Joel Hernández Santiago
Ni para dónde mirar. Por todos lados aparecen día a día casos de corrupción en México, algunos tan impúdicos y cínicos que uno no sabe si reír, llorar, lamentarse, reclamar: o todo junto…
Digamos, como ejemplo inmediato. Hace apenas unos cuantos días se dio a conocer un video en el que presuntamente un legislador local del PAN en San Luis Potosí ofrece “sus buenos oficios” para eliminar las observaciones de la Auditoría Superior del Estado a las cuentas públicas de un alcalde:
“Yo no pido lana, pero ellos [otros legisladores] sí te van a pedir lana, para dejarte limpio, que no debas ni nada. Pero me dicen que pase por lo menos el diez por ciento de lo que debe”, dice Enrique Flores Flores en el video que fue grabado por el alcalde a quien presuntamente le pide cuatro millones de pesos para dejarlo “limpio”, tan limpio que “hasta podrían darle un premio”.
Son miles-millones de casos diarios de corrupción en las esferas del poder político en las que se mueve la toma de decisiones, la compra de favores, el toma y daca de la influencia, el favor que es costoso y el ‘amor que con amor se paga’…
Hay muchos casos de enorme dimensión e impacto en el desarrollo económico de México, como ocurrió con el caso Odebrecht, que es el apellido del encarcelado ex presidente de la constructora brasileña, quien apenas en mayo rindió declaración ante la Procuraduría General de la República.
La misma PGR dice que a la fecha ya rindieron declaración diez funcionarios y nueve ex funcionarios de Pemex, quienes habrían intervenido en la adjudicación de cuatro contratos de obra pública asignados a Odebrecht S.A., y Braskem S.A.
Esta empresa contaminó un gran número de empresas en países de América Latina, mediante el mismo procedimiento de pagar para obtener contratos. En México sostuvo Odebrecht que pagó 10.5 millones de dólares entre 2010 y 2014. Según el diario brasileño Estado, Marcelo Odebrecht mencionó en denuncias previas el nombre del ex presidente de Pemex, Emilio Lozoya: La investigación está en proceso.
Con un tono de complacencia inusitada, con mucha frecuencia se dice que “la corrupción es el aceite que mueve la maquinaria burocrática del país”.
El tema es que esto daña en gran medida a la economía del país y, sin duda, impacta en la utilización de recursos públicos que debieran entrar a las cajas de la Hacienda nacional, para obras de desarrollo y en beneficio de la gente que más requiere los servicios de salud, educación, alimentación, vivienda…básicos.
Pero es así. La política nacional se nutre de personajes que están dispuestos a entregar su alma al diablo para obtener beneficios económicos pronto y en grandes cantidades.
Los gobernadores priístas Duarte (Veracruz y Chihuahua) y Borge (Quintana Roo) que ahora están en capilla, antes fueron ejemplo de la juventud y el nuevo ímpetu priísta, y faltan más, muchos más, miles que, como ellos, que medran y se enriquecen a la sombra de la función pública en este mismo instante, todos los días y meses y años de nuestras vidas.
También hay panistas en la lista de corruptos inocultables, herederos de lo peor del sistema político nacional; los hay en el PRD de viejo historial y así en cada uno de los partidos políticos que son la clave de la corrupción mexicana: la famosa maquinaria engrasada: “la mecánica nacional”.
Por todos lados, desde ese alto y poderoso político hasta el mínimo burócrata de cualquier oficina pública en el país están contaminados por la ambición que surge de la pobreza y de ya no querer ser ese pobre de antes. La función pública se ha convertido en la solución de muchos para satisfacer sus propias ambiciones y necesidades, sin dejar de ser un delito dañino y mortal. El país y su gente son lo de menos.
Y para acabarla de amolar, en otra modalidad de corrupción política, los mismos partidos políticos, los que tanto daño hacen a la nación mexicana, han decidido que por hangas o por mangas, y porque antes que cuidar los intereses del país están los intereses de grupo y de cada una de su gente colocada acá o allá, pues eso…
Estos partidos políticos en el Senado de la República han decidido no decidir hasta ahora quién habrá de ser el nuevo Fiscal Anticorrupción.
Esto después de tres años y cuatro meses de que la PGR publicara el 12 de marzo de 2014, el acuerdo por el que se crea la Fiscalía Anticorrupción (que ya preside la impecable Jaqueline Peschard) y de que el 18 de julio de ese año éste se incorporara a la Ley Orgánica de la PGR y a pesar de que el 17 de julio entrará en vigor el Sistema Nacional Anticorrupción. Pues ni así:
Dicen que esto no se decidirá hasta que tal o cual apartado se reforme, hasta que los candidatos sean idóneos a sus intereses o hasta que los mexicanos nos ahoguemos en esas aguas gélidas de lo corrupto y criminal…
Instituciones para contrarrestar la corrupción existen: la de la Función Pública, la de la Transparencia, la de Acceso a la Información y hasta la promesa de que las mentirosas declaraciones 3de3 se hagan públicas: nada.
La corrupción como si nada, ahí está, más viva y dañina que nunca porque es eso, ahí, tanto en el gobierno como privados dispuestos a cumplir con la promesa del “amor, con amor se paga”… Y así ‘el corrido muy mentado’ de México.