Horizonte de los eventos
El presidente de la República planteó y pretendió ejecutar su reforma electoral, con una serie de propuestas, que su mero anuncio causó una encendida polémica. Parte de ella, fue modificar el sistema de selección de los ahora Consejeros Electorales -que al fundarse el IFE, la ley los llamó Consejeros Ciudadanos- y hacerlo vía elección.
O sea, más de lo mismo. Partidocracia que repita en diversas instancias, la misma integración, en su misma proporción, con los mismos intereses de los PP, que indefectiblemente repetirá lo mismo. Aprendimos del 88, que tuvimos tres instancias para calificar las elecciones, con la misma integración y produjeron siempre la misma conclusión, de modo que no corregían nada.
Lo cierto es que pronto el presidente fue más allá, aceptó que era su propósito desaparecerlo y no ha cejado su empeño en ello. Ahora mismo, con una Junta General del INE, presidida por un grupo afín, electo entre sus propuestas, por una mayoría de diputados suyos, sigue retando al Órgano, desacatando los llamamientos que le hace, incluso, llegando a la burla.
Y reduciendo partidas, obstruyendo desde ahora, el margen de maniobra del Instituto. Insistiendo en su desacreditación… Nada más fuera, de la visión universal de los mexicanos, que la Presidencia de la República debe observar, para buscar la integración nacional, que si bien, tiene qué ver con etnias y regiones de atávico rezago, hoy en día, apareció el nuevo reto de la integración de la Voluntad Popular (que es como se expresa la soberanía nacional), convocar al abstencionismo.
Hablar con él. Que todo aquello que es el régimen de gobierno, partidos políticos, pero también nuestras instituciones públicas, la representación nacional, la visión del Poder sobre lo público, los medios de comunicación social, todo nuestro régimen de Partidos, todo él y todos ellos juntos, no convocan más que la mitad de nuestro universo electoral. La otra mitad, es el gran reto para la integración y la identidad nacional, prioridad de todo presidente, precisamente por la igualdad que todos debemos gozar y que la injusticia del régimen usurpador hizo de la explotación irracional, el secreto de su poderío desmedido.
Sistema que financió la Civilización, relegando, despojando de derechos. Por eso a los abstencionistas debemos convocarlos, dándoles reconocimiento, integrando a nuestro sistema de PP, instituciones apartidistas ¡Son la mitad de nosotros mismos! Y un elemento coadyuvante es, la figura de los Consejeros Ciudadanos Electorales.
Abro un paréntesis para señalar que una gran innovación consistió en la integración paritaria de los organismos electorales, es decir, un representante de cada PP, uno del gobierno, más los Consejeros Ciudadanos (luego electorales), en el COFIPE, obligando a una reflexión y diálogo más argumentativo, que por la razón y consenso se tomaran los acuerdos, y no por mayoría.
Como ha hecho con todo organismo autónomo -a los que ha podido, los ha desaparecido- y se sigue hablando de la desaparición del INE, como de todo órgano de control o “contrapeso” al Poder Ejecutivo. Ha planteado la reducción del número de Diputados electos por el sistema de Representación Proporcional, e incluso, desaparecerlos.
Para la promulgación del Código Federal Electoral (CFE), hubieron de estudiarse las legislaciones más avanzadas del mundo. Para el COFIPE, sin derogar las instituciones jurídicas aportadas por el CFE, ya teníamos las mejores herramientas del mundo. Luego del 88 ¿Qué nos faltó? El reto fue la credibilidad. Diseñar y dotar de nuevas herramientas e instrumentos de credibilidad a las contiendas electorales. Y es allí, la falta de credibilidad y legitimidad de los procesos electorales: leitmotiv de la creación de los Consejeros Ciudadanos.
El hallazgo de los Consejeros Ciudadanos, partió de la experiencia estrictamente mexicana de la elección de 1988 y LA FALTA DE CREDIBILIDAD en ella, a la vez que tampoco varió la participación electoral ni el abstencionismo.
