Jorge Miguel Ramírez Pérez
Ha sido una catástrofe todo el asunto del corona virus desde donde se le vea. Todos pierden. China anuncia por sus propios voceros, que ya se recuperó y que no tiene gente enferma; por lógica no se les puede creer. Ya fueron lacerados como país y como potencia; y el virus, cada día se descubre originado en sus propios laboratorios, está muy lejos de recuperarse ese país como se festina, ojalá sea cierto.
Los comunistas, la élite aristocrática que controla los destinos de ese enorme territorio son eminentemente mentirosos. Salen con cuentos como se dice acertadamente, cuentos chinos. Pero no para allí la cosa, ha habido versiones de todo tipo, como la difundida de parte de los musulmanes felicitándose de que un egipcio habría descubierto la vacuna salvífica. Daban gracias a Alá, porque ellos tuvieron el tino de encontrarla. Tristemente son puras mentiras intoxicantes.
Pero lo que, si se han dado a conocer como verídicas, son las medidas de los jefes de estado de diversos países tratando de frenar la ola de contaminación en cada lugar de donde son responsables y lo aceptan. No como aquí, que se creen muy listos y esperan que los que tienen que morir mueran, dicen que eso es sentido común. Tienen ganas de que se mueran los que pueden viajar en avión al extranjero, e infecten a sus familiares. Hay odio social en esa aparente frialdad irresponsable.
El esfuerzo de los demás países no tiene precedentes. Japón y Corea del Sur; Estados Unidos y los países de Europa durante la semana han efectuado disposiciones radicales para reducir los contagios hasta donde es posible. Las prohibiciones que se manejan en los medios y en las redes parecen increíbles, pero las han considerado necesarias.
Declaraciones de emergencia dan cuenta sobre un espectro que lógicamente tiene visos de alta peligrosidad para la raza humana. Paralelamente autorizan los jefes de las naciones disposiciones financieras, para paliar los daños crecientes a la economía de sus localidades y en consecuencia a la economía mundial. Enumerar todas esas decisiones es ocioso, porque están permanentemente en las noticias. Baste decir que la Unión Europea se desgaja y en muchas fronteras aparecen ya los viejos controles nacionales, que habían desaparecido porque ese continente, ya fungía como si fuera un ente homogéneo, incluso en los conflictos migratorios de la gente de África y de Asia que prácticamente lo han invadido.
En el mar de críticas Italia y España ocupan una mención especial porque se insiste que debieron de tomar oportunamente rutas de protección a la población, menos titubeantes, decididas, sin ambigüedades que ahora resultan lamentables. Es muy difícil determinar con exactitud si esa lógica se corresponde a una exacta interpretación de la realidad, pero lo que, si es cierto de manera relevante, es que se actuó tarde. Hoy el sistema de salud en Lombardía está colapsado, pidieron ayuda a sus vecinos de la Unión Europea y no hubo respuesta suficiente. Cada quien se rasca con sus uñas, el gobierno sale sobrando, y eso que tienen interés ellos sí, por resolver algo.
En el caso de España, la incapacidad del gobierno de un Pedro Sánchez improvisado, temeroso e irresponsable, se ajusta al modelo de gobiernos sin solvencia, ni vocación de gobernar ante la mínima crisis, menos ante una ola que puede sumir al país en pérdidas humanas innecesarias.
Y en México ¿apá?
Muy mal. Se insiste en minimizar los daños, en calificarlos como asuntos menores y pasajeros que no deben alterar la vida “normal” de las personas, digamos: el desempleo normal, la falta de crecimiento de la economía normal, la inexistencia de inversión pública normal, los desabastos de medicina normales; la impunidad normal; la violencia en aumento normal. Porque como se ha dicho desde hace semanas todas las mañanas: No hay que exagerar. Son rumores de la derecha, de los conservadores. En los años setentas los dictadores les decían “imperialistas” en sus discursos, es lo mismo.
Hasta hace dos días el virus estaba como rumor de los enemigos conservadores. Se recomendaba no hacer caso… ¿o ya se nos olvidó?
Este fin de semana de pronto se volvieron los del gabinete mexica conservadores y se utilizó, el eufemismo de “adelantar vacaciones” por no decir como se dice en todo el mundo, que hay que tomar medidas serias y de aislamiento para detener los efectos entre los educandos de una pandemia que, incluso la OMS ha definido tarde.
Y como se adelantan las vacaciones, porque el corona virus, para la cuarta transformación no es de temerse, en esa versión chabacana y miedosa de la vida política y social de México, se ideó, del verbo “ideota”, que sea del 20 al 20 la vacación; me imagino esperando con toda la mala leche del mundo, que antes de esa fecha los niños asistan con la esperanza de que agarren el virus y se lo lleven a la casa esos días intermedios. Porque esa es la absurda conclusión que deben haber llegado, los que parecen alegrarse de que México, sufra una epidemia sin control. Como todos saben se ha demostrado, que pasan infectados como Pedro por su casa de cualquier parte del mundo, en los aeropuertos y puertos mexicanos; y no hay nadie que se los impida y menos, hay en ese vacío de autoridad, alguna potestad peregrina que pudiera en la Ciudad de México, la de los policías reventadores de marchas, impedir que se llevara a cabo el festival Viva Latin, donde una treintena de incontinentes del despapaye, andaban a las risas ya con fiebre.
Porque como ya decretó el mesías, que no va a pasar nada en México. Hay que mandar a la fregada la cordura y lo poco que quede de sensatez, para seguir en el jolgorio; al fin el jefe de la chunga anda besando niñas en las giras; porque es lo único que este personaje identifica como gobierno: andar eufórico dando y recibiendo arrimones, porque eso si calienta.
El hecho es que ya brincó la cifra a más de 41 casos, en unas cuantas horas y cínicamente reconocen que se llegará a la fase de propagación mayor “en la que morirá solo un pequeño porcentaje de la población” que será responsabilidad de ellos, y jamás del gobierno que se hace ganso. Porque dinero no hay para la emergencia en salud, ya lo dijo: “vamos de la austeridad republicana a la pobreza franciscana” y los mexicanos que aguanten, porque muchos están felices con pasar de la miopía social a la ceguera política con todo y muertos, pero jamás pensar mal de su dios pagano.