Javier Peñalosa Castro
Si algo sabe hacer bien Vicente Fox –además de comercializar Coca-Cola y venderse él mismo— es hacerle al bravucón y después sacar raja de ello, tal como hizo en su campaña por la Presidencia, hace 16 años, cuando se ofreció a acabar con tepocatas, víboras prietas y otras alimañas y no cumplió. Lo único en lo que sí honró su palabra fue en aquello de sacar al PRI de Los Pinos, en ejercicio del más puro “quítate tú para ponerme yo”.
Por ello resulta preocupante el pleito de cantina que pretende armar con Donald Trump, algo así como su homólogo gringo (en cuanto a las balandronadas y ridiculeces).
Y preocupa porque la verborrea del Alto Vacío resulta atractiva para muchos. Tanto, que en 2000 le creyeron las promesas de campaña. En 2006 propaló que López Obrador era un peligro para México, y provocó un aumento en la votación del mínimo y gris Felipe Calderón, que gracias a ello pudo dejar un margen de duda y adueñarse de la Presidencia, así fuera por la puerta trasera del Congreso.
En 2012, todos lo recordamos, Fox volvió a la cantaleta anti López Obrador y, ajeno al mínimo pudor, traicionó al partido que lo llevó a la Presidencia y llamó abiertamente a votar por Peña Nieto.
Sin duda, Fox sabe cobrarse los favores no pedidos, por lo que habría que ver a quién intenta pasarle la factura por sus “rounds de sombra” contra Donald Trump —quien, por cierto, no lo hace en el mundo—, sin duda, el palurdo de las botas no actúa movido por el amor patrio ni por la solidaridad con sus compatriotas, sino por algún interés leonino.
Fox tampoco es gente de lealtades, como lo constataron en su momento Lino Korrodi, financiero de su campaña y personajes como Elba Esther Gordillo y Jorge Castañeda, que lo arroparon dentro del llamado “Grupo San Ángel”, que dio un impulso decisivo a este Forrest Gump del Bajío, y logró entronizarlo en 2000.
Este catálogo de actitudes bajunas, aunado a la impunidad de que gozan el propio Fox, su mujer, sus hijastros y el resto de su parentela, llevan a preguntarse qué busca a cambio de la pasionada defensa del interés nacional ante su émulo WASP que —hasta donde sabemos— nadie le solicitó.
Una de las posibilidades es que busque captar algo de credibilidad —incluso, duele decirlo, de admiración— por parte de grupos de gente poco informada, fanatizada o con proclividad a secundar actitudes fascistas o cuando menos reaccionarias, a fin de poder emprender una nueva “cruzada” contra López Obrador y pasarle la factura al mejor postor (PAN, PRI y hasta el PRD de los Chuchos/Basave).
Otra es que en su mente calenturienta, acaricie la idea de convertir a Martita en una versión ranchera de Hillary Clinton, y transferirle la supuesta simpatía que llegarse a captar con sus bravatas, o bien encarecer su apoyo al candidato con mayores posibilidades de ganar (está visto que, llegado el caso, lo mismo le da el PAN que el PRI y que, con una mano en la cintura, es capaz de traicionar al partido que lo llevó al poder.
Otra posibilidad es que esté apostando por un candidato independiente, aun cuando no haya decidido hasta el momento si será El Bronco regiomontano, el Güero Castañeda o alguna otra opción.
Lo importante, por ahora, es recuperar protagonismo, volver a captar la atención de quienes aplauden sus sainetes y festejan sus muestras de humorismo involuntario. Infortunadamente, mientras, mientras la elección siga quedando en manos de una minoría, los votos en cuya emisión eventualmente influya Fox podrían tener un peso considerable en el resultado final.
Por supuesto, Trump no ha mordido el anzuelo que le lanza Fox, seguramente aconsejado por los magos de la mercadotecnia política que han hecho del palurdo del peluquín de los pelos de elote el consentido de la mayoría de los miembros del Partido Republicano (e incluso algunos del Demócrata).
Sin embargo, el cálculo de Fox podría rendir frutos si, en un rapto de espontaneidad, Trump se engancha, e incluso pese a que no convalide el protagonismo del Expresichente.
Parece poco probable que el guanajuatense intente sacar provecha de una candidatura (panista o “ciudadana”) de Margarita Zavala —luego de la serie de desacuerdos que ha tenido con el oscuro e insignificante Calderón—o con algún otro personaje del PAN. Más bien habría que pensar en él como golpeador a sueldo para desgastar la figura de López Obrador o para secundar a algún Bronco —como él— para, una vez más, hacerle el caldo gordo al PRI y a su candidato, por más impresentable que éste pueda resultar, con el único propósito de seguir acrecentando su nada despreciable patrimonio, que se ha multiplicado al amparo del poder y a la sombra de los oscuros personajes que detentan el poder económico y político en nuestro país.
En suma, Fox parece haber encarnado la figura de golpeador a sueldo, y aunque parece enfilado contra Donald Trump, su verdadero objetivo es López Obrador.
El tragicómico palurdo y cuidado con los “candidatos independientes” en el 2018