“No hay otra cosa en la vida más importante que la poética, porque, como dice Octavio Paz, somos seres en búsqueda de nuestra identidad perdida. Somos seres perdidos porque creemos que somos lo que no somos, lo que nos han dicho que somos”, así lo expresó la maestra Cecilia Lugo durante la presentación de su libro En el umbral de lo sagrado. Reflexiones teóricas de la danza desde la práctica escénica.
En el acto realizado en la Sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, la directora del Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) dijo que uno de los graves problemas cuando se trabaja con bailarines es la falta de identidad. “Cuando les pedimos que realicen un trabajo creativo comienzan desde un lugar prestado, que no es auténtico, entonces la producción tampoco es auténtica”.
Entre reflexiones y anécdotas, Cecilia Lugo compartió que manejando pensaba en las coreografías, pero el libro surgió tras la pandemia y agregó: “Lo que no quiero es morir sin hacer lo que quiero, y me dije: qué vas a dejar de legado”.
En este sentido, precisó que “antes de ser mamá, de ser esposa, fui bailarina, fui estudiante de danza, maestra de danza, fui coreógrafa y directora de un grupo; entonces, la danza es parte de mi vida y lo será hasta que me muera. Entonces, consideré importante dejar algo de lo mucho que he pensado: la danza. “Siento que lo debía hacer y hay cosas buenas en este libro: toda la experiencia absoluta, encaminada a producir, pensar y gestionar danza”.
En la cuarta de forros de su libro, la maestra Lugo, fundadora de la compañía Contempodanza, creadora de más de 60 coreografías, afirma que “hay algo de purificador y divino en la escena, ahí donde danza el danzante, sea la plaza o el atrio de la iglesia; o donde baila el bailador, la pista de baile o la sala de una casa. El danzante, el bailador y el bailarín comparten una semilla que germina en la danza ritual, étnica, urbana o teatral.
“El artista escénico es la suma de éstos. El gozo y la devoción habitan el sustrato profundo de su estar en el foro. El misterio lo impulsa, la fuerza desconocida lo anima a confrontar el aquí y el ahora, revelándose a sí mismo y ante los demás, descubrir su perdida identidad, como dice Paz, para recuperarla a través de la acción poética en la escena. Por lo tanto, el artista escénico es un creador en tanto es capaz de revelarse a sí mismo y a partir de ahí crear mundos que podrá compartir en el ritual de la escena con el público como testigo de un acto íntimo”.
Durante la presentación, en la cual estuvo el bailarín y coreógrafo Javier Contreras como moderador, la bailarina Gabriela Gullco afirmó que hablar de esta compañía “es hablar de la vida. Para mí fue un espacio de formación personal y profesional, de reflexión profunda, de análisis, de aprendizaje, de conocer gente entrañable que se convirtió en mi familia, de tener un trabajo sistemático y profundo.
“Ese trabajo nos permitió llegar a lugares que de otra forma no hubiéramos podido llegar. Y no solo el trabajo sistemático, sino la voluntad de Cecilia de siempre llegar a una reflexión a partir de la práctica, eso es algo que me parece extraordinario”, señaló la exintegrante de Contempodanza.
Por su parte, la maestra e investigadora Patricia Cardona, autora de 19 libros sobre danza, dijo que si fuera bailarina o estudiante de danza se aferraría a un párrafo de este libro y no lo soltaría jamás y ese párrafo dice: “Cuando yo ensayo una danza, últimamente más que antes, solicito a los bailarines que conserven la esencia del paso a nivel muscular, de peso mas no de forma, y les induzco a que transformen el movimiento a través de una energía interna de ejecución más liberadora, de tal manera que si cambia el movimiento no me importa tanto, porque está habilitado por otra energía, mucho más liberadora y desordenada. Bailar de manera más libre es una oposición al orden”.
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