MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Va de cuento…
En aquellos días cuando los salones de belleza no se llamaban estéticas y estaban destinados a lo que se denominaba cultora de belleza –hoy se divide la especialidad con estilistas–, incluso en las llamadas carreras cortas que ofrecían academias particulares como los Institutos Patrulla con colegiaturas de descuento, junto con cursos rápidos de taquimecanografía para secretarias en español o ejecutivas, que llevaban la obligada materia de inglés, en los camellones de las colonias populares había fígaros de barriada que ofrecían su servicio a precios módicos.
Por supuesto, estaban y sobreviven las peluquerías aunque sus tarifas ya no son del todo módicas, pero sin duda los maestros de la tijera, el peine y la navaja que se afila en una tira de vaqueta tienen una especial forma de tratar al cliente.
Pero, vaya, el tema es el de los fígaros de barriada que por lo general instalaban su silla e implementos para cortar el pelo bajo la sombra de un árbol. En esos días no había tanta charchina –como recordaba Chava Flores a los carros viejos y con problemas mecánicos—de forma tal que el escenario de transeúntes era de admirarse, sobre todo porque los clientes eran hombres y mientras les cortaban el pelo veían pasar a las chicas.
Y usted dirá cuál es el motivo de esta referencia de tiempos idos, que millenials y reporteros de la generación de las redes sociales y el copia y pega, o quienes asumen ser periodistas porque tienen un celular para grabar y sacar fotos que luego trepan al hilo indiscriminadamente, en una singular Torre de Babel de la que cada quien, a su estilo saca conclusiones o asume defensas oficiosas y se vuelve abogado del inquilino de Palacio y enemigo de los que éste llama conservadores y, apenas, al inicio de semana conspiradores.
Bueno, en esos días en los que el prócer andaba jugando béisbol en terrenos de Macuspana, los fígaros de camellón de barriada preguntaban apenas el cliente se sentaba en la silla ex profeso:
–¿Cómo quiere el corte? ¿Con o sin paisaje?
Generalmente se pedía con paisaje para disfrutar de la escenografía. Sin paisaje, para apurar el corte, era con la vista hacia el tronco del árbol. El precio del corte de pelo salvo excepciones, como el tipo cepillo, no variaba: con o sin paisaje. El peluquero le daba gusto al cliente.
Valga esta larga referencia para aludir al deseo externado por el lincenciadopresidente cuando la pandemia del coronavirus tocaba a la puerta de territorio azteca. Andaba por La Rumorosa, cuando hizo un alto en el camino y cuando platicaba con un criador de perros, alzó la vista hacia el lomo montañoso y se sorprendió al ver las hélices de turbogeneradores de energía eólica.
Y se indignó porque estos enormes equipos afean al paisaje. Como experto sabelotodo dijo que era una aberración que esos aparatos estuvieran ahí, afeando al paisaje, un atentado a la naturaleza; se echó el conocido rollo contra este tipo de generación de energía, cuando se indignó porque los turbogeneradores instalados en la zona de La Ventosa, en Oaxaca, habían sido instalados contra la voluntad de los indígenas de esa localidad.
Y como sus deseos son órdenes y para que no haya más parques generadores de energía eólica que afeen el paisaje, porque ahora nos resulta ecologistas, defensor de la naturaleza, aunque el Tren Maya esté programado con mañosas autorizaciones otorgadas por la Semarnat, y tenga la oposición de indígenas mayas, por citar a una de las etnias de aquella zona de la Península de Yucatán.
Total, paráfrasis de Armando Ramírez, ¿qué tanto es tantito?, si se trata de una de las ideas anti neoliberales por más que faraónicas del señorpresidente, el asunto es que había que encontrar la mejor forma de darle gusto y evitar la proliferación de esos rehiletes grandototes y también de los paneles generadores de energía solar, porque también afean al paisaje.
Y he aquí que mientras los mexicanos andamos en la preocupación de qué puede pasar con el Covid-19 que hasta el inicio de la semana había superado los cinco mil muertos, supuestamente de la oficina de la ingeniera Rocío Nahle, secretaria de Energía e impulsora de la refinería de Dos Bocas, en la zona de Paraíso, Tabasco, salió una idea que al mejor estilo del sabadazo que amaina escándalos, el viernes 15 se publicó con en el Diario Oficial de la Federación con carácter de decreto que emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional.
