Claudia Rodríguez
Cuántas veces se ha escuchado y hay quien lo cree, que la prensa es un cuarto poder. Nada más equivocado. Quienes lo creen dentro de la misma, a la larga pierden.
Se atañe a Edmund Burke quien ante los sucesos de la Revolución francesa, acuñara la metáfora de que ”la prensa es el cuarto poder”, es decir, un poder que se alinea y suma a los tres poderes clásicos del Estado – el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.
Sólo habría que ejemplificar con un solo caso, como la prensa no puede tener autoridad cuando se alinea, porque su verdadero poder dimana en esencia de su eje imparcial, lo cual no se consigue cuando hay confabulaciones o amistades que rebasan la línea profesional. Sólo hay que recorrer las declaraciones documentadas del periodista norteamericano Ben Bradlee y su amistad en principio con el senador por Massachusetts John F. Kennedy y más tarde con un total acceso a la Casa Blanca, lo que lo llevó a poner la amistad de los Kennedy antes que su tarea de informar con veracidad. Empero el asesinato de Kennedy, digamos lo salvo de la opacidad y más tarde le permitió un escalón más por el icónico caso Watergate.
En México, algunos periodistas traban amistad y compadrazgos con el poder, pero nunca, ni soñando pueden ser un contrapeso real.
Quienes parecen ser el verdadero contrapeso a las instituciones, es el Poder Judicial que ha hecho del mismo un terreno de nepotismo y altos estipendios –por arriba del propio presidente en turno, en los últimos tiempos–, con cargo total al pueblo, además de erigirse como el último reducto de la verdad, distinto al de la justicia.
Sólo hay que escuchar cuáles sus argumentos, ante la decisión de Andrés Manuel López Obrador de que ningún funcionario gane más que el presidente de la República.
El caso de los ministros de la Suprema Corte de la Nación (SCJN) y sus señalamientos por la citada decisión del virtual presidente electo, no tiene desperdicio al señalar que su ejercicio profesional independiente no sólo depende de su actuar con rectitud, sino también de las condiciones favorables que se los permita; como la seguridad, las remuneraciones y las condiciones de retiro razonables y dignas.
¿Son los jueces entonces, mexicanos de excepción? ¿Por qué no velan por esas mismas condiciones para todos los gobernados? ¿Tiene razón con base en esta argumentación de los ministros de la Corte, el senador priista Javier Lozano al decir que si le bajan el sueldo, entonces robaría?
Lo dicho, en este espacio: los encumbrados no resisten perder lo ganado aunque lo haga inmoral en un país en donde hay 60 millones de mexicanos en la pobreza viviendo de la asistencia pública y otros poco más de 50 millones que han visto su poder adquisitivo cada vez más y más disminuido.
Entre tanto, para cumplimentar la decisión del próximo presidente del país, elegido a cabalidad por los ciudadanos en las urnas, los jueces de todos niveles del país, estarán atentos a si se reforma o no el artículo 94 constitucional que señala la imposibilidad de reducir sus salarios.
Acta Divina… En el caso de los ministros de la SCJN, magistrados electorales y consejeros de la Judicatura; el artículo 94 de la Constitución, señala que durante su encargo no podrá ser disminuida su remuneración.
Para advertir… Para hablar de pensiones, a los jueces se les paga al retirarse en cien por ciento de su salario los primeros dos años posteriores al retiro y vitalicia de 80 por ciento, además de que con los recursos de los sub-ejercicios, que debían reintegrar a la Tesorería de la Federación, los ministros se pagan pensiones complementarias.
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