La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
El eterno retorno es circular, por eso las mentes cuadradas no lo entienden
El punto de quiebre que puso en la mira los ilícitos de Javier Duarte, se dio cuando inició una disputa política con los entonces senadores José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, reyerta pública que jamás se había presentado en la historia reciente de Veracruz.
A partir de ello, el ahora preso ex gobernador, se deslizó por un tobogán que lo llevó a perder la posibilidad de elegir candidato, dejar tirado el cargo, huir y terminar en la cárcel.
En su momento, Duarte no buscó una intermediación que le permitiera una tregua con los dos senadores, endureció su postura y acabó perdiendo.
Aunque con origen distinto, Cuitláhuac García también se encuentra enfrascado en un diferendo con una fracción del Senado (ya no con dos), que en los últimos días ha logrado, por medio de una comisión, acopiar pruebas que demuestran los abusos de poder de Cui, asunto que, a ciencia cierta, no sabemos en que terminará, pero no presagia nada bueno.
Si el actual mandatario se tomara la molestia de analizar, bueno, no pidamos tanto, de solicitar que alguien le explique, el devenir de las últimas crisis políticas de sus predecesores, se ahorraría algunos problemas.
Pero no, ‘el académico’ ha optado por montarse en su macho para imitar, de manera inconsciente, los moditos que llevaron a Duarte a la debacle: confrontarse inútilmente.
Ese machismo político por default (surge ante la carencia de habilidad para la negociación), ha costado mucho a la entidad, porque al final de cuentas, quien paga los platos rotos por la inestabilidad, es la sociedad en su conjunto.
Ante tanta monserga, diremos que, lo que pasa en Veracruz, no es karma, es ignorancia y bastante atrevida.