La reacción inmediata fue de los embajadores de once naciones de la Unión Europea y de Canadá, acreditados en México, que pidieron a la ingeniera Nahle reconsiderar esa decisión que atenta contra millonarios proyectos de inversión y obras que están en proceso en México. Pero nada, nada. La secretaria de Energía se mantuvo en lo dicho y en respaldo suyo entró el licenciado López Obrador, justamente en la mañanera con la espada desenvainada y descalificó y acusó y estigmatizó a los empresarios en general que, dijo, se beneficiaron de la reforma energética aprobada en la administración del licenciado Peña Nieto, pero igual desde aquellos días en los que el también licenciado Carlos Salinas de Gortari abrió la puerta a la inversión privada en la generación de energía eléctrica.
Si el licenciado Adolfo López Mateos viviera, seguro le habría recordado al inquilino de Palacio y a la ingeniera Nahle, que lo que él nacionalizó está bien resguardado por la Constitución, pero en una economía de mercado no se puede prescindir de la inversión privada porque el gobierno federal no tiene todos los recursos para atender las necesidades de una nación en desarrollo.
Parece simple la ecuación, por más que ahora salgan los expertos constitucionalistas y patrioteros que se envuelven en el lábaro patrio para despeñarse desde la banqueta. ¿Políticos, funcionarios públicos y empresarios han hecho negocios malsanos con la explotación petrolera y la generación de electricidad?
Hay que investigarlos y procesarlos, para eso está la ley. Pero hacerlos a un lado, con las consecuencias económicas que entrañan litigios en tribunales internacionales, es un despropósito sustentado en una realidad que los genios de la 4T no previeron.
La ingeniera Nahle aduce que “el año pasado en pico más alto de demanda, que fue en la semana 29 de 2019, el consumo fue de 50 mil megawatts, entonces tenemos un excedente de 30 mil megawatts, Afortunadamente tenemos un exceso de electricidad en el país, por eso es muy importante poner orden en el país”. ¿Ese excedente será permanente? En la Península de Yucatán no dicen lo mismo, porque es una región de frecuentes apagones y también donde la administración del licenciado López Obrador descalificó a la generación de energía eólica.
Bueno, la ingeniera Rocío Nahle declaró ayer lo que se considera una decisión que atiende a la voluntad del señorpresidente: el decreto gubernamental, estipulado en el acuerdo por el que se emite la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional no ahuyenta a la inversión en el país y es irreversible.
Y qué dice el licenciado López Obrador. Bueno, en la mañanera un reportero casualmente le pidió su opinión respecto de la batalla legal que anuncio el consejo Coordinador Empresarial contra, dijo, “el Plan Energético de su administración”
Don Andrés Manuel no llevaba preparada la respuesta pero acusó, sin preámbulos, total, la pregunta estaba sembrada:
“Se habían apoderado del sector energético, en particular de la industria petrolera y de la industria eléctrica; y estaban conspirando para destruir a Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad, y hay constancia de lo que estoy diciendo”.
Sostuvo que “se entregaron contratos en el caso de Pemex, se dejó de invertir para que se dejara de producir petróleo, se entregaron estos contratos a particulares, con la llamada reforma energética y según esos contratos, y así lo dijeron, engañando a todo el pueblo, iban a significar más producción petrolera y más beneficios”.
Casualmente esta decisión con todo y sus fundamento de conspiración, ocurre en la cresta de la crisis que tiene a Pemex en a loca, con una multimillonaria deuda. Y aun así, sin negociación y con la previsión de procesar a los responsables de esas causas esgrimidas, ahuyentan a la inversión. Les valió un pito el argumento de los embajadores de la UE y de Canadá.
¿Hay pillos de cuello blanco? Sin duda, los empresarios no son hermanas de la caridad.
El licenciado dice que los empresarios “están en todos sus derechos de acudir a los tribunales, como también nosotros tenemos el derecho de hacerlo en el marco de la legalidad vigente y en defensa de los intereses de los mexicanos. Si no ponemos orden pues va a seguir lo mismo, la corrupción, van a seguir viendo a México como tierra de conquista”.
Vaya casualidades justicieras y patriotas cuando México enfrenta una epidemia sanitaria. Tiempo, incluso, para deslizar una propuesta de Alfonso Ramírez Cuellar cubierta con piel de oveja. Creen que los mexicanos preferimos que nos tomen el pelo sin paisajito. Conste.
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