RODOLFO VILLARREAL RÍOS
Vivimos los tiempos en los cuales la diversidad de opinión se ha convertido en anatema. A uno y otro lado del espectro político sus integrantes se dicen poseedores de la verdad eterna y son incapaces de entablar un diálogo. Arguyen que solamente hay una perspectiva y, cada uno, reclama que es la suya. La polarización es extrema y en algunos casos quienes carecen de herramientas intelectuales para debatir dejan de lado la descalificación simple, y utilizan la violencia como medida coercitiva para tratar de imponer su perspectiva.
Los casos más cercanos los vivimos en los EUA y en nuestro país, pero ello no implica que en el resto del mundo las cosas no alcancen niveles de intensidad mayor. Como lo mencionamos en nuestra colaboración anterior, estamos ante el fin de un sistema, el globalizador, que no dio los frutos esperados. Lo que hoy se presenta nos hizo recordar aquellos días cuando en el planeta se debatía la implantación de dicho sistema.
Andábamos en la década de los años noventa, del Siglo XX, cuyas divisas más sobresalientes era un proceso de ajuste y definición en el entorno mundial en el cual las resistencias eran muchas y pocos se atrevían a expresarlas sin caer en los extremismos. Era difícil., para todos, aceptar que el sistema surgido, socialismo incluido, después de la Segunda Guerra Mundial estaba agotado y se hacia necesario buscar una alternativa incluyente que corrigiera los errores cometidos.
Inmerso en lo anterior, durante 1993, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAI), produjo la película Fresa y Chocolate. Con un guion de Senel Paz, derivado del cuento de su autoría “El lobo, el bosque y el hombre nuevo”; Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabio dirigen en forma conjunta esta película, en la cual se nos muestra una relación intensa entre dos personajes de características distintas, ubicados en el entorno de La Habana de 1979, justo cuando concluía un periodo de “limpieza” ideológica implantado por el régimen castrista para eliminar a quienes no coincidían, desde cualquier ángulo, con el proyecto revolucionario.
Los protagonistas alrededor de quienes gira la trama son: Diego (Jorge Perugorría), un intelectual, nacionalista, religioso, homosexual y crítico de la intolerancia bajo la cual gobierna la Revolución Cubana; y, en segunda instancia, David (Vladimir Cruz), el joven universitario, comunista, ateo, heterosexual, y creyente de los dogmas revolucionarios. Su acercamiento, se da por la atracción física que el segundo despierta sobre el primero quien lo aborda bajo el pretexto de querer mostrarle unas fotografías en las cuales aparece David actuando.
Ello genera la curiosidad en el joven universitario quien acepta la invitación para acudir a la casa de Diego y ahí da inicio un debate ideológico intenso. En medio de este, se aprecia que Diego posee un bagaje cultural superior al de David quien se caracteriza por la rigidez intelectual que le impide ir más allá de los preceptos que le ha inculcado la Revolución.
Citando a Juan Antonio Serna Servín en su artículo “An Ideological Study of the film Strawbnerry and Chocolate”, el tema central de la película es una lucha entre la oposición ideológica binaria representada por dos personajes, Diego y David, y la lucha por el acceso a la libertad.
En el contexto de lo anterior, es importante mencionar que los análisis diversos realizados en torno a la temática de Fresa y Chocolate, todos giran sobre si se trata o no de una critica a la Revolución Cubana y su intolerancia a lo diverso. Sin embargo, al considerar el año en que fue filmada, 1993, y la situación por la que atravesaba el mundo durante aquellos días, pudiéramos encontrar una perspectiva paralela con respecto a su interpretación.
Partamos del personaje principal, Diego, quien simboliza lo heterogéneo, dejemos de lado sus preferencias sexuales y enfoquémonos en lo que significa ser distinto. En aquel momento, 1993, el mundo socialista estaba ya convertido en añicos, el único país que mantenía su postura era Cuba y por consiguiente no solamente era mal visto sino rechazado en el entorno mundial, representaba lo viejo, lo que ya estaba desapareciendo. En el contexto de su rebeldía por ser distinto, Diego termina por representar lo que combate.
Él, al igual que Cuba, vive en un entorno cerrado, “su guarida”, sólo ahí puede manifestarse tal como es, sin ser criticado. En ella, preserva su ideología y sus creencias. Controla quien lo visita y en ese entorno debate puntos de vista que en otros sitios serían objeto de persecución y condena.
Diego aspira a ser parte del todo, no cree que por pensar diferente deba de ser marginado. Busca su espacio en el contexto imperante, el cual lo rechaza por considerarlo nocivo para el estatus quo prevaleciente. Se puede estar o no de acuerdo con la postura que adopta, pero ello no es el foco del debate. A priori, se le descalifica e impide ser parte de la sociedad en esa nación. En cierto sentido, en esa forma se da la marginación de Cuba en el contexto mundial.
Cuando Diego dice: “Formo parte de este país, aunque no les guste y tengo derecho a hacer cosas por él”, podríamos tomarlo como una extrapolación inversa del reclamo de Cuba a ser parte del contexto mundial.
Por otra parte, cabe resaltar la postura que David adopta al rechazar, en un principio, la propuesta ideológica de Diego por considerarla contraria a los principios de la Revolución nos recuerda la que pudiera adoptarse en otros países en los cuales, sin mediar debate ideológico alguno, simplemente se rechaza lo que no se conoce o se tiene poca información sobre ello.
