Por Deborah Buiza
A mi hijo mayor le dejaron de tarea hacer un collage de lo que le gustaría ser de grande. Apenas cumplirá doce en noviembre.
Creo que entiendo el objetivo de la tarea, solo que… yo, a su edad (e incluso durante muchos años después), me angustiaba pensar en qué quería ser. Quería ser tantas cosas, y parecía que tenía que escoger, en ese momento, una sola para siempre. ¿Y si me equivocaba? Yo no quería equivocarme de esa manera.
Desde hace un tiempo pienso que es innecesario, e incluso hasta irresponsable, “obligar” a los adolescentes a tomar ese tipo de decisiones a tan corta edad, sin un acompañamiento real ni experiencias que puedan darles información sobre sí mismos y sobre lo que les gustaría aportar o ser en el mundo. ¿Cómo van a saber qué quieren ser por los próximos sesenta años si apenas están dejando la infancia?
Tengo entendido que el cerebro termina de madurar hasta pasados los veinte años, y justo en el momento de la mayor poda neuronal, cuando las hormonas están enloquecidas y todas las fuerzas se concentran en crecer y encontrar identidad, quieren que decidamos qué queremos ser profesionalmente.
A mí me causaban mucha ansiedad esos ejercicios; me sentía muy presionada para elegir, para decir qué quería ser. ¿Y si luego cambiaba de opinión? ¿Se podía cambiar de opinión? ¿Qué pensarían de mi si después cambiaba de opinión?
¿Tú cuándo decidiste hacer lo que haces ahora?
Quisiera decirle a mi hijo que este quizá sea solo un ejercicio inicial, uno de muchos que hará a lo largo de su vida sobre el tema de “qué me gustaría ser cuando sea grande” o “a qué me gustaría dedicarme profesionalmente”. Quisiera que sepa que, aunque lo decida en algún momento, él —o las circunstancias— pueden cambiar, y entonces podrá replantearse todo para los próximos años de su vida.
Quisiera que supiera que lo que decida no lo obliga a ejercerlo si en algún momento pierde sentido, relevancia o motivo en su vida lo que eligió siendo aún muy joven. Y que, conforme viva más experiencias y gane madurez, podrá encontrar más sentido o propósito en hacer otras cosas.
Eso me gustaría que supiera. Que pueda hacer este ejercicio como lo que es: un primer acercamiento al futuro que le gustaría experimentar, un ejercicio que con imaginación le permita explorar quien le gustaría ser o hacer pero que no lo limita de ningún modo.
Pero también quise compartirlo contigo, porque estoy segura de que en algún momento escolar te pusieron a hacer esa misma tarea, e incluso —de vez en cuando— te planteas la pregunta: ¿Qué me gustaría ser cuando sea grande? (Sin importar la edad que tengas ahora; siempre podrás ser más grande).
Y tú, ¿a lo que te dedicas ahora… era lo que imaginaste de pequeño?