que no suceda lo que pasó con la Policía Federal, que se pudrió, se echó a perder por falta de disciplina, de profesionalismo y también por corrupción (…)”, dijo al inicio de semana en Ciudad Juárez, Su Alteza Serenísima, Andrés Manuel.
¿En qué momento decidió hacer socios a militares y marinos? Como la humedad se metió en la estructura de las Fuerzas Armadas, cuyos jefes lo acompañan en el periplo de fin de semana por el interior del país. ¿Cogobiernan o solo protegen al Duce que pernocta en instalaciones militares? Digo.
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