No digamos Obama, ni el PRI en sus mejores tiempos.
Jorge Miguel Ramírez Pérez
En el 2021 se tendrán elecciones y el panorama que presenta el sistema de partidos en México es desalentador. Ojalá no fuera así, quisiéramos que hubiera instituciones políticas fuertes, entre ellas los partidos políticos, con doctrinas claramente expuestas, con dirigencias medianamente congruentes, por lo menos. Con propuestas realistas y sin promesas falsas.
En cambio, lo que hay son organizaciones débiles, sin proyectos, con plataformas que hablan de lo mismo: sacar a los pobres de la pobreza; lo que nunca ha ocurrido y menos por medio de los resultados de un proceso electoral. Y según el informe del INE con el común de los partidos mexicanos es, insuficientes militantes: un total de 4,280,460, solamente el 4.8 % del padrón de 89 millones.
Entre todos los partidos perdieron más de 9 millones de militantes; el PAN apenas pasó de panzazo; el PRI perdió más de 5 millones de miembros; el PRD de 5 millones que tenía, se quedó con 1,2 millones, perdiendo tres cuartas partes y los demás, menos el Verde, todos perdieron. Pero eso sí, las prerrogativas nacionales y estatales suman más de 12 mil millones.
Una fortuna se van a engullir los partidos políticos, a pesar de las promesas de recortar esos gastos. Y cuesta trabajo pensar en que se puede invertir ese dinero, si no hacen nada.
El país se desmorona y ellos en los suyo, haciendo como que no pasa nada grave. Porque tampoco gastan en algo que se vea en beneficio de la formación de sus militantes, porque en su mayoría cuando llegan a ser diputados y senadores de Morena y de otros partidos, se exhiben como se ven en las redes, con graves carencias en las ciencias de la política, la que no le entienden, porque la confunden con la práctica de repartir dinero, enseres, gorras o baratijas para que voten por ellos. Por eso cuando no los dejan repartir cosas, se enojan porque dicen que no los dejan hacer política.
Pero los que se llevan el negocio a las nubes son los del Morena, en este año se van a llevar por prerrogativas nacionales 1,700 millones de pesos, más otra cantidad similar o superior que sumarían lo que les ingresaría de los estados de la República. Eso serían 3,500 o 4 mil millones en el 2020. Dinero que se va a duplicar en el 2021, que es año electoral: unos inimaginables 8 mil millones de pesos para el Morena.
Para mí esa es la principal causa de las divisiones de las tribus guindas: ¡la lana!… la lana del partido.
Porque imagínese mi estimado lector que el que nunca ha tenido y llega a tener loco se quiere volver.
Lo que indica que ese era el “Síndrome Polevnsky”, que llevó a la exdirigente suplente del morenísmo, a aferrarse al puesto hasta que la echaron a patadas literalmente. Pero sigue peleando porque las ambiciones tienen números duros, nada virtuales. Y hasta donde se sabe no hay cuentas internas ni lejanamente claras, del proceso del 2018, el que los llevó al poder. Y en el rio revuelto, ganancia de pescadores.
Le toca a Alfonso Ramírez Cuéllar la labor de rescate muy cuesta arriba. Morena es un partido de chacas, ya no es de simples feligreses esperanzados en las limosnas de reparto electoral; ahora todos los que le entran a lo de la militancia, se creen merecedores de puestos que se imaginan de suyo son Jauja. Y en pocos meses debe Ramírez Cuéllar reposicionar ese partido, porque la verdad sus dirigentes no tienen otro, que les vaya a dar lo que otros en otros partidos, con trabajo político realmente acreditado nunca han recogido.
Y tuvieron que sacar una carta mayor porque el único puesto de peso en la Cámara de diputados que si puede hacer algo, no solo simular como los demás que ahora y en décadas han hecho ese papel, dizque de poderosos, pero sin peso; es ser presidente de la Comisión de Presupuesto y no creo, que la dirigencia temporal del Morena valga más que ese cargo, bien operado. Además, Ramírez no tiene fama de agandayarse del dinero del partido, lo que genera que la pugna siga; porque eso es lo que quieren uno que otro competidor, por mas que se las tiren de izquierdosos. Están hambrientos de poder. Apetecen como el hijo de AMLO, gozar las mieses del verdadero neoliberalismo mundial como se ve en las redes. Esa es la educación convincente del consentido de AMLO, el favorito de la familia, que tiene su propia y prematura candidata a la presidencia: Claudia Sheibaum. ¿o no, mi estimado Ricardo Monreal?
Mario Delgado quisiera que el presidente temporal o de transición no regresara a la cámara, porque la jubilación de Muñoz Ledo, por chochez le cayo como anillo al dedo, ya sin personajes de nivel, debe sentir que nadie le hace sombra; el problema es llenar el hueco del controvertido político ex presidente del PRI Nacional, porque así, disminuido, les da las tres y las malas al líder de los borregos morenos.
Morena vale dinero, pero en este momento no vale más. Aunque deben sumarse más de 3 mil 240 millones del dinero del gobierno, presupuestados para el brazo operador electoral “siervos de la nación”, como lo demuestra Rafael Hernández Estrada, en un reciente estudio publicado: “Los Siervos de la 4t”, lo que agrava la rebatiña.
En Morena cada quien jala para su lado, no se ha resuelto el problema de la disciplina y el Jefe Nato de la Instituciones, no le quiere entrar, es otro de los veinte mil asuntos que le saca la vuelta. Con el discurso “Peace & Love” es una extraña combinación de orador callejero que unos llaman merolico y el perfil de un filósofo hippie. Todo un caso y un rotundo fracaso para el País.