CIUDAD DE MÉXICO, 9 de agosto (Almomento MX).- La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso central, que se manifiesta en las personas a través de alternaciones en la actividad de las células nerviosas del cerebro o períodos de comportamiento extraño, sensaciones raras y, a veces, pérdida del conocimiento.
Los síntomas de una convulsión pueden variar ampliamente de una persona a otra. Por ejemplo, algunas personas con epilepsia fijan la mirada de forma inexpresiva durante unos segundos o dan la impresión de estar confundidos; otros, en cambio, pueden perder el conocimiento y experimentan sacudidas repetidas en brazos y piernas.
No obstante, presentar una convulsión no significa automáticamente que eres epiléptico. Muchas personas sufren una convulsión única y no provocada en algún momento de su vida, pero se requiere por lo menos de dos convulsiones no provocadas para diagnosticarla.
La epilepsia puede relacionarse con un trastorno neurológico, tal como un accidente cerebrovascular, un tumor o un traumatismo en la cabeza. Sin embargo, en muchos casos no es posible encontrar la causa específica de las convulsiones.
Incluso la epilepsia clasificada como leve requiere de un tratamiento, porque las convulsiones pueden resultar peligrosas durante ciertas actividades como conducir o nadar. La medicación para reducir o eliminar las convulsiones normalmente es el primer paso del tratamiento, y para muchas personas son suficientes para mantener las convulsiones bajo control. Existe una variedad de fármacos antiepilépticos, y para seleccionar el indicado para cada paciente, los medicados valoran todos los factores que inciden: el estado del paciente, su historia clínica, la frecuencia con la que sufren las convulsiones, la edad y cualquier otro medicamente que esté tomando el paciente, entre otros factores.
Posiblemente sean necesarios algunos intentos hasta descubrir la medicación y dosis correctas para controlar las convulsiones en cada caso. Aproximadamente dos de cada tres pacientes epilépticos logran controlar bien las convulsiones con el primer o segundo fármaco administrado, y no es raro que a partir de ese momento desaparezcan las convulsiones. A largo plazo, más del 50% de los niños epilépticos cuyos síntomas desaparecen, reciben indicaciones médicas de suspender su medicación y continúan viviendo sin convulsiones.
Muchos adultos también pueden dejar de usar sus medicamentos después de dos o más años sin convulsiones.
Para decidir si se deben suspender los medicamentos indicados, el médico debe revisar con cuidado su historia clínica completa, así como los antecedentes de sus convulsiones. De la misma forma, el médico puede sugerir varios exámenes para valorar su caso antes de suspender la medicación. No obstante, incluso aunque el médico recomiende suspender la medicación antiepiléptica y el paciente continúe sin convulsiones, todavía necesita acudir de vez en cuando a citas de seguimiento para revisar su estado.
Los medicamentos antiepilépticos no se suspenden de repente, pues esto podría ser contraproducente y provocar convulsiones; la suspensión se realiza gradualmente.
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