Sin embargo, una vez que se acepta la discusión y el diálogo, David empieza a encontrar que también en aquello con lo que no se está de acuerdo, puede haber elementos valiosos que enriquezcan el acervo cultural, lo cual sucede con algunos círculos de individuos pensantes en otras naciones.
Finalmente, ante la intolerancia representada por la negativa a presentar la exposición de esculturas religiosas realizadas por un amigo de Diego, Germán (Joel Angelino), este decide protestar ante las autoridades y por ello es expulsado de su trabajo, no dejándole otra alternativa sino buscar el exilio. Nuevamente, la intolerancia se hace presente sobre cualquier tipo de diálogo. Una situación similar e intemporal se suscita en aquellos países en donde existe una religión mayoritaria, cualquiera que sea su denominación.
Si se presentan exposiciones que las autoridades consideren son agresivas y generan ofensa para los profesantes de esa religión, de manera inmediata proceden a la clausura bajo el argumento de que es una agresión, al tiempo que proceden a segregar al autor de la obra. Ese tipo de actitudes, de nueva cuenta, nos recuerda la situación de Cuba la cual enfrenta el rechazo de la mayor parte de los países del llamado mundo globalizado por considerar que su postura no es la correcta. Ante esa marginación y dado que no puede moverse físicamente el territorio, dicho país opta por cerrar sus fronteras aún más. Con ello, convierte a sus habitantes en rehenes quienes terminan por pagar las consecuencias de los extremismos.
En la escena final, aun cuando ambos personajes deciden aceptar que sus perspectivas contienen errores, ninguno de los dos admite estar equivocado del todo.
Diego ofrece las disculpas dando la espalda a David quien lo observa de manera displicente. A pesar de ello, sin embargo, deciden abrazarse como un símbolo de tolerancia y aceptación en lo diverso. En ese instante, podemos decir que David adopta la actitud del Hombre Nuevo, aquel que con características universales tiene la capacidad de comprender las razones que subyacen detrás de lo diverso. Una actitud que, desafortunadamente, hasta nuestros días no vemos que los dirigentes de la Revolución Cubana hayan adoptado. Prefieren continuar empecinados en que la verdad es una y les pertenece. Quienes no compartan su postura son unos malvados que los obligan a mantener encerrados, en calidad de prisioneros, a alrededor de diez millones de personas quienes deben de acatar lo que el gobierno de su país considera como la alternativa única en la cual es factible vivir.
Todo indica que las autoridades cubanas, bajo cuyos auspicios se realizó Fresa y Chocolate, no entendieron que el filme era una reflexión intemporal acerca de la intolerancia y un cuestionamiento serio a quienes la practican desde cualquier ángulo y en cualquier tipo de gobierno, democrático o totalitario. El mensaje que contiene es una invitación a la construcción de una sociedad nueva en la que el imperio de la razón y el respeto deben de ser los ejes fundamentales bajo los cuales se rija la convivencia de sus miembros. Un conglomerado en el que la capacidad de análisis y el conocimiento permitan sustentar las propuestas diversas, las cuales en libertad plena puedan amalgamarse y permitir que la perspectiva vaya más allá de discutir si lo importante es que sea de fresa o de chocolate.
Hoy, como hace más de tres décadas, estamos inmersos en un proceso que habrá de definir como se regirán las relaciones entre países en los años por venir.
Algunos insisten en retornar a los tiempos de la rueca y el trapiche arguyendo que al accionarlos emana un aroma de romanticismo. Otros plantean el regreso al autoritarismo en donde solamente unos cuantos puedan opinar. Los menos, siguen empecinados en que deben de aprovecharse los avances en la ciencia y la tecnología para crear mejores condiciones de vida para las mayorías y permitir que todos, coincidan o no con su perspectiva, la planteen desde un enfoque constructivo y no con afanes de destruir a quienes no la compartan. Al parecer, esto es una quimera, pero… vimarisch53@hotmail.com
Añadido (25.12.42) Y hablando de tolerancia y autoritarismos, hoy tenemos un ejemplo claro de como se comportan quienes se dicen adalides de la democracia y el diálogo. Por sus pistolas, decretaron la prohibición de las corridas de toros en la Ciudad de México. Para ellos, no hay más verdad que la suya quien no la comparta, en este caso la perspectiva sobre la tauromaquia es calificado como un salvaje amante de la barbarie. ¿A que clase de sociedad aspiramos si todos vamos a demandar que se prohíba aquello que no nos gusta o no coincide con nuestro punto de vista? ¿Viviremos en la dictadura de lo que le agrada o no a cada uno, mientras que la autoridad en turno proclama vivir en el país el más democrático del mundo y el caos se instaura como forma de gobierno?
Añadido (25.12.43) Un político francés demandó EUA les retornaran la Estatua de la Libertad. Ante ello, la vocera de la Casa Blanca, Karoline Claire Leavitt, simplemente le respondió que no olvidara que fue gracias a los EUA que Francia se salvó de estar hoy hablando alemán. O ¿Acaso alguien nos va a decir que fueron el entreguista de Pétain acobardado en Paris o De Gaulle escondido debajo de la chistera de Churchill, desde donde enviaba sus mensajes radiofónicos, quienes derrotaron a los nazis?
Añadido (25.12.44) Esperemos que los espíritus chocarreros de los almirantes Frank Jack Fletcher, Henry Thomas Mayo o el del general Ignacio Morelos Zaragoza no se les vaya a ocurrir hacer acto de presencia por los rumbos del Golfo de América o de Mexico, según se vea desde el norte o el sur.