MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
A Moy y Yaz en su cumple…
Jesús Zambrano Grijalva, dirigente del Partido de la Revolución Democrática, conoce a Andrés Manuel López Obrador y lo conoce bien, tanto que no duda en llamarlo un desleal, traidor y mentiroso.
Y los calificativos no son producto del rencor personal ni consecuencia del desmantelamiento que del PRD hizo Andrés Manuel para construir su proyecto personal y el corporativo MORENA que hoy se convulsiona víctima de los apetitos de poder de las tribus que pretenden su control, sí esa rebatinga que existe en el equipo del licenciado López Obrador y que en su momento denunció el entonces secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor Manuel Toledo Manzur.
El científico y académico que reside en Morelia, Michoacán, donde está su trabajo en el campus de la UNAM, no se atrevió a denunciar que la corrupción está más viva que nunca en este gabinetazo de la 4T que el señorpresidente presume de honesto.
Sin duda, hay funcionarios honestos y los corruptos no son la generalidad, pero de ahí a que la corrupción esté siendo barrida de arriba hacia abajo como las escaleras, es la gran mentira en torno a la cual gira el discurso propagandístico de Andrés Manuel.
Mire usted. A la renuncia de Jaime Cárdenas Gracia a la dirección del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado le siguió la de Alfonso Morcos Flores al frente del Centro Nacional de Control de Energía, al que llegó en diciembre de 2018.
En el caso de Cárdenas Gracia la causa fue pública y entraña su desánimo frente a la corrupción que encontró en el Indep, e incluso en las discrepancias que tuvo con López Obrador a quien, adujo, sus comentarios a veces no le gustaban, amén de que su lealtad no era ciega, “mi lealtad es reflexiva”, citó el hoy ex director de aquel organismo que cambió el nombre de Instituto de Administración de Bienes y Activos que, a su vez, sustituyó al de Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, dependiente de la Secretaría de Hacienda.
De Morcos Flores, sustituido por Carlos Meléndez, quien se desempeñaba como subdirector Corporativo de Estrategia y Regulación de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), su renuncia podría haber pasado inadvertida, pero resulta que desde esos linderos en donde el poder de Manuel Bartlett Díaz no está a discusión, se dijo que la dimisión la había presentado semanas atrás y de ello estaba enterada la secretaria de Energía, Rocío Nahle.
Y la explicación que trascendió en el sector energético es que la renuncia de Morcos no tiene relación alguna con una reunión entre directivos de órganos reguladores con el Presidente López Obrador el martes pasado, casualmente en Palacio Nacional. ¿En serio?
La pregunta obedece a que las renuncias de quienes habían jurado luchar a brazo partido a favor de la 4T, entrañan precisamente desilusión en una tarea que ya no implica combatir a la estructura de corrupción construida durante décadas en el gobierno federal, en la época del neoliberalismo que el López Obrador presumió, antes de la pandemia, que había derrotado.
Cierto, sobreviven funcionarios de la época neoliberal afectos al cochupo y la transa, pero son hermanas de la caridad frente a los que llegaron en esta nueva camada de inexpertos pero supuestamente honrados, a quienes le ganó el ADN del trinque.
Te quito para ponerme, fue sin duda la frase de estos prístinos morenos que tomaron por asalto oficinas desde las que, con la bandera de honrados han emprendido la práctica del deporte de la corrupción.
Y es una estructura que opera impunemente, pese a que la doctora Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, secretaria de la Función Pública, dice que combate diariamente al grado de haber sancionado a miles, miles no cientos, de servidores públicos.
Por eso el licenciado López Obrador soslaya o minimiza las renuncias en su equipo. Bien que no sea la generalidad, pero los delincuentes de cuello alto, éstos que son empleados de mandos medios y superiores, están en pleno apogeo. Total, ya llegaron y la idea, el objetivo, es quedarse por tiempo indefinido.
A esos alude indirectamente Jaime Cárdenas, como en su momento lo hizo Germán Martínez Cázares cuando dimitió a la dirección General del Instituto Mexicano del Seguro Social. Ambos se enfrentaron a una red de corrupción en la que intervienen funcionarios cuyo nivel permite hacer cambios en remates de bienes propiedad del gobierno federal, o incautados al crimen organizado.
