Alberto Martínez Vara
La idea de hacer un debate público de aspirantes a un puesto público es mostrar la capacidad de raciocinio, la velocidad mental, la experiencia en el tema que se está discutiendo y su modo de pensar.
El debate que se hizo con las dos candidatas a la Gobernatura del Estado de México fue más aburrido que ver una carrera de caracoles.
¿Quién engendró ese esquema tan mal pensado? ¿Por qué trataron de engañar al auditorio diciendo que las contendientes no conocían las preguntas… pero casualmente ya traían las respuestas por escrito?
El público mexicano no es tan idiota. El hecho de que les hayan dado las preguntas con antelación permitió que el equipo de cada debatiente escribiera su respuesta y cada candidata se limitara a leerla.
¿Yyyyyy?
Lo único que pudimos darnos cuenta fue su capacidad para leer rapidito un texto, con un ojo bizco en el papel y otro en el cronómetro.
¡No manchen señores del INE! Este debate fue una vacilada. ¿Así de chafa va a estar la elección?
Lo lógico hubiera sido que hubiera una pecera llena de papelitos con los diferentes problemas que tiene el Estado y que cada debatiente sacara uno aleatoriamente, leyera el tema y ambas tuvieran determinado tiempo para dar su plan para remediar ese asunto.
Y que las dos últimas preguntas fueran:
¿Por qué su contrincante no es la mejor opción?
¿Por qué usted es la mejor opción?
De esa manera, hubiéramos podido ver su agilidad mental, el conocimiento de los problemas, su sugerencia para solucionarlo… y sus limitaciones.
¿Cómo ven?
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