Jorge Miguel Ramírez Pérez
Todo mundo habla de la consulta sobre la ubicación del aeropuerto y las críticas llueven. Los estándares técnicos y metodológicos que deben seguirse en esta especie de ejercicio de poder no se hayan presentes. No hay forma de defender este punto toral porque mientras se insista en pasar por alto un esquema de requisitos queriendo expresar su legitimidad, más se cae en cuenta que no le entienden sus apoyadores a López Obrador.
No hay un solo protocolo que cumpla con los cada vez mas complicados mecanismos, que se llevan a cabo en países acreditados como avanzados. Sin embargo la consulta sigue moviendo gente.
La reflexión seria, implica trasponer el umbral de lo que se califica como políticamente correcto y racional, para entrar en otra dimensión donde el poder seco, se quiere auto imponer a prueba de hacer caso omiso de las técnicas de investigación social.
Porque las formas muy afinadas para consultar a la gente, es decir las encuestas que son las recurrentes, salen igual en términos generales porque también tienen la proclividad de ser instrumentos del poder. Muchas son mecánicas amañadas que de una manera académica o más bien sofisticada, salen con resultados similares a lo que el que manda quiere.
Y ahí reside el eje de la intención de echar andar un procedimiento para ratificar una decisión tomada.
Lo malo es que sea parte de la tradición de la política de hechos consumados, “a lo hecho pecho”; pero lo bueno es, que por primera vez en la historia de México, una obra importante se transparenta bastante, contraviniendo los viejos andares de hacer en la penumbra los acuerdos que son mas bien negocios; que se rigen además, bajo la regla que los fracasos, corren a cuenta del erario y las utilidades a favor de los negociantes, tengan vestimenta de empresarios o de funcionarios a modo.
Proyectos de trascendencia como Cancún que si se hizo, o los de las refinerías que en su momento no se hicieron; pasaron desapercibidas para los habitantes de México, fueron una caja negra que en vez de cacaraquearse durante su proceso, para recibir el interés de los pobladores; se hicieron todos los esfuerzos por no ventilar ni el objeto de la inversión, ni su proceso constructivo, tampoco su presupuesto programa y alternativas, entre otros factores determinantes.
La gente pudo conocer un poco más no solo del aeropuerto sino de los problemas ambientales, que parecían distantes al interés general. De hecho al incorporar gente a la consulta, de los que racionalmente no cumplen con el perfil de los usuarios de los servicios aéreos, se les da juego a pensar o creer, que vale la pena enterarse y decidir sobre algo que jamás pensarían serían tomados en cuenta.
Con ese ejercicio semejante a las consultas de muchos partidos políticos también predeterminadas de antemano, López Obrador logra que en este mes que falta para la trasmisión de poder, no se pierda el impulso de su movimiento como lo ha pedido.
Desde esa perspectiva se puede decir que la consulta es mas bien una manifestación de lo que algunos de los colaboradores del próximo presidente, le llaman como democracia plebiscitaria semejante a las convocatorias discursivas de Fidel Castro o Hugo Chávez, pero que en vez de ser una perorata larga y aburrida, se busque por medio de mecanismos de poder, hacer sentir a la gente que el asambleísmo puede ser una alternativa para mantener la llama del movimiento lopezobradorista.
Así que en términos muy prácticos la consulta es para fortalecer el liderazgo de López Obrador y punto. Es una demostración de poder para llegar rayando el caballo, según esto previo a que le pongan la banda tricolor en el pecho.
Porque en términos legales la consulta no se necesita, ni técnicamente se pueden someter proyectos a opiniones sin credenciales que las avalen. Lo que hasta ahora ha quedado claro para todos, es que el de Texcoco está en un terreno con altos costos de mantenimiento y en el que los que participaron como beneficiarios están ligados al poder de los que se van.
El de Santa Lucía esta sobre las rodillas, es decir es un proyecto con muchas interrogantes, decidir por éste es un acto de fe.
El propósito de la consulta por lo tanto es político, sirve para fijar la agenda del nuevo gobierno y en eso va a parar.
Lo demás es harina de otro costal.