Lo que nos brindó dos aprendizajes: Falta de credibilidad: incredulidad y que había dos tipos de incrédulos: unos que votaban y otros que no votaban. No obstante, el esfuerzo central obedeció congruente con el régimen que se impulsaba: el de los PP. Y ha sido el eje del largo proceso de reformas, encaminadas todas ellas, a garantizar elecciones creíbles (madre de la legitimidad) y ello pasó por principios básicos de nuestra democracia, como lo son, el piso parejo, controles efectivos a los candidatos y PP en toda etapa del proceso electoral.
Y para lograr ello, ha sido fundamental, además de la estructura legal, la creación de dos entidades, cuya naturaleza escapa al régimen de PP. Cuya existencia nace de dos naturalezas inexistentes hasta entonces en la realidad política mexicana, el servicio electoral de carrera y los consejeros electorales. El primero, una entidad meramente técnico profesional, con los mayores requisitos de preparación enfocada al puesto que desempañan o pretender ocupar. Con una permanencia laboral garantizada, por lo que no está en sus miembros, ninguna preocupación personal en la contienda electoral, únicamente, conocer mejor las obligaciones normativas para su desempeño y encontrar tiempo para prepararse y poder aspirar al siguiente nivel de responsabilidad. Y los segundos, con una naturaleza ciudadana, ajena a las pretensiones personales, de carácter electoral.
En México no se había hablado de dicha figura, ni la encontramos en las legislaciones estudiadas previamente para la codificación de 1986.
Felizmente fueron incorporadas instituciones que siguen siendo la base de equilibrios y garantías de la democracia en México: dio a los Partidos Políticos la calidad de instituciones públicas. En consecuencia, precisó y robusteció el carácter de su personalidad jurídica, con derechos, obligaciones y patrimonio propio.
Destaca de dicha reforma, el reconocimiento constitucional de los PP, al acceder al texto constitucional, por primera vez.
Algunos de los grandes logros democráticos con carácter jurídico, fueron: el financiamiento público para Partidos Políticos, que garantizó recursos mínimos suficientes, a fin de que los pequeños partidos tuvieran posibilidad de hacer las campañas de difusión ideológica y de sus candidatos.
Iniciamos así, el camino de la justicia financiera electoral, limitando el financiamiento privado y obligando a los partidos a la rendición de cuentas, ingresos y erogaciones ante la autoridad electoral: haciendo más justa la contienda electoral a los Partidos pequeños.
Se les otorgó el monopolio de la nominación y registro de candidatos -aunque de hecho, ya la tenían. Medida que con los años fue criticada, hasta la creación de las candidaturas independientes, pero que como fue considerado en el estudio previo del Código Federal Electoral, eran inviables, con pocas posibilidades de triunfo y sin posibilidad de ejercer un control claro del origen de sus recursos.
La experiencia en los hechos, que nos dio la razón, ha llevado cada vez más al desaliento por esta vía, pues simplemente, alcanzar el registro, exige un esfuerzo que ha sido imposible de alcanzar para la inmensa mayoría. Y aquellos que alcanzan el registro, la contienda electoral, evidentemente es desequilibrada y hace muy injusta la competencia entre los candidatos independientes y los de los PP.
La obligación de crear y registrar una Plataforma Electoral, junto con el registro de candidatos y de los estatutos y ordenamientos de jurisdicción interna de los PP. Tiempos de Radio y Televisión. Se crearon delitos electorales y el Tribunal Federal Electoral, que desahogue los procesos instaurados y promovidos ante él, entre otros, la creación de la Asamblea Legislativa -así como pretende reducir el financiamiento público a los PP y reducir o desaparecer los Diputados de Representación Proporcional, nacida en México también en el Código Federal Electoral, pretenda también desaparecer la Asamblea Legislativa.
El proceso de credibilidad electoral mexicano, ha sido arduo y largo, no debe desacreditarse con argumentos banales. No debemos caminar a un falso ahorro económico, fundado en el desmantelamiento del Estado, como exactamente hizo el neoliberalismo, vendiendo el patrimonio de la nación.