Alberto Martínez Vara
Un buen amigo de toda la vida, Héctor Gutiérrez, que me hace el favor de leer las vaciladas que escribo, me envió su opinión sobre “El voto obligatorio” que publiqué hace algunas semanas. Y me preguntó por qué yo creía que, si todos los habitantes mayores de 18 votaran, se escogerían mejores funcionarios públicos. “¿Por qué crees que en los países desarrollados sí funciona ese sistema y escogen buenos mandatarios, pero en los países subdesarrollados siempre gobiernan ineptos y corruptos?”
La diferencia es el nivel de educación de los países desarrollados donde no se pueden comprar los votos.
Y me platicó acerca de un señorcito bastante famoso que tuvo la osadía de llamarse Sócrates y vivir en Atenas hace un chorro de años. Y que afirmó que lo lógico es lo contrario a lo que yo dije.
No cabe duda de que Sócrates era un tío muy listo. Y un buen día, que no tenía nada que hacer, dijo lo siguiente: Si tuvieras que salir de viaje por el mar, ¿quién te gustaría que decidiera quien estuviera al mando del barco: los pasajeros del barco o los marineros de la nave, que son expertos en las reglas y demandas que implica la navegación?
Entonces, ¿Por qué insistimos en la idiotez de que cualquier persona tiene la capacidad de juzgar quien es apto para gobernar un país?
El punto de Sócrates es que votar en una elección debe ser un derecho ganado por personas que tengan la preparación y el criterio para escoger a un buen líder. Dejar que toda la ciudadanía vote sin tener educación, es una reverenda idiotez histórica.
Por ser tan igualado, anti-democrático y soez, Sócrates fue acusado con cargos inventados de corromper a la juventud de Atenas. Un jurado de 500 atenienses tianguistas decidió que era culpable porque estaba muy viejo y olía muy feo… Y fue condenado a la muerte, bebiendo cicuta.
La historia nos dice que Jesucristo también fue juzgado a mano alzada por un grupo de pastores…
Es muy diferente la democracia intelectual a la democracia por fecha de nacimiento.
La política moderna les ha dado el voto a todos, sin conectarlo a la sabiduría. Y eso ha creado la supuesta democracia. El resultado ha provocado gobiernos de corruptos, de poderosos, de archi-ricos o de demagogos.
La teoría de una democracia pura nos dice que es un arma contra la tiranía… pero también puede ser un arma manipulada por inútiles.
Yo ya no sé qué pensar. Ojalá alguien nos pudiera decir quién tiene la razón:
Sócrates, el viejito apestoso.
O yo, con mi teoría del Voto Obligatorio.
Como quiera que sea, mi amigo me dejó pensando…
Con cara de interrogación.
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