EL SONIDO Y LA FURIA
MARTÍN CASILLAS DE ALBA
Ciudad de México, sábado 20 de julio, 2019.– Tal parece que aquellos que desarrollan la empatía emocional y se pueden centrar en los demás, encuentran puntos en común de tal manera que sus opiniones van teniendo cada vez más peso y todos quieran trabajar con él como resultado de esa relación humana en la vida profesional.
Esto lo que explican en Empatía, el primero de los cuatro títulos publicados en español por Harvard Business Review Press en la serie titulada Inteligencia emocional (2017) con cuatro temas: Empatía, Felicidad, Mindfulness y Resilencia.
“La palabra atención viene del latín attendere, “estirarse hacia”, tal como lo hacemos si logramos centrarnos en los demás. Esa actitud es la base de la empatía y tiene que ver con la habilidad para poder construir relaciones, uno de los pilares de la inteligencia emocional, después que tenemos conciencia de uno mismo”.
Por otro lado, cuando he analizado en qué consiste el liderazgo, encontré que podemos medirlo con cuatro elementos para tener una idea para evaluarlo: uno, el prestigio; dos, el carisma (Barack Obama lo tiene, aunque nadie sepa en que consiste); tres, la inteligencia emocional y, cuatro, la inteligencia abstracta. Si calificamos del 0 al 5 cada una de estas características, la suma nos da una idea del grado de liderazgo con un máximo de 20 puntos, sin importar que ese tipo de evaluación es más bien subjetiva.
Durante el primer semestre del 2012 di clases en el ITAM-Licenciatura con la materia optativa que trataba de Liderazgo y vida basado en Shakespeare. Durante ese mismo tiempo se llevaba a cabo la campaña por la presidencia. Decidimos probar esta fórmula y calificamos al liderazgo de los cuatro candidatos con esos elementos y resultó que el que tuvo mayor puntaje fue quien ganó la campaña.
Conocemos algunos líderes con los que todo el mundo quiere trabajar, por desgracia a esos otros con los que nadie quiere trabajar. Los primeros son aquellos que tienen una visión, un cierto encanto y el conocimiento de su ámbito, como los maestros del Renacimiento, con los que los aprendices daban la vida por trabajar con ellos.
Califican en tres tipos la empatía: la empatía cognitiva o la capacidad de entender la perspectiva de la otra persona pues, como saben, toda persona o suceso tiene diferentes puntos de vista según quien opine, como lo confirmamos en El cuarteto de Alejandría de Durrell en donde Justine, Balthazar, Mountolive y Clea participan de la historia, mismos que vemos desde varios puntos de vista. Sin duda, la buena literatura nos puede enseñar más que esos ensayos aburridos y como dijo Justine: “Si yo fuera escritora trataría de conseguir una presentación multidimensional de los personajes, una visión prismática.”
Hablan de la empatía emocional cuando se tiene la capacidad de sentir lo que el otro siente, como Marco Antonio pudo hacerlo antes de dar su famoso discurso a los romanos, poco después del asesinato de Julio César, demostrando que su amigo no era tan ambicioso como decía Bruto, el honesto Bruto, hasta que logró que lincharan a los conspiradores en un preámbulo de la siguiente guerra civil.
Si podemos aplicar la empatía emocional, seguro que podemos tratar mejor a nuestros clientes y entender la importancia de la dinámica de grupo.
Por último, está el interés empático, como el que resulta cuando entendemos lo que el otro necesita de nosotros, una vez que lo hemos considerado y nos hemos puesto en su lugar.
El discurso de Marco Antonio es modelo de retórica y de la empatía emocional pues, después de ‘estirarse hacia los romanos’ para compartir su angustia. logró vengar la muerte de Julio César, sin importarle haber desatado una guerra civil y Marco Antonio ya era uno de los Triunviros en el poder con sede en Alejandría, donde disfrutaba de ‘su serpiente del Nilo’, como le decía de cariño a Cleopatra, aunque esa es otra historia, que asocio seguramente, por contraste con la aridez con la que tratan este tema en la publicación de Harvard.