Estimado amigo; a la presión arancelaria, ahora se suma la petición de intervención militar por parte de Trump, con el pretexto de combatir al crimen organizado y narcotráfico.
Petición que evidentemente Sheinbaum rechazó, por vulnerar nuestra soberanía nacional, provocando en Trump una ácida crítica ya que alega que la negativa de Sheinbaum aceptar el apoyo es porque le tiene miedo a los carteles de la droga.
Y es que la respuesta de Sheinbaum y su argumento soberanista, si bien es muy válido, también se cierto que se queda corto, pues no va acompañado de una réplica que acredite, categóricamente, lo que el gobierno hará para erradicar el cáncer del narcotráfico y, por el contrario, sólo se concreta a aducir la Soberanía Nacional como mecanismo de defensa de la integridad territorial, como si fuera suficiente envolverse en la Bandera Nacional para atajar semejante petición.
Sin embargo, es claro que el fenómeno delictivo que sufre la nación en los últimos años, ha escalado de tal manera, que no basta para proteger la nación, usar el argumento soberano o independentista, pues es evidente que la delincuencia ha asumido un rol protagónico, de tal magnitud, que pone en entredicho y riesgo todo principio de soberanía.
Y cómo no va ser así, cuando vemos cómo ha penetrado las esferas de poder político de cualquier nivel. De manera que lo mismo hay gobernadores, alcaldes, diputados, senadores y funcionarios señalados como cómplices de la delincuencia organizada, que empresarios, así como vastas regiones del país dominadas por las bandas criminales, que reflejan la incapacidad del gobierno para hacer frente a semejante crisis. Y más si tomamos en cuenta que en los últimos seis años de López, la complacencia y tolerancia, que se tornó en complicidad al crimen organizado, tuvo su eje central en la estúpida inacción de los abrazos y no balazos, que impidió una estrategia de seguridad apropiada y por el contrario propició el crecimiento delictivo sin ningún control.
Hoy los cárteles de las drogas dominan más del treinta y cinco por ciento del territorio nacional y su influencia se hace sentir en casi todas las actividades económicas y políticas. Su capacidad delictiva es una amenaza para la seguridad nacional de nuestro país y de nuestro vecino del norte.
De ahí que surjan los empeños intervencionistas de Trump y los exiguos argumentos soberanistas de Sheinbaum, que en otras circunstancias serían fundamentales, pero que ahora se antojan insuficientes, ante la premura de adoptar acciones más radicales y urgentes como lo exige nuestro vociferante socio y vecino y, lo demanda la situación nacional.
Que acrediten una auténtica voluntad política, para recuperar el Estado de Derecho, más allá de los discursos soflameros e hipócritas de reivindicación soberana. Pues es claro, que en estos años recientes la debilidad del estado y la impunidad han sido el combustible que tiene de cabeza al gobierno de Sheinbaum, quien se debate entre la lealtad cínica y ciega, al líder y titiritero de López o la lealtad institucional que otorga el mandato presidencial que representa a todos los mexicanos, que es a quien se debe.
Por eso toma relevancia la crítica de Trump, cuando alega que la negativa de Sheinbaum a recibir ayuda militar de Estados Unidos, se debe al miedo que le provocan los cárteles de las drogas, pues sus ramificaciones se han extendido tanto, que abarcan cualquier nivel político, como aducen o suponen nuestros vecinos, que se acreditan con nefastos y corruptos gobiernos estatales como el de Sinaloa, Tamaulipas o Michoacán, Jalisco, Guererro o Tabasco, entre otros, que son claro ejemplo de incompetencia y complicidad con la delincuencia, lo que presupone las manos atadas y miedo de Sheinbaum para combatir sin ningún compromiso al crimen organizado, y de una vez por todas pacificar a la nación, que ahora se desangra con miles de muertos y desaparecidos y, ninguna esperanza para la sociedad.
Porque lo que es cierto, es que las presiones intervencionistas van a seguir y muy seguramente cada vez más fuertes, a menos que Sheinbaum rompa con el pasado reciente y decida actuar sin ninguna contemplación.
¿Lo hará? Quién sabe.
Entre paréntesis; la sangría de las arcas nacionales es ya de tal magnitud, que, más pronto de lo que nos imaginamos, estaremos en bancarrota y cómo no, si Pemex, CFE, el huachicol, Dos Bocas, el Tren Maya, la cancelación de NAICM, el Corredor Interoceánico, el AIFA, Mexicana de Aviación, Segalmex, Birmex y un largo etcétera de corrupción, son, entre otras cosas, las causas del deterioro y saqueo de las finanzas públicas.
Eso sin contar el riesgo que se corre por la actitud rijosa de un gobierno como el de Trump, que a cada que quiere modifica a su antojo las reglas comerciales y pone en peligro el TMEC.
Cuando en la mesa de discusión está el tema del narcotráfico, que promete convertirse en un verdadero ariete con el que se derriben las pocas fortalezas que quedan, ante las posturas y pruritos ideológicos de Sheinbaum y su torcida concepción de lealtad. ¿No lo crees así estimado amigo?
PD. Las reglas “éticas” dictadas por Sheinbaum a Morena son como las viejas ordenanzas de la colonia.Obedézcanse. Pero no se cumpla. Pues a nadie le cayó el saco y todos los excesos, influyentismos y las redes familiares y la corrupción seguirán intocables, al fin y al cabo la memoria de la sociedad mexicana es de teflón. Ya ves, la popularidad de Sheinbaum es arrolladora. Faltaba más.
PD2. La democracia mexicana. Ya no goza de cabal salud, o lo que es lo mismo, nos acercamos a pasos agigantados a la tiranía despótica, propia de un país bananero del siglo pasado. Verdad incómoda que la jauría orgánica babeante rechaza.
Porque, ¿qué calidad moral tiene Zedillo? Si el adalid de la democracia es López, y para Sheinbaum, con la contra reforma judicial, Mexico será la nación más democrática del mundo, mundial. ¿Qué tal?