Yo Campesino / Se hunde
• Como todo lo que toca el ganso, Pemex en picada, es resumidero; su deuda es impagable
*Miguel A. Rocha Valencia*
Ya sabemos que el ganso tiene otros números y otra visión de las cosas, sobre todo si se trata de sus obras o iniciativas, pero no está por demás recordarle que Petróleos Mexicanos se convirtió, como está, en uno de los peores negocios y es un lastre para las finanzas públicas por donde se le mire.
Urge cambiar su actual modelo de negocios Por doceavo mes consecutivo la paraestatal reportó caída en sus ingresos en 27 por ciento que representa casi 40 mil millones menos a lo programado para el primer mes de 2024 con lo que las pérdidas acumuladas en esta administración superan el billón 740 mil millones de pesos donde se incluyen las aportaciones y quitas financieras otorgadas por el gobierno de la 4T a Pemex.
Si fueran pérdidas netas, la empresa acumula cerca de 900 mil millones en cinco años, lo cual implica que casi la mitad del boquete financiero corresponde a recursos presupuestales y rebajas que por decreto se le han otorgado a la paraestatal en el mismo lapso.
De hecho, calificadoras internacionales como Moody’s ya no recomiendan los bonos de deuda de la petrolera y estiman que, si el gobierno de la 4T insiste en pagar sus obligaciones crediticias, podrían convertirse en basura esos bonos. Recocemos quien degradó la calificación 3B a negativa con lo que prácticamente esos papeles no valen ni el material de que están hechos.
Por lo pronto la deuda de Pemex no cede, sigue en alrededor de 110 mil millones de dólares de los cuales debe pagar este año alrededor de 10 mil millones de dólares, por lo cual se decretó disminuir las aportaciones al fisco que por ingresos recibe la paraestatal y ayudarle a pagar pasivos inmediatos.
El caso es que a estas alturas la cantidad compuesta por las pérdidas directas más aportaciones presupuestales y quitas fiscales representan toda la inversión física productiva del gobierno federal o equivale a todo lo que se gasta en programas sociales con becas, apoyos, pensiones, salarios y prestaciones de los burócratas y jubilados.
Como los ingresos siguen bajando y las metas de producción de crudo también, pocos le auguran la posibilidad de recuperación, al menos no en el corto y medianos plazos derivado de las tendencias en el uso de combustible fósiles, especialmente porque el débito de la paraestatal está en niveles que se consideran impagables de acuerdo con académicos y especialistas.
Peor aún si Pemex emite más deuda ya que si se le toman papeles, estos estarían a una tasa tan alta como el billón y medio que contratará de manera directa el gobierno federal, es decir, por arriba del 11 por ciento que representa que por cada millón deben pagarse 110 mil pesos al año, más de la décima parte.
Ese es uno de los costos de utilizar las tasas de interés como estrategia para frenar la inflación, a lo cual debe sumarse el más de medio billón de pesos que acumula el subsidio al IEPS de las gasolinas y diésel con lo cual se evita un “gasolinazo” drástico que tendría un costo político muy alto para el gobierno de la chachalaca tabasqueña. Este sin duda, será uno de los retos que deberá enfrentar la próxima administración ya de por sí acotada por una deuda que supera el 52 por ciento del PIB que para este año se estima en alrededor de 30 billones de pesos.
Tal vez sería bueno que las candidatas y candidato a la presidencia pusieran más atención Al modelo de negocios de Pemex en particular y en general al tema de la deuda que ya desde hace dos años incrementó su costo y es factos de aumento en el principal debido precisamente a los altos intereses que paga desde que se utilizaron esos instrumentos para encarecer el dinero y el crédito con la idea de contener inflación.
Para colmo al pago de capital e intereses de deuda, quien llegue a la presidencia deberá enfrentar el resultado de esa política que se basa en tratar de rescatar lo irrescatable y repartir lo que no se tiene como son los incrementos en programas sociales a fondo perdido incluso en lo social.
Habrá menos dinero para comprar simpatías a través de pensiones, becas y apoyos por más franciscanos que se vuelvan quienes nos gobiernen, peor si se agrega como componente la corrupción característica de la cuarta transformación o la que hereden. Claro esta es una visión basada en números no en beneficios políticos, tal vez por eso los ojos del caudillo de Tepetitán no lo ven, pero ahí está debajo de la alfombra donde se acumula la basura de la corrupción sexenal.