Por: Ricardo Aguirre Cuellar
Estimado amigo; no por repetido deja de ser importante. López utiliza como pretexto para sus designios autoritarios, la corrupción como la causa de todos los males, de manera que, para extirparla, según él, hay que demoler lo que sea, con tal de hacer su perniciosa voluntad.
Así lo hizo con el aeropuerto de Texcoco, el Seguro Popular, los fideicomisos entre otras tantas cosas y ahora lo intenta con el Poder Judicial, al que achaca que está podrido pues sólo sirve a los intereses de los más ricos y por si fuera poco está
Infectado por el nepotismo.
Sin embargo, como suele ocurrir con estos líderes, el diagnóstico si bien en parte es cierto, también lo es que poco importa el corregirlo, pues lo que se busca es someterlo y cooptarlo para su propio beneficio.
López canceló el aeropuerto de Texcoco, no porque había corrupción y quisiera acabarla, sino porque representaba el mejor ejemplo del neoliberalismo y por tanto de lo que estaba bien hecho y que sería insuperable para cualquier político populista, hacer algo mejor, una vez que se terminara.
Por ello. Él tenía que convencer de todo lo contrario y de paso mostrar su absoluto poder.
Y por eso demolió el proyecto, así como lo hizo con todas las reformas estructurales que modernizaban al país, aduciendo siempre como la causa de todos los males la corrupción implícita en el modelo de gobierno y como beneficiarios de dicho modelo la mafia del poder- que curiosamente ahora se presenta, en su gobierno como capitalismo de cuates-
Argumento toral para emprender la deconstrucción de las instituciones democráticas y por supuesto la división de poderes.
De manera que la obviedad de la impureza del poder judicial, nos lleva a la demolición, para sustituirlo por un apéndice del poder presidencial.
La sustitución de un sistema político republicano, democrático liberal, no es casualidad, ni por supuesto surge de las ocurrencias de López, sino que obedece a la catadura de una pútrida izquierda mexicana, concebida a imagen y semejanza del régimen castrista, pues sus dogmas se nutren en la falsa ideología de la igualdad social, de manera que, alcanzado el poder por la vía democrática, era inevitable el resultado y los estamos viendo.
Un poder emanado de la expresión misma del pueblo, cuyo único fin es defender al pueblo, como sostiene López, no puede convivir con quienes no lo representan, pues son resultado de los privilegios, luego entonces estos deben ser eliminados, para que sea el pueblo de forma “democrática” el que los elija y así verdaderamente los represente.
Jueces, magistrados y ministros emanados de la más pura voluntad popular, es lo que el pueblo exigió en las urnas y por tanto la reforma judicial debe llevarse a cabo. Sostiene el falsario presidente y su calca Sheinbaum.
Esta mentira, como todas en las que fundamenta su retórica, al final del día al único que verdaderamente beneficia es al poder presidencial y su nomenclatura, que sin ningún contrapeso, decidirá a contentillo el destino de 130 millones de mexicanos.
Lo demás, son solo cuentos.
La concentración de poderes en una sola persona es la antítesis de la democracia representativa y nos pone al borde de la dictadura bananera.
El discurso de la descalificación, el rencor social y el odio a permeado en grandes capas sociales de manera que se da por hecho la corrupción y el nepotismo en todo el poder judicial y por lo tanto merecen que todos los jueces, magistrados, ministros y en general todos los trabajadores sean despedidos, para sustituirlos por otros elegidos mediante el purificante voto popular.
La falacia estriba en la generalización y por tanto en la condena y en su solución.
53 mil empleados de toda índole del poder judicial son corruptos, es una gigantesca mentira.
Que hay corrupción en el poder judicial, seguramente, como también la hay en el poder legislativo y ejecutivo y en los municipios y estados y en general en la sociedad.
Que hay nepotismo. Por supuesto y más cuando está profundamente arraigado en nuestro país. Somos por naturaleza una sociedad paternalista.