La causa de la renuncia también ha sido el enfrentamiento con Andrés Manuel López Obrador, quien está acostumbrado a que sus órdenes no sean discutidas.
De ello me platicó Jesús Zambrano, quien antes de que López Obrador descalificara a FRENAAA refirió el grado de endeudamiento en que quedó el PRD por atender la terca decisión del plantón en Paseo de la Reforma, en 2006, donde por cierto nunca pernoctó como le presumió a Gilberto Lozano, cabeza de esta organización que demanda su renuncia.
Por eso, por eso, la descalificación por delante, para curarse en salud. Dijo Andrés Manuel en la mañanera:
“Muchos de esos que critican van a los templos. ¿Cómo se va a ir a un templo y se olvidan los mandamientos, se olvida el amor al prójimo?, ¿cómo se puede tener una creencia si se practica el egoísmo, si se le da la espalda al que sufre? Entonces, es muy interesante analizar esto que está sucediendo”.
¿No se ha visto en ese espejo de las mañaneras donde pontifica como ministro de culto e invoca al Papa Francisco? Esa praxis también es corrupción, porque el señorpresidente corrompe a sus seguidores con la promesa de la tierra prometida. ¿El México sin corrupción?
Y se allana el escenario, la ruta que se apisona con la identificación de los corruptos de antaño pero en soslayo con los que hoy están, por ejemplo, en el Instituto para Devolver al Pueblo lo robado y que Jaime Cárdenas relató puntualmente en su carta de renuncia. ¿Qué responde Andrés Manuel? Lea usted.
–Hola, presidente, buenos días. Carlos Calzada, de Radio Educación. La primera pregunta sería: precisamente ayer Jaime Cárdenas, quien renunció al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado escribió en sus motivos de la renuncia este asunto de la corrupción, de que hay preferencias, hay favoritismos para otorgar las subastas.
¿Qué se va a hacer al respecto?, ¿se va a investigar?, ¿qué encomienda tiene el señor Prieto ahora que va a encabezar este instituto?
–Pues limpiar –respondió López Obrador–, que era lo que tenía que hacer Jaime, pero no le entró.
Ayer hablábamos que, para ser servidor público, sobre todo en un proceso de transformación, pues se requieren ganas, para todo en la vida se necesitan ganas, convicciones y arrojo, y no rendirnos.
Ayer dije: El que se aflige, se afloja. Ni modo que enfrentemos un problema y nos dé depresión, ya nos inmovilicemos, no vamos a hacer nada, está muy difícil la situación. Imagínense, con ese ánimo ¿cómo podríamos estar enfrentando una doble crisis, la pandemia y la crisis económica?
Siempre hay que echarse para adelante. Lo difícil se resuelve, lo imposible se intenta, nada de que está muy difícil. No entregó la fiscalía dos mil millones, pues ni modo que no nos lo van a entregar, pues nos los tienen que entregar, si es público.
Luego se curó en salud con un ejemplo de los que acostumbra con la mirada en el retrovisor:
“Yo les decía que hubo un tiempo, cuando (Agustín) Carstens era secretario de Hacienda, tres años consecutivos que el presupuesto se aprobaba por unanimidad. ¿Cómo le hacía? Pues repartía. Voy a dejar la investidura en la percha para poder decir:
‘Maiceaban a todos, y como decía Porfirio Díaz cuando alguien protestaba, decía: ‘Ese gallo quiere maíz’, y maiceaban al gallo y dejaba de cantar el gallo’”.
¿Y qué con los corruptos de la 4T? En la paráfrasis del dicho popular se puede aplicar: “tanto es corrupto el que mata a la vaca como el que le agarra la pata”. ¿No va a despedir a Sanjuana Martínez que ha destrozado a Notimex y se burla de los trabajadores en huelga? Dice que no. Eso también es corrupción porque contraria al fallo del tribunal laboral. ¿Honesto, honesto, honesto? Conste.
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