A caso no vemos a López promoviendo a su inútil y zángano hijo para co dirigir el culto de morena.
O a la familia Monreal; o a la familia Batres, o a la familia López Obrador o la familia Sheinbaum Pardo.
Claros conspicuos ejemplos del nepotismo puritano del ególatra mesías.
Sin embargo, con todo cinismo critican y ven ojos en otra cara.
En fin. Destruir el Poder Judicial no es ninguna tarea purificadora, sino todo lo contrario. Es el primer escalón para construir una despótica y populista tiranía, con la que nos imponen la ideología de un solo hombre; la ideología de la mentira y el engaño.
Entre paréntesis; otra de las grandes mentiras que hoy en día se dicen, a propósito de la mal llamada reforma judicial, es que los jueces, magistrados y ministros están alejados del pueblo.
Y que sus resoluciones sólo benefician a unos cuantos.
Esta afirmación no sólo es demagógica y falaz, sino que esconde la realidad. Pues de los miles de asuntos que resuelven los miembros del poder judicial, me atrevo a pensar que sólo una parte muy pequeña atañe a intereses de poderosos, pues los miles de amparos que otorgan diariamente responden a los reclamos de justicia que hacen los más necesitados. O sea, el pueblo.
Y van ejemplos. La mayoría de los amparos son de corte penal, laboral, agrarios o de menores o mujeres víctimas de violencia.
Y en ellos lo que solicitan es que sus derechos no sean conculcados por una autoridad de cualquier tipo.
Y con otra, que siendo reclamos de imputados o trabajadores o ejidatarios o comuneros o menores o mujeres en riesgo los jueces de distrito y magistrados de circuito tienen la obligación de subsanar las deficiencias planteadas, para de esa manera no perjudicar al quejoso en su reclamo y protección de amparo.
Pues el constituyente consideró a los más desprotegidos para otorgarles esta garantía que les permita solicitar el Amparo y Protección de la Justicia Federal, con sólo señalar a la autoridad responsable y la causa o posible violación de sus garantías y derechos humanos que los hayan quitado.
De manera que el juez de amparo o el tribunal correspondiente tiene la obligación de revisar en qué consiste la vulneración y otorgar la protección necesaria contra los actos de autoridad que pretenden despojar los derechos del quejoso.
Este principio es fundamental y diariamente los miembros del poder judicial lo practican, en beneficio de los más necesitados y por ende los más pobres.
Por eso la importancia y trascendencia de la suplencia de la deficiencia de la queja, que sólo se otorga en materia penal, laboral, agraria y familiar para niños y adolescentes y mujeres maltratadas.
Así que decir que la justicia federal no conoce al pueblo, no es otra cosa que una soberana y estúpida mentira.
Todos los días hay pueblo pidiendo protección contra actos de autoridad.
Todos los días los jueces y magistrados otorgan la protección de la justicia federal.
Hasta para conseguir medicamentos para niños con cáncer en el sistema hospitalario. Que dice el déspota presidente es mejor que el de Dinamarca.
Así entonces, si por desgracia desaparece el poder judicial como lo conocemos, quedamos a expensas de jueces de consigna y expuestos a las arbitrariedades de cualquier autoridad, sea municipal, estatal o federal. Ya administrativa o penal o de cualquier índole.
En una palabra, el Juicio de Amparo quedará comprometido ahora si, a los intereses políticos del juez o magistrado, que electos por voto popular, responderán a quienes lo apoyaron y propusieron.
Es decir, al capricho del poderoso.
No en balde el coraje y tirria de López en contra del Poder Judicial es que no pudo imponer su voluntad por encima de la Ley y de los jueces. Esa es otra de las razones de este brutal desastre Constitucional.
La venganza.
PD la traición seguirá por siempre a toda la estirpe de los Yunes y sus variables.
De votar a favor de esa mal llamada reforma.
Y con ello la desgracia para el PAN que también cargará con la enorme culpa.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político